Yvonne M. Conde.
HOY, New
York, lunes 6 de mayo de 2001.
Cuándo me preguntan mi opinión sobre el viaje del ex
presidente Jimmy Carter a Cuba respondo, "¡Magnifico!" Como esa
no es la respuesta esperada, prosigo a explicarme. Carter es un ave de mal agüero.
Una persona básicamente buena y noble, pero siempre mal orientada y con
pésima suerte.
A las dos semanas de su visita a Corea del Norte, el entonces presidente Kim
Il Sung murió. Miren lo que le pasó a Milosovic después de
su visita a Bosnia. Parece que les lleva la mala suerte a los dictadores que
toca. ¿Qué quiere ir a Cuba? Magnifico. Que le de muchos apretones
de mano y palmadas en el hombro al decrepito dictador, a ver si le transmite
raudales de esa energía negativa.
Además de su mala karma, no se que mas puede portar. El respeto del
dictador no lo tiene. En 1980 Castro le consideraba como el presidente
americano que mas amigable ha sido con su país. ¿Y como le pagó
esta simpatía? Zumbándole el éxodo del Mariel, enviándole
125,000 cubanos, entre ellos elementos indeseables de las cárceles y
manicomios, creándole un tremendo dolor de cabeza no solo a Carter, sino
al país.
Persiguiendo desesperadamente un elusivo premio Nóbel de la paz, el
viajante empedernido sigue buscando una exitosa mediación política
que lo corone de gloria.
Los libros de historia lo juzgan como débil en su política
extranjera (¿recuerdan los rehenes en Irán?). Y ahora quiere ir a
monologar a donde otro septuagenario, Castro, el mismo que ha repetido una y
otra vez que en su país no van a haber cambios, y quien se niega a que
cumplir con las condiciones para que los E.U. le elimine el embargo- elecciones
libres, derecho a asociación y libertad para presos políticos ¡Vuela,
ave de mal agüero! |