Venta de
alimentos a precios topados
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - "Todo es mentira" -musitó
Carmen, joven vecina del barrio, al entrar en mi casa. Se sentó en mi
sillón, y dejó traslucir la carga emocional que la asfixiaba en
ese momento.
- Lo de los precios topados es puro cuento -me dijo-, cada día están
más caros los productos que venden en ferias y agromercados estatales.
Analicé las reflexiones de mi amiga. Es cierto que viandas,
hortalizas, frutas y frijoles han sufrido en esta provincia, durante los últimos
meses un incremento promedio en sus costos del 32, 8 por ciento.
Las carnes de cerdo y carnero mantienen valores más o menos estables,
oscilando entre los 20 y 22 pesos la libra en la red de establecimientos
gubernamentales con precios superiores topados. Pero la carne de cerdo tiene
baja calidad y la de carnero, en muchas ocasiones no está presente en las
tarimas de venta a la población.
La llegada de Carmen estimuló mi curiosidad. Me decidí a
realizar una investigación entre los usuarios y empleados de algunos de
estos comercios próximos a la zona donde resido.
Primero me dirigí al ubicado en Animas entre Soledad y Aramburu,
municipio Centro Habana. Observé los movimientos de una anciana que
llevaba sendas jabas vacías en sus brazos. Daba vueltas y más
vueltas entre las tarimas de productos. Se detenía por un momento, abría
su monedero, miraba en su interior, hacía un gesto de enfado, lo cerraba
y continuaba su camino. Me acerqué a ella e indagué sobre los
precios.
- Ay, mi hijo- respondió la señora. Hace seis meses un plátano
vianda costaba 70 centavos, el mazo de ajos 2 pesos 50 y el de cebolla 3 pesos.
Ahora valen 1 peso 50, 6 pesos y 8, respectivamente. ¡Cada día se me
hace la vida más difícil! ¿Qué puedo hacer yo? Recibo
una pensión mensual de noventa pesos. De continuar así el
encarecimiento de la vida, tomaré leche y comeré lo que me dan por
la libreta de abastecimientos los primeros quince días del mes. El resto,
veré qué como y dónde.
La señora salió del local. Sus jabas estaban tan vacías
como cuando llegó.
Salí del área comercial. Subí a mi bicicleta y avancé
en dirección al mercado-feria ubicado en la intersección de las
calles 17 y K, en El Vedado. Los precios en este lugar son similares al
anterior. Fui al local donde venden carnes. No ofertaban la de carnero, pero sí
la de cerdo. Los precios: 20 pesos la libra de paleta, lomo y pernil. Me convertí
en un potencial comprador. Los trozos de carne en venta tenían mucha
grasa y hueso, y poca fibra. Inquirí con el carnicero por qué no
vendían la carne limpia en lonjas aunque la cobraran más cara, a
35 pesos, como en los agromercados campesinos. Me respondió que no podían
comercializarla a precios superiores a los expuestos porque ese límite lo
ponía el gobierno. Fue entonces que me hizo una propuesta interesante:
- Yo puedo venderle la carne con hueso y grasa, se la fileteo, después
le compro la grasa y lo huesos y Ud. ahorra un poco de dinero. Accedí.
Quería llegar hasta la almendra del asunto. Cortó un pedazo que
pesó 4 y media libras. Me costó 90 pesos. La fileteó y
luego de quitarle huesos y grasa, obtuve dos libras y unas pocas onzas de carne.
Me devolvió 12 pesos y se quedó con esos subproductos. En resumen,
gasté 78 pesos por el alimento que en el mercado campesino me hubiese
costado 70, y no hubiera perdido tanto tiempo observando su destreza como
matarife. Era un negocio redondo... para el carnicero.
Me encaminé entonces al mercado de Tulipán y Rancho Boyeros.
Precios y negocio se mantenían igual que en los anteriores. Me llamó
la atención la llegada de un camión cargado de coles. Su precio en
tablas era de 2.50 la unidad. Pero no tenían en existencia. Me acerqué
a los dependientes y les pregunté si podían venderme dos. Uno de
ellos me respondió: "No están a la venta en estos momentos.
Pero si usted las desea ahora yo le vendo la carga completa, pero a 5 pesos la
pieza". Es decir, al 200 por ciento más del precio establecido. Me
retiré del lugar ¿complacido? con los resultados, y seguí
hacia el mercado que se encuentra en La Palma (Porvenir y Calzada de Managua).
Los precios no variaron. Casi siempre hay vehículos cargados de alimentos
que tienen alta demanda, y que no los ofertan en los puntos de venta. La razón:
para venderlos más caro a personas que los necesitan más.
Debo añadir que en las provincias del interior del país el
comportamiento de los precios en los mercados topados empeora, aunque en
apariencia éstos sean más bajos. Lo cierto es que la población
de esas regiones dispone de menos recursos financieros y la oferta de carnes y
productos del agro es inferior en cantidad y variedad.
Moraleja: Carmen tenía razón: los precios suben como la
espuma, oficial y extraoficialmente. En Cuba el pueblo siempre pierde.
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