Matrimonio
constitucional
Juan Carlos Linares, Cuba-Verdad
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - No bastan a Fidel Castro los cargos de
Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, Primer Secretario del Partido
Comunista de Cuba y Comandante en Jefe. Ahora acaba de incluir en su lista el
puesto de INTOCABLE. Algo así como un matrimonio constitucional entre él
y la "Carta Magna".
La senil jugada no va más allá del propósito, nunca
confeso, de impedir la acción legal del Proyecto Varela y de paso cortar
el apoyo internacional que el mismo venía recibiendo.
Algunos promotores del Proyecto Varela han asegurado que continuarán
adelante con la campaña de recogida de firmas para el referendum popular.
"Contamos con miles de cubanos que nos apoyan", dijo Regis Iglesias,
mientras que Antonio Díaz Sánchez declaró que "el
Varela tiene suficiente fuerza legal y moral para existir por sí mismo".
La premura con la cual Castro procura apagar los ánimos de la oposición
interna revela la decadencia del sistema totalitario y el temor al contexto político
nacional e internacional.
El acto de niño malcriado que evade la derrota del juego callejero
llevándose a su casa el bate y la pelota no frenará los cambios
sociales ni aminorará la madurez creciente de la oposición pacífica,
que cada día se resigna menos a la falta de derechos impuesta por el régimen.
En mi opinión, tres designios nos liberarían:
1- Invasión externa 2- Sublevación popular 3- Transición
pacífica
Respetando todas las opiniones me inclino por la última. Sería
la más responsable y beneficiosa si se comprende la estrategia civilista
y se obtiene para ella el mayor número de cubanos que viven dentro y
fuera de la Isla. El apoyo diplomático de los estados democráticos
es indispensable para esta causa.
Para algunos cubanos la Constitución de la República es papel
mojado. Para otros, es algo peor. Para unos y otros es la Constitución
del país. No hay otra. En ese terreno deberá pelear la oposición
interna. Esa pudiera ser la mejor alternativa legal de desobediencia civil y
quizás la única viable hasta tanto no se incentiven nuevas formas
de lucha pacífica.
Hacer que el régimen respete algunos artículos de su
constitución sería obligarlo a beber su propio veneno. La
democracia siempre anda cerca de los derechos. El miedo, el chantaje y la
desinformación son las llaves más eficaces del régimen. No
existe actualmente poder de convocatoria para romper esas claves.
El surrealismo político de las viejas generaciones en el exilio debe
abrirse al realismo de los que encaran con firmeza y valentía la
dictadura en su propia casa. En Cuba está el cambio, afuera la ayuda. Esa
regla no se puede omitir. El gobierno norteamericano está obligado a
comprender los detalles mejor que nadie.
No hay que esperar la muerte de Castro, como muchos opinan. El desenlace aquí
pudiera ser a la chilena y no a la española de Franco. Así el
happy ending sería más justo. Que el "gladiador en jefe"
tenga la oportunidad de ver la alegría de sus ex reprimidos y el asombro
de los encantados.
Ahora es el momento, antes de que continúen deshojándose los
valores de la nación. Ojalá un día despertemos con la
noticia de que nos cambiaron hasta el nombre, como dijo alguien con tono jocoso
durante el período colonial: "Y a partir de hoy vivimos en la República
de Cuca".
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