Cuba en la
encrucijada del Año Internacional de la Montaña
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Transitamos por el Año
Internacional de la Montaña, declarado por Naciones Unidas en plausible
propósito de mejorar el desarrollo integral-armónico de las
elevaciones del planeta.
Aunque predomina el relieve llano en el archipiélago cubano, el 21
por ciento está conformado por montañas medias y bajas. El pico
real del Turquino es la mayor altura, con 1,974 metros.
Los ecosistemas de montaña contienen la mayor riqueza y diversidad
biológica de Cuba, con más del 70 por ciento de las plantas endémicas.
El reino animal, por su parte, dispone de no menos de 1,400 especies con alto
endemismo. Se tiene la certeza que podrían ser descubiertas cientos más
de uno y otro reino.
Uno solo de los mayores macizos montañosos: Nipe-Sagua-Baracoa, con
70 mil hectáreas -unos 700 kilómetros cuadrados-, para asombro de
todos, encierra la mayor variedad de especies vegetales, no sólo de Cuba,
sino que representa el 24 por ciento de la flora ¡de todo el planeta!,
comparable sólo con la isla de Nueva Macedonia en el Pacífico Sur.
El descubrimiento ha sido de tal envergadura que, unido a otros elementos
naturales y culturales, la UNESCO ha declarado toda la región Patrimonio
de la Humanidad, al que las autoridades cubanas han dado por nombre Parque
Nacional Alejandro Humboldt en recordación al sabio alemán
considerado el segundo descubridor de Cuba.
La categoría adquirida obligará al gobierno cubano a proteger
las riquezas naturales y las actividades socio-económicas. No podían
romper el ya frágil equilibrio del entorno, que incluso requiere mejoras.
Pero de nada habrá garantía absoluta si este propio gobierno no
admite la fiscalización internacional independiente. Son demasiados los
ecocidios denunciados con frecuencia que involucran a este propio gobierno.
Preocupación, no sin fundamento, por las especies que han
desaparecido o están por desaparecer como el carpintero real, cuyo hábitat
es precisamente este conglomerado de montañas boscosas.
De la flora, según especialistas, dispone de 905 especies endémicas
(pudieran descubrirse otras) lo que equivale a un tercio del total del archipiélago.
No en balde el mayor de los bosques pluviales de las Antillas y con los
exponentes florísticos más antiguos del país, como la
dracaena cubensis, el árbol dragón, y un tipo de pino único.
Como rareza natural se ha podido establecer especies similares del árbol
del dragón en ese otro emporio natural que es la isla de Madagascar,
también en Islas Canarias y algunas zonas del norte de Africa.
Por desgracia, este patrimonio natural de la humanidad atesora en sus entrañas
grandes riquezas minerales, incluso estratégicas para la industria bélica,
como níquel y cobalto, entre otros minerales. Tantas que está
considerada la cuarta reserva mundial de ambos metales.
El mineral es extraído de las montañas, a cielo abierto, a
expensas del desmonte del auténtico pino cubano (existen cuatro especies
endémicas en nuestro país) perjudicando también a la fauna
en la cadena alimenticia.
Para colmo, la industria procesadora del mineral está en Lengua de Pájaro,
un cayo-península asentada exactamente en la espléndida pero casi
difunta bahía de Levisa, al noreste de Holguín, donde tuvo su hábitat
el endémico y extinto pargo pinto, pez que al desaparecer parece estar
anticipando la Primavera Silenciosa.
Los hornos de las chimeneas de la fábrica de reducción del
mineral, sin adecuada protección, a pesar de algunas mejoras, lanzan al
espacio toneladas de polvo y mineral triturado. Sobre la gente y el pueblo
existe siempre una pertinaz nube de polvo negro-parduzco. Es la antigua Nicaro
Nickel Co., construida alrededor de medio siglo antes, hoy obsoleta, cuyo plan
de producción para este año es de 13 mil toneladas de mineral
procesado, pero el desbalance de la naturaleza no está en parte alguna.
Idéntico ocurre en este macizo montañoso de la provincia Holguín,
más al noreste con la enorme y anticuada fábrica de Moa, cuya
extracción de mineral también se obtiene a cielo abierto y con
desmonte.
La secular producción cafetalera es muy preocupante desde el ángulo
de la ecología, especialmente con el despulpe de los granos del café,
altamente contaminante, del que sólo ahora se comienza a introducir
algunas despulpadoras ecológicas adquiridas por compra en Colombia.
Los extensos "claros" a expensas del bosque para la ganadería
y la agricultura, para sostener a los habitantes serranos y grandes núcleos
urbanísticos, como Sagua de Tánamo, Nicaro, Moa, Baracoa y Guantánamo.
Pero no es todo. El eufemísticamente llamado Período Especial
(...de miserias) es el peor enemigo de los ecosistemas de montaña por las
siembras inadecuadas de subsistencia, la obtención de leña para
cocinar, la gulosa extracción de madera, minerales, frutos, que unido a
la construcción de vías, introducción de equipos pesados
para la extracción de grandes bolos y otro sinnúmero de factores,
inciden en la erosión de los suelos y el surgimiento de cárcavas
por drenajes inadecuados, ya apenas dejan espacio para las 25 especies de aves únicas
de estos parajes boscosos de montaña, ni a la jutía andaraz
-roedor carnívoro- ni al gavilán caguacero, ni al almiquí,
que se sospecha está extinto, ni a cientos de invertebrados.
Todos ellos y muchas otras especies de la flora y de la fauna que fueron en
su día antiguos y únicos dueños de montañas y
colinas, de llanuras, de costas y arrecifes, de ciénagas, todos están
en inminente peligro de desaparecer.
Preocupa ante todo la penosa, casi nula, educación ambientalista de
la población, que sólo dispone de lo poco que ofertan de
conocimientos los medios de divulgación masiva controlados por el Estado
de manera casi total, aunque muy metidos en la "batalla de ideas", y
hasta la prensa independiente, alternativa, se ocupa poco del tema tan vital.
El ecocidio por años no se circunscribe sólo a las
elevaciones: es casi total, independientemente de algunas "vitrinas"
oficiales, no obstante, encomiables.
¡Urgente hay que actuar! Y mucho. Lo piden todos. Lo pide también,
desde lo más hondo de los bosques de Baracoa, desesperadamente, la endémica
ranita cubana, la más pequeña de todo el planeta con apenas diez
milímetros en su estado adulto.
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