El país
más próspero del mundo
Miriam Leiva
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Cuando se leen los análisis de
los expertos sobre la situación actual de la economía cubana, se
puede llegar a la conclusión de que existe una crisis. Hablan del escaso
crecimiento del producto interno bruto, la disminución del turismo y la
zafra azucarera, la caída de los precios del níquel y del azúcar,
el alza de los precios del petróleo y muchas cosas más.
Se refieren a la baja productividad del trabajo, fundamentalmente debido a
la carencia de incentivo del hombre por los bajos salarios y la imposibilidad de
aplicar sus iniciativas.
Al parecer, en el caso de Cuba se aplica un gran tecnicismo, lo que lleva al
error, pues las apariencias demuestran que el agobiado país es el más
próspero del mundo.
Si ciertamente el trabajo constituye la fuente de riquezas, cómo
explicar que en el archipiélago cubano asiduamente se cancelen las
labores para posibilitar la participación en actividades políticas.
En el transcurso de 2002 la campaña ideológica contra el
enemigo imperialista se ha intensificado. No se sabe si se le ha dañado
en algún aspecto, pero sí se evidencia que la economía
cubana tiene que haberse lesionado, y de ello no se puede culpar al Satanás
norteño.
¿Cuánto se ha dejado de producir?
¿Cuánto combustible se ha necesitado para mover a los cientos de
miles de personas que han participado en desfiles y concentraciones en todo el
país?
Según se conoce, Cuba sólo extrae petróleo para cubrir
la mayor parte de su producción de energía eléctrica. El
necesario para el resto de las actividades, debe importarlo. Se dice que
Venezuela ha suspendido los envíos por falta de pago.
Luego de la oficialmente anunciada "aplastante victoria" de los
Comités de Defensa de la Revolución en la recolección de
firmas (99.25 por ciento de las personas aptas para votar) para respaldar la
solicitud de las organizaciones de masas a fin de modificar la Constitución
y convertir al régimen en "intocable", la Asamblea Nacional del
Poder Popular se reunió el 24 y el 25 de junio para refrendar el poder
omnímodo.
Teniendo en cuenta la "importancia" de los pronunciamientos de los
diputados, quienes tendrán que expresarse individualmente a viva voz
antes de votar por la reforma constitucional, el gobierno decidió
suspender las actividades laborales estos días, con excepción de
las imprescindibles. La nación quedó prácticamente
paralizada, para que todo el pueblo "se informara" a través de
la televisión y la radio.
Lógicamente, ello influirá en trabajos sociales importantes
como la educación, que a fines de junio se encuentra enfrascada en exámenes,
los que tendrán que ser reprogramadas para inconveniencia de alumnos y
profesores, quienes se preparan para ascender en sus estudios y disfrutar de
merecidas vacaciones.
Muy posiblemente la próxima Mesa Redonda de la televisión
cubana cantará a los éxitos de este "combate", imprecará
a los disidentes y a quienes los secundaron venciendo el miedo para, mediante el
Proyecto Varela, solicitar cambios a la Constitución que propicien el
inicio de la democratización. Por supuesto, no es de esperar que invoque
al Proyecto Varela como causa de la supuesta consulta popular realizada en días
pasados, si bien se siguieron los cauces legales utilizados por el mismo, y que
ahora se pretenden eliminar.
Sin embargo, parece improbable que se aborde la economía cubana,
aunque sea para tratar de convencer de lo contrario a quienes objetivamente
interpretan las cifras y están persuadidos de que se encuentra sumida en
una crisis, que se agudiza.
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