Lo que no se
dice en Cuba sobre una fotografía histórica
Tania Díaz Castro
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Cada año aparece una fotografía
en la prensa oficialista, siempre la misma, que quizás llame la atención
porque jamás ha llevado otro pie que no sea el de destacar la siembra de
un olivo en la loma de El Fortín, en el municipio Regla de La Habana,
como homenaje póstumo a Vladimir Ilich Lenin, líder de la antigua
Unión Soviética. La foto refleja a un pequeño grupo de
personas cuyos nombres no se dicen nunca.
Con relación a este asunto, busco entre mis papeles viejos algunos
apuntes que hice durante mis conversaciones con Mercedes Borrero, destacada
periodista y escritora con quien mantuve una amistad de muchos años.
Mercita (como le decían sus íntimos) nació el primero
de abril de 1892 y murió en el exilio el 22 de agosto de 1980, en Miami.
Según ella, la razón por la cual no se revelan los nombres de
quienes aparecen en la famosa fotografía cada año se debe a que
ninguno era comunista connotado. Alguna vez se mencionó al señor
Antonio Bosch, alcalde del municipio Regla, pero no podía ser de otro
modo, porque Bosch fue quien organizó aquella actividad, quien exhortó
a todo el pueblo de Regla para que concurriera ese día a El Fortín.
Sin embargo, según lo relatado por Mercita, sólo doce o trece
personas se presentaron al acto. Entre ellos, dos amigos suyos que no eran
comunistas: un famoso abogado que por respeto a su trayectoria democrática
no quiso decirme su nombre y Busch, que era miembro del Partido Liberal y
aparece en la fotografía junto a Mercita.
Ese día invernal de enero de 1924, Mercita llevaba un elegante
vestido negro y un abrigo blanco que le llegaba hasta los pies. Ella me contó
que el acto se desarrolló de manera normal, pues la policía de
Gerardo Machado jamás los molestó.
"La Revolución de Octubre -me dijo- era algo nuevo y exótico
que llamó la atención a muchos intelectuales de la época. Más
tarde conocimos los crímenes de Stalin y la falta de libertad que existía
en los regímenes totalitarios".
Mercita Borrego murió nueve años antes del desmerengamiento
del campo socialista. No pudo contemplar el fracaso que, como teósofa
practicante, me anunció más de una vez.
Ella sufrió en carne propia el azote de un régimen cuya catástrofe
económica seguimos padeciendo.
Durante veintiún años de castrismo Mercita, única
sobreviviente de una de las familias vinculadas a la Guerra de Independencia,
careció de lo esencial para vivir: alimentos, agua, calzado, ropas... si
algo la animaba era la visita de su fiel amiga Belkis Cuza Malé, poetisa
cubana que vive en el exilio, quien, como yo, cuando podía le llevaba
algunos alimentos.
Mercita jamás se arrepintió de haber echado un puñado
de tierra para que creciera el pequeño olivo dedicado a Lenin.
"Lenin era un ser humano -expresó- y como ser humano es digno de
respeto".
Con aquella chispa de imaginación que sorprendía a todos,
Mercita enfatizó: "Los regímenes comunistas no pueden obrar
con rectitud porque, como el tronco del olivo, crecen torcidos".
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