En el Día
Mundial de la Libertad de Prensa
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - La Federación de Periodistas
Cubanos arribó al 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa,
con treinta periodistas independientes afiliados a la asociación, apenas
mes y medio después de iniciar la reorganización del primer gremio
de este género fundado en Cuba.
Este número representa entre el 25 y el 30 por ciento del poco más
de un centenar de personas que dentro de Cuba promueven con su labor periodística,
de manera abierta y sin compromisos con el régimen unipartidista isleño,
el ejercicio de derechos conculcados por el gobierno de Fidel Castro, lo cual,
en cierto sentido, hace del Día Mundial de la Libertad de Prensa, uno que
puede ser considerado como de triste conmemoración en las condiciones
cubanas.
Sin embargo, existen motivos para optimismo. Si por un lado los periodistas
independientes se burlan de cuando se dice que "en Cuba la prensa está
muerta", por el otro la FEPEC ha recibido más solicitudes de adhesión
que las aprobadas hasta ahora. Cada día más cubanos desean
expresar ideas y opiniones o al menos contribuir al reflejo de una
contradictoria realidad mediante reportes de poco oficio y mucha verdad, por lo
cual se acercan al movimiento de los reporteros libres como medio de hacer del
oficio la consagración del derecho enajenado.
Desde luego, los críticos gubernamentales, cancerberos de la censura,
aseveran una y otra vez que se trata de aspirantes a mercenarios del llamado
Imperialismo Yankee, lo cual comienza a provocar risa entre quienes, conocedores
de la realidad cubana, saben con cuanta humildad viven los periodistas
independientes de Cuba, con cuan poco cuentan para ejercer un oficio descrito
por José Martí con estas palabras: "No hay monarca como un
periodista honrado".
Etica, honradez, sentido de la verdad y el equilibrio parecen en ocasiones
conceptos perdidos del vocabulario cubano, sobre todo si se echa alguna que otra
mirada a los periódicos oficiosos. Como dice un amigo, portar máscaras
de fidelidad al régimen unipartidista isleño puede reportar pingües
ganancias personales. No sólo para ciertos periodistas. Ahí están
los gerentes de las tiendas dolarizadas, llamados por la población "cuellos
gordos". Pero al lado de ellos, justo al lado, otras personas reivindican
lo que niega hoy a los nacionales el gobierno de Fidel Castro, y que casi todo
el orbe celebra: la existencia de una tendencia general hacia la libertad de
expresión e información, y por ende de prensa.
Podrá decirse que tal derecho es en realidad el de quienes pueden
pagar. Podrá decirse, como acostumbra el gobierno de Fidel Castro, que
cientos de millones de humanos en todo el planeta carecen de la posibilidad de
expresarse libremente o de sentirse representados por órganos de prensa,
pero cuando se consulta a las estadísticas de Naciones Unidas éstas
revelan con firmeza que mientras más alejada está la consagración
jurídica del derecho, menos posibilidad de acceso económico a ese
inalienable fuero se encuentra. Más ahora, en que nuevas tecnologías
están provocando una auténtica democratización de la
información.
Cuba, así, se vuelve ejemplo paradigmático, pero de lo
negativo: lo tiene todo, absolutamente todo, para que sus habitantes gocen de la
libertad de prensa, entendida como derecho consagrado por la ley e igualdad de
acceso a una prensa de servicio público. Lo tiene todo, excepto la
libertad.
Tal es la arista, profundamente contradictoria, presente en la celebración
cubana del Día Mundial de la Libertad de Prensa. La censura oficial por
un lado, los periodistas independientes por el otro. Entretanto, la FEPEC crece.
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