Jorge Salazar-Carrillo.
El Nuevo Herald,
marzo 12, 2002.
El general Mario García Menocal, nuestro tercer presidente en Cuba,
subió al poder en 1913. Inmediatamente tomó una medida que afianzó
la nación cubana en una temprana edad, cuando denegó el pedido de
compensaciones a ciudadanos franceses, alemanes y británicos. ¿Qué
hacían estas grandes potencias? Alegaban que durante la Guerra de
Independencia ciudadanos suyos habían sufrido pérdidas. Mientras
resistía estas presiones poderosas por un lado, conseguía un empréstito
internacional por $10 millones por el otro, lo que representó otro
espaldarazo para la emergente república.
Como una señal adicional de independencia, Cuba emite su propia
moneda por primera vez en 1914. Se acuñaron monedas rigiéndose por
el patrón oro, pero no se dispuso la emisión de billetes. Menocal
comenzó su segundo período, al cual había sido reelecto,
justo 15 años después de instaurada la nación: el 20 de
mayo de 1917.
Las relaciones conflictivas entre obreros y patronos llevaron a la celebración
sin precedente de un congreso de trabajadores. La población contada en el
censo de 1919 arrojó 2.889,004 personas, un aumento de más del 50
por ciento en 20 años. Las inmigraciones provenientes de España,
Haití y Jamaica habían contribuido notablemente a este crecimiento
poblacional.
La Primera Guerra Mundial trajo aparejada la mayor riqueza en la historia
del país, que se produjo por los estratosféricos precios del azúcar,
y que quedó conocida para siempre como la danza de los millones (que
entonces representaban mucho más que ahora en poder adquisitivo). Todos
disfrutaron en mayor o menor cuantía de esta fiesta. Con el costo de
producción promedio a tres centavos la libra, el azúcar llegó
a cotizarze a más de 22 centavos, y las exportaciones del dulce casi
llegaron a mil millones de dólares. A precios actuales estas cifras serían
más de cinco veces las señaladas, haciendo de 1920 el año
pico de los precios y exportaciones de azúcar cubano.
De las vacas gordas se pasó a las raquíticas, ya que a finales
de ese propio año la superproducción de Cuba, entonces el mayor
exportador y productor de azúcar del mundo, no encontraba compradores a
precios mundiales de alrededor de cuatro centavos la libra. Esto trajo la
conmoción más infausta a la economía del país, dado
que el creciente desempleo detonó conflictos laborales a todo lo largo y
ancho del mismo. Más grave aún fue la desnacionalización de
Cuba, ya que los colonos y hacendados cubanos perdieron sus propiedades al no
poder pagar los préstamos concertados durante el boom.
Igual tragedia ocurrió con la banca cubana, que carente de capital
para enfrentar sus pérdidas por las múltiples quiebras de empresas
nacionales, y sufriendo una grave crisis de liquidez, tuvo con pocas excepciones
que terminar sus operaciones. Los beneficiarios de esta debacle fueron las
empresas azucareras foráneas, especialmente las americanas, que
terminaron controlando una buena parte de la industria y la agricultura del azúcar
en la nación.
Aún más extrema fue la desaparición de los bancos
cubanos, que prácticamente quedaron reducidos a una minúscula
expresión, mientras los de nacionalidad yanqui pasaron a controlar el
grueso de los depósitos y los activos bancarios, que antes, en alrededor
del 70 por ciento, estaban en manos cubanas.
El 20 de mayo de 1921 comenzó el período de Alfredo Zayas, el
primer presidente no veterano de las guerras de independencia, aunque su
vicepresidente fue el mayor general Francisco Carrillo. Comienza entonces el
proceso de recuperación de la economía cubana, con la consolidación
de la deuda del país. El presupuesto nacional se disminuye al reducirse
el ejército por licenciamientos y eliminarse obras públicas de
dudosa legitimidad. Los ingresos públicos aumentan a través de
gravámenes a las clases adineradas. La diversificación agrícola
se sustentó en la Ley de Refacción, que facilitó el
financiamiento de la producción.
La política exterior del presidente Zayas resaltó la creciente
importancia del país, lográndose entre otros el dominio final y
completo de la Isla de Pinos y la firma de un nuevo tratado de reciprocidad con
los Estados Unidos. Internamente, en este período se gozaron las más
altas expresiones de las libertades ciudadanas hasta entonces experimentadas.
Profesor y director en el departamento de economía de Florida
International University e investigador senior no residente de Brookings
Institution, Washington D.C.
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