Pedro Roig. El Nuevo Herald. Mayo20, 2002.
Hoy 20 de mayo se cumple el centenario de la República de Cuba
forjada en la visión de independencia de los héroes fundadores
que, en 30 años de lucha, probaron con enormes sacrificios la firme
vocación de los cubanos en el ideal de libertad y la voluntad de alcanzar
la plena soberanía, de entre las brumas de la enmienda Platt.
La República nació arruinada. La industria azucarera, dinamo
de la economía cubana, había quedado devastada por la guerra y el
colapso de las instituciones coloniales crearon condiciones de incertidumbre en
el marco jurídico de la recién estrenada Constitución de
1901, que comenzaba a ser implementada, interpretada y entendida en su dimensión
legal. La mala herencia administrativa y política de España estaba
profundamente enraizada en la cultura cubana y junto con la galopante corrupción
en los servicios del estado probó ser el mayor reto de la naciente república,
en la que más del 65% de sus ciudadanos eran analfabetos.
Los años que siguieron fueron difíciles, las libertades
civiles se iban abriendo paso en un confuso ambiente de líderes
autoritarios y paternalismo democrático. La República tuvo
frecuentes caídas, pero se levantaba, curaba sus heridas y continuaba la
marcha, orgullosa del esfuerzo y el progreso que iba generando. La prensa libre,
la industria azucarera batía récords de producción,
carreteras, caminos y ferrocarriles en constante expansión, La Habana
configurando su fascinante majestad cosmopolita y bohemia. Se creó la
moneda nacional, el peso equiparado al dólar. En 1920, Estados Unidos
reconoció la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos. Cubanos
ilustres ocuparon cargos de relieve internacional. Cosme de la Torriente fue
presidente de la Liga de las Naciones y Antonio Sánchez de Bustamante fue
designado juez del Tribunal Permanente de Justicia de La Haya.
En los primeros 30 años aquella república nacida en la ruina
de la Guerra de Independencia construyó la carretera central de un
extremo a otro de la isla y el Capitolio Nacional, que fue inagurado con los
delegados de la Sexta Conferencia Panamericana. La producción de pollos,
huevos, carnes, mantequilla, queso y jabones tuvieron un notable crecimiento.
Las industrias de cervezas y rones disfrutaron de enorme popularidad. Se
fabricaron calzados, aceites, productos químicos y farmacéuticos.
En esta época se inauguró el servicio aéreo entre La
Habana, Miami y Cayo Hueso.
Se enfatizó notablemente la educación, lamentablemente
abandonada durante la colonia. Se mejoraron los estudios tradicionales de la
Universidad de La Habana y se alentó el entrenamiento de técnicos,
creando las escuelas normales para maestros. Se rebajaron los costos de los
estudios en la Universidad, haciéndola accessible a las capas más
pobres del país. Los institutos de segunda enseñanza, asentados en
las principales ciudades de Cuba, disfrutaron de un brillante cuerpo de
profesores, que fueron orgullo de la República.
Se crearon las cajas de retiro en numerosas profesiones a nivel nacional. Se
fundó el Instituto de Estabilización del Azúcar, la Comisión
Tabacalera, la Asociación de Industriales y la Feria de Exposición
Ganadera. Los obreros se organizaron en sindicatos y llegaron con los años
a constituir la poderosa Confederación de Trabajadores de Cuba, la CTC.
En 1933, los jefes mambises que gobiernan en la primera etapa son
reemplazados por una generación de jóvenes revolucionarios (la
generación del 33), que vienen a completar la meta inconclusa de la
Guerra de Independencia. El rescate pleno de la soberanía nacional.
Fueron años difíciles, marcados por la violencia y la depresión
mundial, que trajo hambre y sufrimientos. Pero a fuerza de tenacidad, talento y
coraje, lograron afincar los ideales de justicia social y derechos ciudadanos,
en el marco de una patria libre y soberana.
Y así le legaron a la República el salario mínimo para
los obreros, el decreto de las ocho horas de trabajo, el voto para la mujer, la
sindicalización de las empresas extranjeras, la obligación de
incluir cubanos en un 50% de las nóminas de todas las empresas de la
isla, llegando a coronar esta gloriosa jornada con el rechazo de la Enmienda
Platt, que fue abolida en 1934, reafirmando la soberanía de la joven
Cuba.
En 1939, en un clima de patriótico esfuerzo institucional, se convocó
a elecciones para una Asamblea Constituyente. El limpio proceso electoral dio
paso a la convención que en debates, extraordinarios por su contenido
social y prosa del más alto nivel parlamentario, transmitido por la radio
a toda la isla, forjó la Constitucion de 1940. Documento cubanísimo,
democrático y progresista en su concepción de los derechos
civiles, obreros y campesinos.
Muchos de los mejores hijos de Cuba estuvieron presentes. Carlos Márquez
Sterling, José Manuel Cortina, Emilio Núñez Portuondo,
Gustavo Cuervo Rubio, Carlos Prío, Jorge Mañach, Rafael Guas Inclán,
José R. Andreu, Ramón Zaydín, Eduardo Chibás, José
Manuel Casanova, Ramón Corona, Pelayo Cuervo, Joaquín Martínez
Sáenz, Alfredo Hornedo, Miguel Suárez Fernández, Antonio
Martínez Fraga, hasta hacer un total de setenta y seis constituyentes.
Una verdadera legión de hábiles políticos, intelectuales,
empresarios, líderes obreros, economistas, profesores universitarios,
unidos en el deseo de darle a la patria un moderno instrumento legal. La República
cumplía 38 años de edad...
Analista político e historiador cubano.
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