País
de milagros o reacción al Proyecto Varela
Miriam Leiva
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - El 98.97 por ciento de los ciudadanos
aptos para votar en Cuba firmaron públicamente en apoyo a la solicitud de
las organizaciones de masas a la Asamblea Nacional del Poder Popular, a fin de
que se apruebe que el "régimen político, económico y
social imperante es intocable", según informó el secretario
general de la Central de Trabajadores de Cuba, Pedro Ross, el 18 de junio
durante la Mesa Redonda de la televisión.
Es una pena que no obtengan iguales resultados en la producción y en
la administración de la economía. Pero claro, ellos constituirían
retos sacrílegos al milagro de convertir panes en peces realizado por
Jesucristo. Por tanto, debemos agradecer el haber llegado a la convicción
de que semejantes logros son imposibles, como cualquier simple mortal habría
concluido si analizara la situación imperante.
En el 1.03 por ciento que no acudió a las mesas custodiadas por los
Comités de Defensa de la Revolución (CDR) se suponen incluidos los
opositores al gobierno y quienes manifestaron libremente su opinión. No
obstante, esta cifra podría ser aún inferior, porque Ross señaló
que faltan datos por cuantificar.
Habría que preguntarse si el alto porcentaje anunciado expresa un
apoyo real. De ser así, dónde están los cientos de miles de
cubanos y sus familias que han enviado su solicitud para participar en el sorteo
de visas a fin de marcharse a los Estados Unidos, dónde se encuentran
quienes diariamente concurren a las embajadas para presentar las cartas de
invitación enviadas por amigos o las certificaciones de matrimonio con
extranjeros también en búsqueda de visas, dónde se esconden
los potenciales balseros que saltan diariamente al peligroso Estrecho de la
Florida. ¿Qué motiva ese abrumador apoyo a los dictados del régimen?
En primer lugar, la supuesta consulta popular evidencia el miedo imperante
en la sociedad cubana. ¿Cómo pensar que un proceso controlado por
los CDR pueda ofrecer un cuadro confiable?
Téngase en cuenta que esas organizaciones de masas existentes en cada
cuadra han tenido por objetivo fundamental la vigilancia y denuncia de cada
ciudadano durante más de 40 años. En Cuba, el único
empleador es el Estado, para obtener empleo, especialmente en los sectores
generadores de moneda dura como el turismo y las tiendas recaudadoras de
divisas, se requiere la opinión del CDR de la cuadra. Quien vende en el
mercado negro, muy común en estos tiempos de carencias materiales, no
quiere ser señalado por el CDR. Si se desea cursar estudios superiores
debe recordarse que las universidades son "para los revolucionarios".
Por increíble que parezca, muchas personas concurrieron a cumplir con
el trámite pues temieron que una información del CDR los privara
de recibir la famosa tarjeta blanca o permiso del Departamento de Inmigración
para abandonar el país, ya con una visa en su pasaporte.
Motivos diversos podrían citarse y muy posiblemente quien no esté
en el contexto o no haya visitado Cuba encontrará muy difícil
entender cuán extraordinaria es la presión sicológica acá.
Lamentablemente, los cubanos viven atrapados en contradicciones que han
trocado todo el sistema de valores. Es más, los valores tradicionales han
desaparecido pero en su lugar no han surgido otros mejores. Mucho se ha hablado
de la doble moral existente. Es imposible coartar el ejercicio de pensar, pero
cuando desde pequeño se debe actuar de forma opuesta a la lógica
mental o fingir perennemente ello puede convertirse en costumbre.
Eso parece estar sucediendo al sistema cubano. Tanto tiempo lleva imponiéndolo
a sus ciudadanos que parece llegar a creerlo. Este apoyo colosal que anunció
haber recibido demuestra desprecio por su pueblo y le resta credibilidad ante
cualquier gobierno extranjero.
¿No sería más sensato reconocer que el Proyecto Varela,
con sólo 11 mil firmas de cubanos sobrepuestos al miedo, le ha planteado
un reto por primera vez en 42 años?
Cuando el Proyecto Varela ha solicitado un referéndum basado en la
Constitución vigente, en lugar de actuar legalmente mediante su
convocatoria, el gobierno manipula a los ciudadanos, utiliza los mismos artículos
de esa Constitución para milagrosamente exhibir un apoyo popular
compulsado y ni siquiera demostrarse a sí mismo hasta donde llega el
respaldo efectivo con que cuenta.
Pero el autoengaño puede depararle sorpresas en el futuro si la
actual debacle económica desbordara la capacidad de sacrificio y
resistencia de los cubanos.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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