CUBANET .INDEPENDIENTE

13 de junio, 2002


Ofensa a la inteligencia

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Las llamadas organizaciones de masas, que en Cuba sólo constituyen instrumentos de dominación del totalitarismo, han presentado una iniciativa de modificación constitucional destinada a perpetuar el régimen político, económico y social estatista, imperante desde hace más de 40 años, al que pretenden declarar intocable.

Tratan de justificar esta acción aduciendo que constituye una respuesta a los discursos del presidente George W. Bush, pronunciados en Washington y Miami el pasado 20 de mayo. El ardid no sorprende, pues se repite el gastado esquema de cultivar el nacionalismo mediante el llamado a la defensa frente al supuesto enemigo externo. Esta es una vieja argucia utilizada repetidamente por el totalitarismo en la historia universal, a fin de reprimir las ansias de libertad y democracia de los pueblos.

Resulta evidente que en esta ocasión, como en otras, no se persigue responder al mandatario extranjero sino desviar la atención de la crisis económica, social y política que se profundiza en el país, y crear las condiciones idóneas para continuar y posiblemente reforzar la represión contra los cubanos que pacíficamente reclaman cambios.

Es significativo que estas organizaciones de masas, autodefinidas defensoras del pueblo cubano, no hayan dicho ni una palabra sobre los incrementos de precios a productos esenciales para la población que se aplicaron recientemente, sin ninguna compensación a los salarios de los trabajadores y las pensiones de los jubilados.

Tampoco se han expresado acerca del anuncio de la desintegración parcial de la industria azucarera y los motivos que han producido esta medida.

Pero qué puede esperarse de organizaciones calladas durante años sobre la creciente dolarización de las finanzas nacionales y la destrucción de la moneda nacional; la segmentación de la sociedad entre quienes tienen dólares y quienes no lo poseen, sin relación alguna con el aporte del ciudadano al desarrollo del país; la constante descapitalización humana y material; la discriminación que sufren los cubanos en su propia tierra sin derecho a poseer negocios; los salarios de hambre y miseria que reciben los trabajadores y las pensiones que como promedio mensual no alcanzan la cifra equivalente a cinco dólares.

Nunca se han pronunciado ante la constante pérdida de valores espirituales en la sociedad y la doble moral; la erosión que desde hace años se evidencia en actividades donde se había obtenido ciertos avances (salud pública, educación, seguridad social); la terrible situación que enfrenta la población por la falta de alimentos, medicinas, viviendas, medios de transporte y la imposibilidad de disfrutar de hoteles y centros turísticos destinados únicamente a los extranjeros.

Jamás esos pretendidos defensores del pueblo se han referido a la desastrosa situación existente en los campos cubanos, arruinados por una política voluntarista que ha implantado el latifundio estatal, degradado la tierra, reducido su fertilidad, que ha frenado la capacidad creativa del campesino y convertido al país en importador neto de alimentos que perfectamente se pueden producir en Cuba, condenando a la ciudadanía a la precariedad.

En realidad, la iniciativa de modificación constitucional de ninguna forma apunta al fortalecimiento de la propiedad social, jamás existente en Cuba, sino al régimen estatista de los burócratas, por los burócratas y para los burócratas, que dura más de 43 años.

La llamada Iniciativa de Modificación Constitucional, con su ropaje seudosocialista y seudopatriótico, no es más que la respuesta del totalitarismo a las propuestas mesuradas y constructivas del Proyecto Varela, entregadas a la Asamblea Nacional del Poder Popular con las firmas de más de 11 mil cubanos, de acuerdo con los requisitos establecidos en la Constitución vigente. Es la reacción al discurso del ex presidente James Carter, quien noble y sabiamente ofreció sus buenos oficios para tender puentes entre Cuba y Estados Unidos de América.

Este paso indica la renuencia del régimen al diálogo y la promoción de soluciones pacíficas a la crisis general, que conduzcan a la reconciliación nacional.

Ahora ha quedado bien evidente su decisión a atrincherarse en sus posturas inmovilistas, su incapacidad incluso de realizar reformas económicas similares a las realizadas en China y Vietnam, al menos.

El enmascaramiento de esta maniobra resulta tan burdo que representa una ofensa a la inteligencia de los cubanos, pues lo único que persigue el gobierno es la defensa del poder absoluto mantenido por tantos años.


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