CUBANET .INDEPENDIENTE

10 de mayo, 2002


Literatura marginal

Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro

LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Al fin pude leer la Trilogía Sucia de La Habana. Me habían hablado de ella, preguntado por ella, denostado de ella, elogiado a ella. Eso era buen síntoma. El libro que despierta tanta curiosidad, escarceo, algo tiene. El ejemplar que cayó en mis manos quizás sea la quinta edición del libro. En Cuba no se ha hecho ninguna. Siempre sucede así. Las cosas sobre Cuba se conocen primero en el extranjero. Es como si todo lo que hacemos, producimos, inventamos estuviera destinado a otras gentes. Consumir nuestro azúcar es difícil, y por la libreta; leer a nuestros escritores es difícil, y por trasmano; beber nuestro ron es difícil, y casi siempre invitado por un turista. Es como si Cuba no existiera para los cubanos.

¿De quién es esta isla que la propaganda oficial nos impone cada día como nuestra y nos pide que cuidemos y defendamos? ¿Es de la jerarquía gobernante que la dibuja con colores rosados o de la gente que con colores crudos, agrios, pinta Pedro Juan Gutiérrez? Debía ser de la gente de Pedro Juan. Son reales, y la mayoría. Y por esa gente: los pobres, los humillados, los preteridos, es que dice la jerarquía gobernante que se hizo y se hace la revolución. Si hay paradoja mayor, que venga Dios y me la explique.

La Habana que propone la propaganda oficial no la conozco, me es ajena, me parece irreal, artificiosa, salida de las alucinaciones de un delirante. La Habana que narra Pedro Juan la veo todos los días, camino por ella, tropiezo con la gente que él describe, aspiro sus emanaciones hediondas, rehuyo sus edificios ruinosos, me cruzo con sus prostitutas, sus borrachos, sus mendigos. ¿Será por eso que no permiten que el libro de Pedro Juan se conozca primero en Cuba? ¿Destruye Trilogía Sucia el criterio de literatura marginal y se eleva al concepto realista de personajes típicos en circunstancias típicas, traspasando el sello de marginal a la literatura oficial?

Trilogía Sucia de La Habana es más representativa de la realidad social cubana que toda la edulcorada propaganda -travestida de literatura- que impulsa la oficialidad. En ella padece, ríe, muere, vive un pueblo de gente verdadera, tangible, reconocible. Lo marginal no puede ser tan vasto, tan extendido, tan totalizador. Por lo tanto no es marginal el libro de este escritor cubano que no gana concursos de instituciones culturales oficiales ni aparece en las cadenas de la televisión nacional. Trilogía Sucia de La Habana pasa el batón de lo marginal a la literatura oficial que es, en suma, la que no refleja la realidad social mientras se aferra a que le crean la utopía ya venida a menos. Sucede que el socialismo cubano ha marginalizado toda la vida social cubana. La Habana entera es un barrio marginal. Por tanto, Trilogía Sucia es su libro representativo. Los que viven al margen de la realidad cubana son los que habitan en Nuevo Vedado y Miramar. La cubanía de hoy se halla en Trilogía Sucia, nunca en esa hermeneútica de símbolos risibles que preconiza la oficialidad.

Para explicar estéticamente a Pedro Juan Gutiérrez no es necesario apelar a Henry Miller o Bukowski, basta con recordar a Reynaldo Arenas o Zoé Valdés, que parten de la misma sustancia social y recrean la misma realidad, y que han alcanzado igual éxito y resonancia. En los tres casos la rispidez, la rabia, la incredulidad, la hostilidad de un entorno que no admite blanduras espirituales es la materia seminal. Y aunque la oficialidad quiera culparlos, ellos no son los culpables. La sociedad genera, los escritores recrean. A cada sociedad corresponde una literatura. La literatura trasciende según su capacidad para reflejar los rasgos fundamentales, esenciales de esa sociedad. Los mecenas amparan a sus apologistas e intentan aplastar a sus cuestionadores. Es la historia eterna. Veremos qué libros se salvan al final.

El tiempo se encarga de decantar, de seleccionar. Los artificios estéticos sirven para engalanar la obra; la honestidad -aunque no sea una categoría estética- sirve para tornarla verosímil; la verosimilitud -que ya sí es imprescindible para todo relato- viene dada porque el ser humano sólo cree y entiende bien aquello que le ha ocurrido alguna vez, y lo que cuenta Trilogía Sucia le ha sucedido a muchos aunque no se atrevan a confesarlo. Los libros más trascendentes, más verosímiles son los más auténticos. Trilogía Sucia de La Habana, aunque nos agreda al pudor y nos revuelva las tripas es un libro auténtico. No importa si autobiografía o novela de un hombre o de una sociedad marginalizados, no importa si más o menos orlada de artificios estéticos, lo importante es que constituye una huella imprescindible para, cuando haya pasado el tiempo, seguirle el rastro a un desastre social cuyos causantes intentaron borrar con cuentecitos de hadas.


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