Literatura
marginal
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Al fin pude leer la Trilogía
Sucia de La Habana. Me habían hablado de ella, preguntado por ella,
denostado de ella, elogiado a ella. Eso era buen síntoma. El libro que
despierta tanta curiosidad, escarceo, algo tiene. El ejemplar que cayó en
mis manos quizás sea la quinta edición del libro. En Cuba no se ha
hecho ninguna. Siempre sucede así. Las cosas sobre Cuba se conocen
primero en el extranjero. Es como si todo lo que hacemos, producimos, inventamos
estuviera destinado a otras gentes. Consumir nuestro azúcar es difícil,
y por la libreta; leer a nuestros escritores es difícil, y por trasmano;
beber nuestro ron es difícil, y casi siempre invitado por un turista. Es
como si Cuba no existiera para los cubanos.
¿De quién es esta isla que la propaganda oficial nos impone cada
día como nuestra y nos pide que cuidemos y defendamos? ¿Es de la
jerarquía gobernante que la dibuja con colores rosados o de la gente que
con colores crudos, agrios, pinta Pedro Juan Gutiérrez? Debía ser
de la gente de Pedro Juan. Son reales, y la mayoría. Y por esa gente: los
pobres, los humillados, los preteridos, es que dice la jerarquía
gobernante que se hizo y se hace la revolución. Si hay paradoja mayor,
que venga Dios y me la explique.
La Habana que propone la propaganda oficial no la conozco, me es ajena, me
parece irreal, artificiosa, salida de las alucinaciones de un delirante. La
Habana que narra Pedro Juan la veo todos los días, camino por ella,
tropiezo con la gente que él describe, aspiro sus emanaciones hediondas,
rehuyo sus edificios ruinosos, me cruzo con sus prostitutas, sus borrachos, sus
mendigos. ¿Será por eso que no permiten que el libro de Pedro Juan
se conozca primero en Cuba? ¿Destruye Trilogía Sucia el criterio de
literatura marginal y se eleva al concepto realista de personajes típicos
en circunstancias típicas, traspasando el sello de marginal a la
literatura oficial?
Trilogía Sucia de La Habana es más representativa de la
realidad social cubana que toda la edulcorada propaganda -travestida de
literatura- que impulsa la oficialidad. En ella padece, ríe, muere, vive
un pueblo de gente verdadera, tangible, reconocible. Lo marginal no puede ser
tan vasto, tan extendido, tan totalizador. Por lo tanto no es marginal el libro
de este escritor cubano que no gana concursos de instituciones culturales
oficiales ni aparece en las cadenas de la televisión nacional. Trilogía
Sucia de La Habana pasa el batón de lo marginal a la literatura oficial
que es, en suma, la que no refleja la realidad social mientras se aferra a que
le crean la utopía ya venida a menos. Sucede que el socialismo cubano ha
marginalizado toda la vida social cubana. La Habana entera es un barrio
marginal. Por tanto, Trilogía Sucia es su libro representativo. Los que
viven al margen de la realidad cubana son los que habitan en Nuevo Vedado y
Miramar. La cubanía de hoy se halla en Trilogía Sucia, nunca en
esa hermeneútica de símbolos risibles que preconiza la
oficialidad.
Para explicar estéticamente a Pedro Juan Gutiérrez no es
necesario apelar a Henry Miller o Bukowski, basta con recordar a Reynaldo Arenas
o Zoé Valdés, que parten de la misma sustancia social y recrean la
misma realidad, y que han alcanzado igual éxito y resonancia. En los tres
casos la rispidez, la rabia, la incredulidad, la hostilidad de un entorno que no
admite blanduras espirituales es la materia seminal. Y aunque la oficialidad
quiera culparlos, ellos no son los culpables. La sociedad genera, los escritores
recrean. A cada sociedad corresponde una literatura. La literatura trasciende
según su capacidad para reflejar los rasgos fundamentales, esenciales de
esa sociedad. Los mecenas amparan a sus apologistas e intentan aplastar a sus
cuestionadores. Es la historia eterna. Veremos qué libros se salvan al
final.
El tiempo se encarga de decantar, de seleccionar. Los artificios estéticos
sirven para engalanar la obra; la honestidad -aunque no sea una categoría
estética- sirve para tornarla verosímil; la verosimilitud -que ya
sí es imprescindible para todo relato- viene dada porque el ser humano sólo
cree y entiende bien aquello que le ha ocurrido alguna vez, y lo que cuenta
Trilogía Sucia le ha sucedido a muchos aunque no se atrevan a confesarlo.
Los libros más trascendentes, más verosímiles son los más
auténticos. Trilogía Sucia de La Habana, aunque nos agreda al
pudor y nos revuelva las tripas es un libro auténtico. No importa si
autobiografía o novela de un hombre o de una sociedad marginalizados, no
importa si más o menos orlada de artificios estéticos, lo
importante es que constituye una huella imprescindible para, cuando haya pasado
el tiempo, seguirle el rastro a un desastre social cuyos causantes intentaron
borrar con cuentecitos de hadas.
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