Prohibido
prosperar
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, junio (www.cubanet.org) - Pese a que la pobreza que se abate
sobre los cubanos es oficialmente decretada por el régimen que los
gobierna, un puñado de criollos libra su propia batalla por escapar de
los índices de la sobrevivencia y acceder a algunos símbolos de la
prosperidad.
No es nada fácil, sin embargo, desentenderse de la bicicleta y el
picadillo de soya, único horizonte posible para la mayoría de los
cubanos. Construirse una vivienda de 3 cuartos con televisor a color y comprar
un cacharro americano de la década del 50 es una tarea que demanda de los
aspirantes a la prosperidad habilidades muy especiales y una determinación
de cruzado.
Porque prosperar es una actividad pletórica de suspicacias y
frecuentemente penalizada en la Isla. Mientras la mayoría de los
gobiernos del mundo -incluido el de China comunista- promocionan la generación
individual de riqueza, el gobierno cubano siente especial satisfacción
cuando puede cortar las alas a los ciudadanos que pretendan ascender hacia los
estratos del confort personal.
En la Isla todo está dispuesto para que abrir un negocio legalmente
sea punto menos que imposible. La obtención de una licencia para operar
un camión particular o remendar zapatos viejos podría tardar años
o devenir en algo imposible, a no ser que el demandante sea jubilado, impedido físico
o un ex figurón del régimen.
Pero si las puertas de la prosperidad legal están oficialmente
cerradas, la gente intenta entrar de cualquier modo, ya fuere por asalto o
connivencia, o por ambas inclusive.
Siempre al margen de la legalidad, en los centros urbanos más
importantes la gente ataca donde quiera que se ofrece la oportunidad. Se
elaboran productos industriales y se garantiza la prestación de todo tipo
de servicios. Cada vez que es posible, esta actividad privada se realiza a costa
de la economía estatal, aunque aparentemente la dinámica de la
informalidad en la Isla está ganando en autonomía. El poder y la
solvencia de sus "gerentes" así lo determinan.
En los pueblos de provincia y zonas periféricas los candidatos a la
prosperidad se dedican esencialmente a la producción y comercialización
de alimentos. Entre las "empresas" preferidas por estas clases
emergentes se encuentran la cría intensiva de cerdos y de pollos y la
siembra oportuna de hortalizas en tierras propias o ajenas.
El desarrollo de estas actividades también suele implicar la comisión
de varias ilegalidades y delitos en perjuicio de la economía estatal. En
ausencia de fuentes suministradoras privadas legalmente constituidas, la obtención
de piensos, fertilizantes, combustibles y medios de transporte depende
frecuentemente del robo a las entidades del gobierno.
Pero no se trata de una operación con violencia. Los luchadores de la
prosperidad han encontrado mejores métodos que el enfrentamiento o el
desconocimiento de las autoridades. La connivencia es una práctica común.
Regalar -sin mucha publicidad- un puerquito al jefe de la unidad policial, una
caja de refrescos al alcalde del pueblo, o una pierna de jamón al
inspector más cual, son útiles herramientas para franquear el
acceso a una vida mejor.
Es decir, pese a la voluntad estatista y proletarizante del régimen,
en la vida real no es fácil impedir que la vanguardia que permanece en la
Isla marche adelante en busca de lo que aquí se entiende por prosperidad,
aunque sea por un camino levantado sobre piedras robadas o mal habidas.
Casi no hay otra opción para levantar una vivienda de tres cuartos y
comprar un Chevrolet 57, de los que se reparan dos veces por semana.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|