El Escambray:
Epílogo
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - La experiencia le decía a
Luciano Pacheco Ruiz que nada bueno le deparaba el destino. Sus opciones eran
pocas y malas: morir fusilado de inmediato por el enemigo o vivir muriendo en
las cárceles castristas. Su libre albedrío, en esta ocasión,
no decidiría.
De Topes de Collantes, provincia de Sancti Spíritus, fue trasladado a
las naves de fibrocemento de Condado, devenidas en cárcel provisional en
el pueblo Limones de Cantero, municipio de Trinidad. Había alrededor de
mil prisioneros. Muy pocos eran guerrilleros. La mayoría calificaba en la
categoría de sospechosos de apoyar a los insurgentes o colaboradores de
estos grupos. Allí se mantuvo durante seis meses, entre interrogatorios,
nuevas amenazas de muerte y torturas psíquicas.
"Medio año pasé en aquellas naves. Las sesiones de
interrogatorios eran interminables. Nos obligaban a estar parados en una misma
posición, sin movernos durante horas. Muchos nos desmayábamos.
Dormíamos en el suelo, comíamos lo imprescindible para continuar
viviendo. Cuando los investigadores consideraron concluido mi caso, cesaron las
entrevistas y creció mi incertidumbre. Cuando llegaba la noche temía
que me sacaran para fusilarme al fondo del cementerio. A otros detenidos se lo
hicieron. Formaba parte del procedimiento".
En septiembre de 1964 trasladaron a Luciano al cuartel general de la
Seguridad del Estado en la capital de la nación. El juicio fue celebrado
en el Tribunal Provincial de La Habana, sala de delitos contra la seguridad del
estado, causa 474/64. Sobre estos hechos Luciano comenta:
"Llegué a la ciudad el día 14. Me encerraron en el DSE
hasta el 16, día en que se inició la vista. Me acusaron de atentar
contra los poderes del estado. Las acusaciones giraban alrededor de mi
participación en la guerrilla. Comprobados los hechos, el fiscal pidió
la pena de muerte por fusilamiento, petición que al final se convirtió
en una condena a 20 años de cautiverio. En octubre de ese año me
enviaron a la cárcel de Santa Clara. A los pocos días salí
en una 'cordillera' (caravana militar que mueve a los presos de una penitenciaría
a otra) para la Cárcel Modelo de Isla de Pinos. Allí fui destinado
a la circular No. 2 como preso político. Las condiciones de vida para los
cautivos en este penal eran modelo, pero de deshumanización. Mala
alimentación, pésima atención médica. Las visitas se
producían entre ocho y doce meses por medio de unos separadores de malla,
para impedir el contacto físico con los familiares. Las celdas de las
circulares no tenían rejas, por lo que podías moverte de un piso
al otro. Eran pequeñas y albergaban a dos internados, pero generalmente
había tres y hasta cuatro. Se hacían dos recuentos en el día:
uno a las 6 y 30 de la mañana y el otro a las 10 de la noche. En ambos
debías pararte en el pasillo, frente a la celda. Se podía bajar al
patio interior central, sitio donde se encontraban los baños y distribuían
la comida. Miles de presos estaban obligados a trabajar en el campo, las
construcciones o en la marmolera. Quienes se negaba eran golpeados".
"El día -recuerda Pacheco- empezaba a las 5 y 30 de la mañana
y concluía a las 10 y 30 de la noche. A esa hora apagaban las luces
principales de la circular. Las requisas eran sorpresivas y semanales. Cuando se
producían debíamos bajar desnudos al patio central y agacharnos en
un rincón, vigilados por carceleros armados. Las pocas propiedades que
poseíamos eran lanzadas de las celdas al patio por los guardias. Pomos,
ropas, alimentos y recuerdos íntimos como retratos y cartas, quedaban
destruidos o extraviados. Cuando concluía era poco lo que podías
recuperar. Según el reglamento teníamos derecho a una hora de sol
al día, pero en realidad nos sacaban una hora cada diez o doce días".
Las relaciones entre los prisioneros eran fraternales. Con los militares
apenas se tenía contacto. Las agresiones corporales y castigos se producían
por cualquier motivo. A Pacheco Ruiz dos experiencias le afectaron mucho. La
primera, ocurrida con su hermano. La segunda, el asesinato a sangre fría
de un prisionero político.
"Nuestros guardianes eran violentos. Por una falta mínima
interpretada como indisciplina te clavaban la bayoneta en cualquier parte del
cuerpo. Luego recibías una fuerte paliza que te propinaban dos o tres
gendarmes, y luego te encerraban en un pequeño calabozo a media ración
alimenticia durante varios días. Mi hermano Orestes tuvo unas palabras
con un soldado y éste le propinó un bayonetazo en el abdomen. No
murió de hemorragia interna gracias al escándalo y las protestas
que hicimos. En otra ocasión un custodio le disparó a un preso en
el patio, delante de nosotros. Los proyectiles le salieron por las tetillas. Los
huecos eran enormes. Botaba sangre por todas partes. Murió allí
mismo sin recibir atención médica".
A raíz de la expedición de Playa Girón en 1961 la Cárcel
Modelo fue dinamitada por las autoridades de la prisión para que volara
junto con su población penal en caso de producirse un intento por
liberarla, o un enfrentamiento directo entre Cuba y los Estados Unidos.
"Hombres que guardaban prisión desde 1960 me informaron que la
dirección del reclusorio ordenó -en abril de 1961 y a finales del
propio año- dinamitar las circulares a través de unos túneles
que perforaron. Varios de nuestros hermanos se enteraron de las intenciones
gubernamentales y lograron llegar a los detonadores de las cargas y
desactivarlos. Con esta acción el régimen de Castro pretendió
convertir el presidio Modelo en una fosa común para miles de seres que
serían aplastados por decenas de miles de toneladas de acero y concreto".
En 1971 Luciano fue trasladado a la cárcel de Santana. A mediados de
1976, después de 12 años de encierro, fue puesto en libertad y
deportado al Pueblo Cautivo "Ramón López Peña",
municipio San Cristóbal, provincia de Pinar del Río, lugar donde
reside actualmente. Afirma que no abandonará el país que lo vio
nacer.
Aún mantiene sus vínculos con la disidencia política
interna y confía en que podrá mirar con sus propios ojos el fin de
la tiranía de Fidel Castro.
La luna en el Escambray: origen de la
guerrilla (I) / Héctor Maseda, Grupo Decoro
El Escambray: auge de la guerrilla (II) / Héctor
Maseda / Grupo Decoro
El Escambray: los anillos de la muerte (III) /
Héctor Maseda / Grupo Decoro
El Escambray: Exterminio de la guerrilla (IV)
/ Héctor Maseda / Grupo Decoro
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