El color de
la mirada
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - En Cuba los prejuicios cogen aún
por el cuello a mucha gente. Desgraciadamente. Y si de prejuicios raciales se
trata, bastante más. La tendencia marcada por los prejuicios raciales
provoca una especie de neblina. Hay quien en su ceguera niega cualquier
oportunidad a cualquier persona que no ostente una piel de tono caucásico.
Su mirada tiene filtro de color.
Ese filtro de color en la mirada empuja a escribir con mezcla de pudor y
beatería santurrona que "antes del 1959 habían pocos
elementos de segregación racial en la sociedad cubana". Impide
identificar cuántos profesionales negros y mestizos existen hoy en Cuba,
aunque cabría preguntarle al presunto indagador sociológico qué
entiende por profesional.
Pero el límite del extremo del prejuicio racial embozado, agazapado
entre los folículos del vello capilar de un biotipo caucásico, es
el de atacar al régimen de Castro esgrimiendo la tendencia
discriminatoria subyacente en la sociedad cubana actual provocada por los
prejuicios raciales y negarle a la masa poblacional de negros y mestizos cubanos
el presente y hasta el futuro. ¡No me defiendas, compadre!
Desterrados así a un limbo meta-histórico, los negros y
mestizos cubanos (detesto ese eufemismo de hipocresía racista "de
color") se hallan embargados de golpe y porrazo de alguna redención.
Es una manera -por familiaridad de manierismos y poses- de estar a la moda.
Es una nostalgia recurrente de blanqueamiento de la sociedad y muy enraizada en
el "miedo al negro" surgido en el siglo XIX cubano. ¡Todavía
a estas alturas! Sin adentrarme mucho en las entretelas del subconciente, pues
no puedo dejar de inclinarme a recordar cuánto de relación hay
entre la líbido, los rechazos embozados y los deseos hormonales
reprimidos por causa de prejuiciadas convenciones sociales.
Para colmo, un párrafo que comience por exponer que "cuando Cuba
se normalice (atención al verbo normalizar) los exiliados regresarán
y, naturalmente, beneficiarán primero a sus parientes blancos: volverán
a quedar relegados los de origen africano", sólo equivale a afirmar
que en Cuba negro y desgracia no es más que una simple redundancia.
Y a no dejarle otra opción a la masa de negros y mestizos cubanos que
la de gritar: ¡Socialismo o Muerte! Porque de un mal mayor, el menor es el
más socorrido.
Tal es la monstruosidad del pensamiento marcado por el prejuicio racial que
se le niegue a los negros el derecho hasta a discrepar, a oponerse. En Cuba
entonces para ser opositor hay que ser blanco, en definitiva. ¿Para qué
pretender que la nación cubana se una si, claro está, la fractura
del prejuicio racial impedirá que se cierren, una vez más, las
grietas del desacuerdo?
Hay mucho peligro cuando se manipulan ideas fundadas en conceptos tan
sinuosos, no exentos de ambigüedad. Una Cuba "normalizada" bajo
hegemonía blanca, ¿no es lo mismo que aquella de 1902? Cuidado,
mucho peligro cuando en estos momentos en que se pretende darle cierta movilidad
al "inmovilismo", tendencias regresivas y disgregantes tratan de
ascender a la superficie en el campo de la oposición. ¿Para
beneficio de quién?
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