Donde el pan
es un símbolo
Tania Díaz Castro
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Vive en Valle, un barrio marginal de
Caracas. Se llama Jesús Jiménez Landaeta y coce pan para los que
viven allí. Según periodistas cubanos que recientemente visitaron
Venezuela, la casa de Jesús es muy humilde y en el fondo él y su
esposa hacen cada día unas doscientas flautas de pan, a precios muy económicos
y de gran calidad.
Los periodistas cubanos destacan en su crónica que Jesús Jiménez
apoya al presidente Hugo Chávez con todas sus fuerzas, que este pequeño
comerciante sólo por ser partidario del gobierno chavista fue buscado por
la policía durante los días que la oposición venezolana
tomara el poder, y que los vecinos de Valle no lo delataron cuando el panadero
se escondió.
Me pregunto qué ocurriría si Jesús el venezolano
tuviera acceso a Internet y se pudiera relacionar con un cubano nombrado Gabriel
Martínez Sosa, un jubilado que tampoco tiene Internet, vecino de Santos
Suárez, reparto del municipio habanero Diez de Octubre. Gabriel Martínez
se hizo famoso en la prensa cubana porque durante largos se entretuvo enviando
cartas a funcionarios del gobierno castrista, sólo para informarles cuánto
le faltaba al pan de peso y calidad, tanto en la panadería donde él
compra, por supuesto estatal, como en muchas otras.
La misma prensa oficialista del mes de agosto de 2000 puntualizó que
las cartas del señor Martínez no habían sido respondidas
jamás. Antes y después de este suceso, el pan cubano adolece del
mismo mal. Cuando el Estado lo confiscó todo, incluso hasta los
chinchales y timbiriches, como la panadería que posee Jesús Jiménez
allá en Venezuela, el pan nunca volvió a tener la calidad de
antes, a no ser el que se hace hoy para el turismo o para la venta en dólares.
Para la población basta una bolita casi siempre con menos de ochenta
gramos, de mala calidad, que se vende diariamente a cada cubano al precio de
cinco centavos de peso.
La suerte de Jesús Jiménez y de los demás panaderos
venezolanos es que Chávez no podrá convertirse en dictador, así
imite las leyes de Stalin o de Fidel Castro. Venezuela cuenta con una estructura
democrática muy difícil de demoler y supongo, para bien de su
población, que no habrá tantos ingenuos como Jesús, que
defienden el chavismo a pesar de ser pequeños comerciantes.
Eso quisiéramos nosotros los cubanos, tener todavía panaderos
privados y encargarles, por ejemplo, un pan de huevo, de ajonjolí, de azúcar,
de ajo, de cebolla o higos, y hasta un pan francés o candeal.
No, por supuesto que no le deseo un pan castrista de 80 gramos a cada
venezolano, muchas veces sin sal y sin manteca.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|