La magia de
la linterna
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Tal como una linterna traza un camino
de luz en un recinto cerrado y oscuro, se leen hoy los trabajos periodísticos
realizados hace 77 años por el Conde Kostia.
Aniceto Valdivia Sisay, "El Conde Kostia", nació el 20 de
abril de 1857 y falleció el 28 de enero de 1927. De él apuntó
Arturo Alfonso Roselló, al prologar el libro "Mi linterna mágina",
editado por el Instituto Nacional de Cultura del Ministerio de Educación
de Cuba en 1957: "El examen de su vida y de su obra revela una de las
personalidades más interesantes y representativas del medio cultural
cubano. Espigó en la poesía, en la crítica, en el ensayo,
en el periodismo polémico; fue un conferenciante y un autor dramático".
Compré el volumen de artículos y crónicas de Valdivia a
un librero de viejos libros en la Calzada de 10 de Octubre, por cuatro pesos. La
serie Grandes Periodistas Cubanos realizada por el Departamento de Publicaciones
del Instituto Nacional de Cultura dedicó el tomo 14 al Conde Kostia. En
los otros trece volúmenes se recogen trabajos de algunos de los mejores
periodistas cubanos de los siglos 19 y 20: José de Armas y Cárdenas,
Juan G. Gómez, Márquez Sterling, Martí, José María
Heredia, Rafael María Merchán, Pablo de la Torriente, Manuel
Sanguily, Enrique José Varona, Fray Candil, Bachiller y Morales, Miguel
de Marcos. La mayoría ignorados por el régimen cubano, obsesionado
por borrar de la memoria de los cubanos cuanto de positivo tuvo la república
fundada en 1902.
Por esta razón asombra leer los artículos y crónicas
del Conde Kostia. Testimonios sobre la vida republicana de los primeros dos
decenios. En letra impresa están los nombres de personalidades de la vida
social, científica y artística de Cuba. También, como buen
polemista, muchos juicios críticos acerca de esa vida republicana que hoy
condenan al destierro de la memoria. El Conde Kostia no enfrentó
conflictos de intereses. Ejerció su función de periodista como
quien cabalga impulsado por el aire de la libertad de expresión. Sin
reparos, identificó a latigazos verbales que son más bien sus
ideas, los males republicanos como el militarismo, el caudillismo, las
ambiciones políticas, la hipocresía social. Mas, no ocultó
lo valioso de la vida de su época, ni lanzó al ostracismo a las
figuras que merecieron el respeto y la admiración en sus trabajos.
La devoción por Antonio Maceo, la admiración por José
María Aguirre, el respeto por Carlos Saladrigas, el elogio a Fernando
Ortiz, el reconocimiento por el estilo de Márquez Sterling, la relevancia
científica del Dr. Benigno Souza, la excelencia pianística de
Ursulina Saez Medina o de Lidia Rivera, la actualidad teatral y artística
habanera de su época, los juicios sobre artistas europeos, su apego a la
cultura francesa, son ingredientes que confieren valor testimonial e histórico
a sus trabajos.
Al mismo tiempo, desmiente los esfuerzos de la propaganda oficial por
afirmar que la república cubana no existió hasta después de
1959. Un craso error.
Quien se alumbre con la magia de la linterna del Conde Kostia, nacido en un
ingenio de Sancti Spíritus, verá la luz gracias a los artículos
y crónicas salidos de su pluma, a muchos años de distancia; la
riqueza de los hechos acontecidos, la variedad de personalidades que los
produjeron y la animación de la vida en una capital que no tuvo igual el
Latinoamérica.
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