Luis Gómez y Amador.
El Nuevo Herald,
mayo 22, 2002.
De inmediato se pasó a discutir la Enmienda Platt. Hubo varias
posiciones definidas ante esa imposición de Washington: el miedo de una
independencia absoluta incierta y peligrosa por la incapacidad de los cubanos
para ejercer gobierno propio; el cálculo económico que adelantaba
que la enmienda era un precio menor que pagar a cambio del provecho potencial
económico con Estados Unidos; el razonamiento de que era preferible
aceptarla para tener gobierno propio que sufrir la ocupación militar
indefinida; y la que mantenía una porción grande del pueblo que
aspiraba a una Cuba republicana sin ataduras de ningún tipo con
Washington, independiente y soberana.
Es archisabido que terminó aprobándose, bajo presiones y
amenazas múltiples, el 12 de junio de 1901, por 16 votos contra 11, con
cuatro ausencias. Se llegó a decir, con cierto buen juicio, dadas las
circunstancias, ''que la primera necesidad era existir, y que después
vendría todo lo demás (Martínez Ortiz)''. La enmienda se
aceptó como un apéndice de la Constitución, y Washington
pronto reconoció que el futuro gobierno cubano por medio de su Congreso
podía anular, modificar ese apéndice, o negociar su eliminación
total. El Tratado Permanente del 22 de mayo de 1903, que fijaba las relaciones
mutuas entre Cuba y Estados Unidos, incluyó la enmienda y la situación
cambió radicalmente: se negoció entre dos gobiernos soberanos, y
no como antes con los constituyentes.
El documento fue reconocido por todas las potencias del globo; Washington
admitía y aceptaba que Cuba era un país de la comunidad mundial,
por lo cual tenía Cuba a su lado el apelar a los derechos internacionales
de Ginebra en caso de disputa entre La Habana y Washington. El artículo
tercero del tratado fijaba y limitaba cuándo, cómo y por qué
podía Estados Unidos intervenir en Cuba: ''Para la preservación de
la independencia de Cuba y el sostenimiento de un gobierno adecuado a la
protección de la vida, la propiedad y la libertad individual y al
cumplimiento de las obligaciones, con respecto a Cuba, impuestas a los Estados
Unidos por el Tratado de París, y que deben ahora ser asumidas y
cumplidas por el gobierno de Cuba''. Aunque históricamente las
intervenciones eran causadas por razones múltiples (intereses
territoriales, políticos, comerciales, etc.), "por primera vez en la
historia la debatida facultad de intervenir fue pactada expresamente entre dos
naciones, elevándose así de la categoría de facultad
violenta reconocida por el derecho internacional consuetudinario en derecho
legal susceptible de contratación entre los estados (Luis Machado, La
enmienda Plat, 1922, La Habana)''.
Téngase en cuenta que por esas fechas del tratado merodeaban por
aguas caribeñas buques de guerra ingleses y alemanes, con aspiraciones
expansionistas en la primera ocasión que se presentara. Y no olvidemos,
ni un momento, el estado perenne de anarquía y devastación que
imperó, sin excepción alguna, después de la separación
de la metrópolis española en las nuevas repúblicas durante
décadas y décadas (en algunos casi siguen todavía). De la
enmienda Platt en Cuba, afirma el Dr. Luis Botifoll, documentadísimo en
historia cubana, en Viernes de Historia (Radio Mambí) que nunca se
quejaron los cubanos de ella excepto los izquierdistas radicales y los
comunistas. Su derogación, el 29 de mayo de 1934, no produjo
demostraciones de júbilo, puntualiza él.
El 31 de diciembre de 1901, día de las elecciones presidenciales, de
los 418,000 hombres de edad de votar (las mujeres fueron excluidas), que
representaba el 26% de la población, solamente 200,631 podían leer
y escribir (requisito para poder votar). El 70% eran blancos y el resto de
color. De los negros de edad de votar (127,289), 96,463 no pudieron ser
electores por no saber leer y escribir, según Hugh Thomas (Cuba. The
Pursuit of Freedom, p. 461). Ganó, sin oposición, don Tomás
Estrada Palma, que llevaba como vicepresidente al Dr. Luis Estévez
Romero. El 20 de mayo de 1902, por fin sonaron en La Habana cohetes y campanas:
al mediodía se proclamaba la República de Cuba.
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