Memorias de
la Plaza (XLII)
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - "Del tirano es inútil la saña",
me he repetido durante este año y siete meses que ha durado mi encierro
forzoso por parte de las fuerzas represivas cubanas, recordando los avatares del
primer gran, y auténtico, poeta de mi país, para resistir con
autenticidad también yo los rigores a que me han sometido mis designios,
o mis decisiones. Pero, a veces, he sonreído, tristemente, añadiéndole
una coletilla: y del poeta es inútil la oposición y resistencia
frente al tirano.
Es muy breve la vida del ser humano y muy largo el afán de
convertirse, a la primera oportunidad, en tirano tan cruel como contra el que se
lucha; es como si la educación que hemos recibido desde que los
Descubridores hollaran nuestro suelo nos hubiera sembrado en el alma la semilla
de un tiranuelo que, agazapado, espera sólo el instante propicio para
germinar.
Los poetas deben dedicarse a la belleza que le es dado percibir y recrear,
pero, al menos los poetas cubanos, se han empecinado en sacrificar sus vidas y
su sensibilidad en oponerse a los tiranos, y las más de las veces han
terminado retractándose. O se han convertido en amanuenses de apologías
y discursos que les han impuesto a cambio del plato de lentejas.
La vida política cubana a lo largo de su historia ha sido una fiesta
de alharacas sediciosas y retractaciones vergonzosas. Sobran los ejemplos. Desde
la primera conspiración, aquella de los Soles y Rayos de Bolívar,
hasta de las que he podido ser testigo, me han convencido de que nunca faltan
razones para que los tiranos se hayan dado, y se den, el apetitoso gustazo de
publicar sus victorias sobre quienes han implorado su perdón y
benevolencia, después de habérseles rebelado. El hecho se repite
hasta la náusea. Y el resultado siempre ha sido el mismo: el retractado
descubre, al final, que nunca debió apelar al opresor para aliviar sus
penas, porque el tirano se vanagloria entonces de haberlo reducido y lo divulga
como muestra de su triunfo, y los que creían en el rebelado lo purgan y
lo estigmatizan, y los oportunistas y manipuladores de siempre lo usan para sus
planes macabros.
No hay retractación posible para el que una vez se rebeló y
escogió el camino de la lucha. Son dignificantes las agonías
sufridas con entereza. Crece el alma de quien no flaquea. Del tirano se huye a
tiempo, y se ponen a salvo los sueños, como ha sido, y es, costumbre en
mi tierra dolorosa desde que tengo memorias y noticias, o se enfrenta sin
temores.
Si me faltara el ejemplo de Martí, ahora lo inventaría: ¿Del
tirano? Del tirano / Di más, di todo y clava, / Con furia de mano
esclava, / Sobre su oprobio al tirano. No pidió permisos ni se retractó.
¿De qué vale suplicar frente a la fuerza bárbara del tirano?
Siempre habrá un tirano y siempre habrá un poeta. De paradigma
servirán los dos, según quien escoja y quiera ser sátrapa o
bardo. Los poetas que se inmiscuyan en la lucha contra los tiranos han de saber
que no tendrán espacio ni para los versos, aunque el alma les explote de
poesía. Los tiranos ni aman ni temen la poesía; a lo sumo, la usan
cuando la requieren. La patria de la poesía es la belleza; la política
no es bella, al menos en el sagrado sentido poético, la política
es la patria de las intrigas sórdidas, de las ingratitudes, las penas,
los agravios, las victorias provisionales, las derrotas peligrosas, las
decisiones sin alma, los sacrificios inútiles, y para ello debe estar
dispuesto el poeta que ose enfrentarse al tirano, o seguirlo, porque el que
sigue a un tirano también mata la poesía.
Muchas veces pude poner a salvo mis sueños de fábulas y
caireles. Abandonar la savia que me nutría. Padecer la nostalgia. Dolerme
entonces de la ausencia de mis símbolos. Sufrir la angustia del
desarraigo. Pero decidí. Y mi decisión me obligó a
oponerme. Y mi oposición me condujo a la partida, ya con la poesía
muerta y los ímpetus desfallecidos, y entonces quisieron cobrarme más.
No he querido pagar el humillante precio de la retractación y han
dispuesto avasallarme. Yo moriré. Pero el tirano también morirá.
Pasará el tiempo. Y si acaso un verso, una frase mía, triunfara
del olvido, ningún investigador podrá descubrir que claudiqué
frente al tirano.
Manuel Vázquez Portal es el autor del poemario "Celda número
cero", publicado por CubaNet.
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