Los precios,
el ruido y las nueces
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Magali, ama de casa residente en la
barriada de La Ceguera, se queja. Ileana, médica de un consultorio de la
familia que complementa su magro salario en moneda nacional ejerciendo el oficio
de manicure clandestina, se queja. Y Mirna, telefonista de armas tomar y
alopecia total en la lengua, dice que la medida implementada por el gobierno de
Fidel Castro es un auténtico descaro.
Así han reaccionado estas mujeres y madres ante la modificación
de precios en las tiendas de recaudación de divisas anunciada el 31 de
mayo por el Ministerio de Economía y Planificación de Cuba, y
puesta en vigor el 3 de junio tras una fiebre especulativa desatada por el rumor
finalmente confirmado por esa resolución, todo lo cual provocó
escenas vernáculas como la de ver a una muchedumbre de cubanos cargando
ventiladores a las dos manos, comprados apresuradamente en las llamadas
shoppings antes del eventual aumento de su precio.
El motivo despotricante de las enfurecidas féminas es simple. Aunque
el ministerio de marras anunció que la reforma citada "implicará
la rebaja de precios a una gama de productos de primera necesidad y amplio
consumo, en particular alimentos, y el incremento a una serie de artículos
que, aunque también necesarios, no resultan del mismo carácter",
a los ilustres economistas se les olvidó considerar que la salsa mayonesa
es para muchas madres cubanas un artículo de primerísima necesidad
por cuanto forma, junto a un humilde pan de 80 gramos, la merienda que dan a sus
hijos para llevar a la escuela, en un escenario donde la nutrición
escolar es puesta por unos cuantos entre signos de interrogación. Y un
frasco de ese producto ascendió de 3.70 dólares a 5.25
aproximadamente.
El ejemplo de la mayonesa, saltarín como liebre por diversos barrios
de La Habana, parece la confirmación de una ley económica: un
grupo de sesudos nunca podrá superar al mercado en determinar el valor de
algo, aunque afirmen en la nota del ministerio regenteado por José Luis
Rodríguez que para implementar las medidas "fueron analizados los
precios de 1,092 productos, el 75 por ciento de los que se ofertan (en las
tiendas de venta en dólares) y no todos han sido modificados". De
paso, acudan los ilustres economistas a la escuela elemental, a ver si aprenden
de una vez por todas que en castellano se dice "ofrece", no "oferta",
si de verbo se trata.
Bien conocido, el ruido enorme que desató la primero super rumorada
reforma de precios, finalmente confirmada por la nota ministerial, "casualmente"
posterior al reporte del periodismo independiente cubano publicado en CubaNet.
Por cierto, los cínicos, los irónicos, destacaron al comentar los
episodios que el gobierno de Fidel Castro había dejado por medio del
rumor desatado y la consiguiente fiebre compradora, ciertos dinerillos
necesarios para honrar impostergables deudas petroleras. Entretanto, el
humorismo cubano ya la tomó con el precio del dólar: decenas de
llamadas se recibieron en el servicio de información de la empresa telefónica
isleña con el propósito de conocer el número de las casas
de cambio, para así confirmar el nuevo rumor callejero según el
cual se produciría un descenso de la tasa de cambio dólar-peso,
actualmente a uno por 26 en La Habana. Una de las telefonistas provocó
risas de las buenas al informarle a un solicitante que el dólar descendería
a sólo tres pesos cubanos.
Sin embargo, el ruido, el inmenso ruido no debe hacer de vista la relativa
orfandad de nueces, si se compara el anuncio gubernamental con lo observado en
las tiendas de recaudación de divisas, a falta de una resolución
no divulgada como merece en lo concerniente a cuáles mercancías
aumentan o disminuyen de precio. No se olvide, bien vergonzoso el silencio
mantenido por la prensa oficiosa respecto a acontecimientos que literalmente
monopolizaron el interés de la opinión pública nacional.
Un recorrido de este periodista por varias tiendas de recaudación de
divisas de la capital mostró que, salvo casos como el de la mayonesa, no
hubo aumentos ni rebajas significativas, verdaderamente significativas, aunque
entre el ruido y las nueces sí aparecen motivos de interesante sospecha.
Tres vendedores de tiendas distintas afirmaron que en los documentos
inicialmente recibidos en sus establecimientos estaban previstos aumentos que
después se ordenó no aplicar, entre ellos a los precios de los
cigarrillos, las bebidas alcohólicas y los efectos electrodomésticos.
"Para los electrodomésticos venía un aumento de 30 por
ciento, lo cual significa que si un equipo de música costaba 300 dólares,
iba a costar 400" -expresó un vendedor de la Plaza de Carlos III.
Este periodista no ha podido confirmar en instancias oficiales lo dicho por
los vendedores, pero sí encontrar una barrera de silencio y temor. Al
intentar verificar la veracidad de lo que en un momento era rumor, la misma fue
negada por funcionarios del ministerio de Comercio Interior. Ahora, el texto
original de la resolución, la lista de aumentos o disminuciones de
precios, parece guardada en la cámara secreta de una logia masónica,
razón por la cual sí vale formular una hipótesis: desde lo
profundo de Cuba, desde una opinión pública sin dudas indignada,
una presión popular algún tipo de severa advertencia transmitió
a las alturas del poder. Sólo eso explica que del ruido sólo hayan
quedado nueces, aunque las madres se quejen por el aumento de precio de la
mayonesa.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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