A paso de
bastón: nuevos disparates lingüísticos
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Más de una vez he reído
junto al veterano Néstor Baguer, decano de los periodistas independientes
isleños y de hecho su primer jubilado, al recordarme éste uno de
los más célebres disparates lingüísticos publicados
por la prensa cubana del siglo pasado.
Según Baguer, el absurdo apareció publicado en las páginas
del diario El Crisol, donde la nota de un reportero afirmó que "el
occiso llegó cadáver al hospital y se le pudo identificar por un
diente de oro que al parecer tenía en la boca".
Aún me pregunto por qué ese periodista se vio en la necesidad
de especificar la condición cadavérica del occiso y a santo de qué
debió precisar que el diente estaba en la boca. Para colmo, hasta en tono
de duda, pues apuntó "al parecer". Nada, que como dice el refrán,
"los médicos entierran a sus errores, los abogados los encarcelan y
los periodistas los publican".
Disparates como el de El Crisol aparecen a cada rato en la prensa oficiosa
de Cuba. Uno novísimo, debido a la colega de la televisión Gladys
Rubio el 3 de mayo, señaló que "la negligencia de los hombres
es una de las causas principales de incendios forestales". O sea que puede
esperarse, de acuerdo a prensa como la adscrita al gobierno de Fidel Castro, un
próximo informe sobre la negligencia de las cotorras, de los perros jíbaros
o la de las jicoteas criadas en los hogares con fines brujos.
Increíble, preocupante, cómo en la Cuba de Fidel Castro los
medios de difusión masiva incurren en el maltrato del idioma castellano.
Ya no se trata de cierta prosa a veces amorfa y a veces ampulosa, adjetivante y
prosopopéyica, sino del empleo desafortunado de gramática como la
citada. Lo apunto, lo apunto y lo repito: la censura oficial isleña, la
autocensura de agentes como los periodistas, están haciendo trizas a la
belleza del castellano de Cuba y, además, destrozando sus estructuras lógicas.
El ejemplo señalado dice de la gravedad del problema, porque Gladys
Rubio está muy lejos de ser novata, sus buenos veinte años lleva
en el oficio. Cualquiera podrá decir que a todo escribano se le va un
borrón. Pero cuando día tras día se descubre este o aquel
disparate, poco a poco se llega a pensar que se está ante un proceso. Es
como el caso malévolo de la ortografía policial, o el de los técnicos
e ingenieros creadores de anglicismos locos.
La fiesta sigue, y nadie sabe quién pagará los platos rotos.
Hablar y escribir mal es primer síntoma de un pensar más o menos
oligofrénico, aunque no el definitivo. Conozco a compatriotas de poca
cultura libresca, pero de profunda cultura respecto a su personal circunstancia,
cuyas estructuras del pensar y del hablar asombran por su lógica.
Entonces, no es asunto de libros, ni de títulos o diplomas. Algo pasa con
el hablar de los cubanos, algo indica que el tema debe ser estudiado, porque
mientras más intenso es el barraje de propaganda oficial, más se
observan estos inquietantes signos.
Sígase a los improvisados oradores de las tribunas abiertas del
gobierno de Fidel Castro, itinerantes por todos los municipios cubanos, síganse
los discursos y se verá en los mismos la sempiterna imitación de
un solo estilo. Un infinito uno, uno, uno, que además prueba hasta cuánto,
incluso para expresar quizás pensamientos sinceros, la uniformidad
post-totalitaria cubana está provocando el marchitamiento del idioma.
A Dios gracias, los músicos aún resisten. O quizás sea
que como quien se sabe tiene el oído cuadrado para "romper un casino"
como se debe, pues ni se acerca. No lo permitas, Señor. No lo permitas.
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