Ofensa a la
inteligencia
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Las llamadas organizaciones de masas,
que en Cuba sólo constituyen instrumentos de dominación del
totalitarismo, han presentado una iniciativa de modificación
constitucional destinada a perpetuar el régimen político, económico
y social estatista, imperante desde hace más de 40 años, al que
pretenden declarar intocable.
Tratan de justificar esta acción aduciendo que constituye una
respuesta a los discursos del presidente George W. Bush, pronunciados en
Washington y Miami el pasado 20 de mayo. El ardid no sorprende, pues se repite
el gastado esquema de cultivar el nacionalismo mediante el llamado a la defensa
frente al supuesto enemigo externo. Esta es una vieja argucia utilizada
repetidamente por el totalitarismo en la historia universal, a fin de reprimir
las ansias de libertad y democracia de los pueblos.
Resulta evidente que en esta ocasión, como en otras, no se persigue
responder al mandatario extranjero sino desviar la atención de la crisis
económica, social y política que se profundiza en el país,
y crear las condiciones idóneas para continuar y posiblemente reforzar la
represión contra los cubanos que pacíficamente reclaman cambios.
Es significativo que estas organizaciones de masas, autodefinidas defensoras
del pueblo cubano, no hayan dicho ni una palabra sobre los incrementos de
precios a productos esenciales para la población que se aplicaron
recientemente, sin ninguna compensación a los salarios de los
trabajadores y las pensiones de los jubilados.
Tampoco se han expresado acerca del anuncio de la desintegración
parcial de la industria azucarera y los motivos que han producido esta medida.
Pero qué puede esperarse de organizaciones calladas durante años
sobre la creciente dolarización de las finanzas nacionales y la destrucción
de la moneda nacional; la segmentación de la sociedad entre quienes
tienen dólares y quienes no lo poseen, sin relación alguna con el
aporte del ciudadano al desarrollo del país; la constante descapitalización
humana y material; la discriminación que sufren los cubanos en su propia
tierra sin derecho a poseer negocios; los salarios de hambre y miseria que
reciben los trabajadores y las pensiones que como promedio mensual no alcanzan
la cifra equivalente a cinco dólares.
Nunca se han pronunciado ante la constante pérdida de valores
espirituales en la sociedad y la doble moral; la erosión que desde hace años
se evidencia en actividades donde se había obtenido ciertos avances
(salud pública, educación, seguridad social); la terrible situación
que enfrenta la población por la falta de alimentos, medicinas,
viviendas, medios de transporte y la imposibilidad de disfrutar de hoteles y
centros turísticos destinados únicamente a los extranjeros.
Jamás esos pretendidos defensores del pueblo se han referido a la
desastrosa situación existente en los campos cubanos, arruinados por una
política voluntarista que ha implantado el latifundio estatal, degradado
la tierra, reducido su fertilidad, que ha frenado la capacidad creativa del
campesino y convertido al país en importador neto de alimentos que
perfectamente se pueden producir en Cuba, condenando a la ciudadanía a la
precariedad.
En realidad, la iniciativa de modificación constitucional de ninguna
forma apunta al fortalecimiento de la propiedad social, jamás existente
en Cuba, sino al régimen estatista de los burócratas, por los burócratas
y para los burócratas, que dura más de 43 años.
La llamada Iniciativa de Modificación Constitucional, con su ropaje
seudosocialista y seudopatriótico, no es más que la respuesta del
totalitarismo a las propuestas mesuradas y constructivas del Proyecto Varela,
entregadas a la Asamblea Nacional del Poder Popular con las firmas de más
de 11 mil cubanos, de acuerdo con los requisitos establecidos en la Constitución
vigente. Es la reacción al discurso del ex presidente James Carter, quien
noble y sabiamente ofreció sus buenos oficios para tender puentes entre
Cuba y Estados Unidos de América.
Este paso indica la renuencia del régimen al diálogo y la
promoción de soluciones pacíficas a la crisis general, que
conduzcan a la reconciliación nacional.
Ahora ha quedado bien evidente su decisión a atrincherarse en sus
posturas inmovilistas, su incapacidad incluso de realizar reformas económicas
similares a las realizadas en China y Vietnam, al menos.
El enmascaramiento de esta maniobra resulta tan burdo que representa una
ofensa a la inteligencia de los cubanos, pues lo único que persigue el
gobierno es la defensa del poder absoluto mantenido por tantos años.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|