Versos
fatales inspirados en Fidel Castro
Tania Díaz Castro
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Por la década del cincuenta del
siglo pasado, en pleno régimen dictatorial de Fulgencio Batista, dos de
los poetas más representativos de Cuba se inspiraron en Fidel Castro para
escribir unos versos. El primero de estos poetas fue Francisco Riverón
Hernández (Güines, 1917-1975), autor de numerosos libros, publicados
casi todos por aquellos años.
El poema de Riverón, titulado "Gracias, Fidel", fue escrito
precisamente el día del desembarco del Granma, el 2 de diciembre de 1956,
cuando Fidel Castro llegó a las costas cubanas para convertirse en
guerrillero. El poema fue desconocido por todos sus amigos, entre ellos la
autora de esta crónica.
El otro poeta fue una mujer, también autora de varios libros de poesía
y ganadora de premios por los años cincuenta. Su nombre: Carilda Oliver
Labra (Matanzas, 1924). Obtuvo su fama con el libro "Al sur de mi garganta",
editado en el año 1949. Su poema "Canto a Fidel" lo escribió
a finales de 1957 y según consta en uno de sus libros, editado en 1988,
fue enviado a la Sierra Maestra con el fin de que llegara a manos de Fidel. Además,
se dice que fue leído al inaugurarse la radioemisora del III Frente
Oriental Mario Muñoz, el 3 de septiembre de 1958.
La historia de estos poemas, posiblemente los únicos que escribieran
por aquella época escritores de renombre nacional, resultó fatal
para sus autores. Tanto Riverón como Carilda fueron condenados a un total
ostracismo no precisamente bajo la dictadura de Batista sino por el propio Fidel
Castro, que no toleró que Carilda se convirtiera en una ermitaña
dentro de su casa y no vistiera el uniforme de miliciana o pidiera paredón
para los enemigos en plena calle.
Ni siquiera la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) la
reconoció como miembro los primeros veinte años de régimen
castrista. En 1987 se publicó una antología con sus versos "Calzada
de Tirry 81", editada por la UNEAC y donde aparece por primera vez su poema
"Canto a Fidel".
Riverón corrió peor suerte bajo el régimen de Fidel
Castro, pues no sólo fue marginado e ignorado hasta el día de hoy
sino que la policía política lo tenía todo el tiempo
vigilado. Riverón guardaba en su casa algunos libros de poesía
criticando al régimen totalitario de Cuba, razón por la que
miembros de la Seguridad del Estado registraron el inmueble y ocuparon todos los
libros inéditos. Además, recibió la orden de que su vieja máquina
de escribir no volviera a sonar. Años más tarde copia de toda la
obra inédita y disidente llegó a manos de su familia en el exilio.
Triste historia de dos poetas que sí respondieron a su momento histórico.
En la dictadura de Batista no recibieron malos tratos ni fueron silenciados,
perseguidos, encarcelados, ni se vieron forzados a marchar al exilio. En la otra
dictadura, la de Fidel Castro, permanecieron muertos en vida durante largos años.
No importa que Carilda haya querido resucitar después de veinte años
de silencio. Los que la admiramos ayer, la queremos hoy todavía. Pero su
mejor amigo y maestro de la décima, muerto de verdad en 1975, nuestro
inolvidable Francisco Riverón Hernández, aquel tierno campesino,
se marchó con su alma sonora, que de tanto dolor que sintió en su
pecho le costara el corazón.
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