A paso de
bastón: ¿acaso una protesta?
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Al paso de mi bastón me está
sorprendiendo en las tiendas dolarizadas de La Habana una de las imágenes
más absurdas que he podido ver en los últimos años, al
punto de pensar si tras el disparate se oculta una protesta.
Cuba vive los efectos de una crisis energética que provoca un
inacabable contrapunto entre alcanzar ahorros de fuentes convencionales de energía
mediante su consumo más eficiente, y el empleo de fuentes renovables o,
simplemente, por medio de una reducción del consumo.
Las tiendas dolarizadas de La Habana no han escapado a ese contrapunto.
Regulaciones estatales les han ordenado reducir la potencia desplegada por sus
equipos de climatización, con la consecuencia de hacer de esos
establecimientos algo parecido a hornos donde se cuecen vendedores y clientes,
pues el diseño de esos comercios presupone la existencia de una
climatización adecuada. De este modo lugares como Ultra, La Época
y la Plaza de Carlos III han devenido en sitios donde se hace normal el espectáculo
de una multitud sudorosa, enfrentada a vendedores de rostro contrito y ademanes
al borde del desmayo.
En crónica anterior señalé el atentado al fuero del
consumidor representado por dicha práctica. Los clientes no sólo
pagan en dólares las mercancías adquiridas, sino además su
derecho a hacerlo bajo las temperaturas agradables previstas por un diseño
comercial, entre otros motivos, condicionado por la lógica seguridad en
las operaciones. De este modo, y considerando los precios, la reducción
de potencia en los equipos de climatización se presenta como una suerte
de robo al consumidor -robo de estado además- por cuanto el mismo está
pagando por algo que no recibe.
La prensa oficiosa de Cuba ha hecho silencio sobre la naturaleza del
atentado, pese a que de vez en cuando el tema de la protección de los
derechos del consumidor se pone de moda en sus páginas. Entretanto, los
trabajadores de las tiendas dolarizadas, sometidos a jornadas laborales
calificables como absolutamente anormales, han recurrido a una práctica
donde una arista kafkiana parece traducirse en muda protesta: junto al operar a
media potencia de los equipos de climatización, han instalado en los
departamentos de esos comercios nada menos que ¡ventiladores eléctricos!
Kafka, puro Kafka en bermudas de turista, la jinetera colgada del brazo.
Equipos de climatización a media potencia y decenas, si no cientos, de
ventiladores eléctricos consumiendo la energía que deben emplear
los sistemas de acondicionamiento de aire. Desde luego, el normal raciocinio se
pregunta a dónde han ido a parar las organizaciones sindicales oficiosas,
los convenios laborales colectivos, la protección e higiene del trabajo
y, en fin, la civilidad laboral no reñida con el ejercicio de derechos
diz que garantizados por una Constitución ahora en proceso de ser
declarada "intocable".
Parte del absurdo contradice a las declaraciones oficiales en materia energética,
las cuales imputan al llamado "pico eléctrico" el mayor
sobreconsumo de electricidad, incluido el derivado del despilfarro de una
deficiente administración estatal de la energía eléctrica.
Tal llamado "pico" se corresponde con los horarios de 6 a 10 de la
noche, los de máxima demanda en Cuba. Pues bien, a esas horas se cuentan
con los dedos de las manos las tiendas dolarizadas en operaciones, de donde se
desprende el carácter doblemente injustificado de la reducción de
la potencia de climatización en esos establecimientos, por cuanto el
aparente ahorro logrado en ellos deviene ocultamiento de la responsabilidad de
los verdaderos culpables de despilfarro.
Entretanto, Kafka paga por una relación jinetera, entre sudores
provocados por una climatización a media potencia, malamente aliviados
por el girar de un ventilador eléctrico.
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