Un verano
caliente
Oscar Mario González, Grupo Decoro
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Nuestros veranos siempre son ardientes.
Es la época del año en que se revuelven el mosquito y el
escarabajo. Las palmas pugnan por llegar al cielo, la sangre del cubano sube de
temperatura.
Los días estivales invitan a la disipación. La marea humana
invade como nunca el paisaje urbano. En esta época, si usted lo prefiere,
puede recrear la vista un día de playa en uno de esos formidables cuerpos
femeninos cuyo impedimento a la total desnudez son las diminutas tangas que cada
año se tornan más pequeñas. Si lo desea puede ir al
acuarium nacional y gozar de la risa del payaso y del hijo, absortos ante el
gran pez multiculor. El hijo soñando con llevarlo a su pecera y el padre
soñando con llevarlo a la mesa.
También se puede dar una vuelta por el zoológico de la calle
26, y gozar cuando los monos se ríen de la gente y la gente se ríe
de los monos. Entre jaulas, sólo el viejo gorila (sobreviviente del
periodo especial), permanece serio y se complace en arrojar desechos de frutas y
de su digestión a los numerosos espectadores que pese a todo van a verle.
Podría además, llorar, reír, o ambas cosas, al
contemplar la multitud que se agolpa y atropella para abordar los camiones rumbo
a las playas del este habanero entre trifulcas y palabras bien feas, que el
pudor obliga a no repetir.
Pero no nos dejemos llevar por una visión superficial y concluir que
nuestros veranos son únicamente períodos de distracción.
Históricamente, en el agosto veraniego se gestó la primera
guerrita contra el primer presidente constitucional de la República, el
patriota Don Tomás Estrada Palma. En ese propio mes, pero del año
1933, el general Gerardo Machado (el que juraba que se iría del poder
envuelto en sangre antes que irse envuelto en mierda), puso pies en polvorosa
ante la presión popular, y huyó no precisamente envuelto en
sangre, sino en lo otro.
En el ardiente mes de julio de 1953 se derramó la mayor cantidad de
sangre inútil de la era republicana, hasta entonces, en aquella terrible
mañana del día 26. Y fue el 5 de agosto de 1994 cuando tuvo lugar
aquel maleconazo, donde por primera vez, en más de tres décadas de
tiranía, se escucharon los gritos de libertad, algo casi imposible de
imaginar bajo un régimen totalitario de inmensa vocación
represiva.
Felizmente, la actual oposición al régimen ha inaugurado un área
de lucha pacífica, cívica y patriótica, como negación
al odio y la violencia que tanto daño ha causado a la patria.
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