Las leyes
establecidas
Jorge Luis Ramón Castillo, ICD Press
SANTIAGO DE CUBA, junio (www.cubanet.org) - Los aeropuertos internacionales
cubanos se han convertido en la carta de presentación del régimen
de Fidel Castro y a su vez muro de lamentaciones, "dígase frontera
de lamentaciones", de cubanos residentes fuera del país y de
turistas extranjeros.
Las autoridades aduanales, apoyadas "en leyes establecidas", se
encargan de dicha presentación, al gozar de una inmunidad sorprendente
para hacerle la vida un yogur a los pasajeros internacionales.
Los cubanos residentes en los EE.UU. y los que viajan de visita son el
blanco predilecto de los oficiales de Aduana, que a discreción decomisan
cuantas libras de "sobrepeso" estimen conveniente.
En esta parte de la película comienza la acción. Sorprendidos,
los afectados exigen explicaciones, sugieren que se les cobre el "sobre-peso",
mientras reclaman por haber pagado ya dos dólares por libra en el
aeropuerto de procedencia.
Algunos solicitan ver al Jefe de Aduana en el lugar, con la esperanza de
recuperar aunque sea parte de lo perdido. Esperanza que se ve frustrada al
recibir la respuesta de que ésas son "leyes establecidas".
"Esto no me lo regalan allá, tengo que trabajar mucho para
obtenerlo, además mi familia lo necesita, por favor, yo pago lo que sea
pero no me lo quiten".
Expresiones como ésta se escuchan a diario en las terminales aéreas
cubanas, y parece que no despiertan sensibilidad alguna en los aduaneros, que
bajan la cabeza y no miran a los ojos de sus interlocutores, a la vez que hacen
oídos sordos mientras decomisan a su antojo, desde un zapato izquierdo
hasta una máquina de video.
De esto surgen dos preguntas: ¿A dónde van a parar estos
decomisos? ¿El gobierno cubano conoce esta situación?
Dónde van a parar sólo Dios y los aduaneros lo saben. A
Ricardo Alarcón se le podría preguntar si en verdad existe una ley
establecida para "joderle" la vida de primera y pata a los cubanos que
viajan a la isla.
En el aeropuerto internacional "Antonio Maceo" de Santiago de
Cuba, se le decomisó el pasado 1 de junio, toda la correspondencia a un
joven que retornaba a los EE.UU, según informó vía telefónica
a sus familiares el propio afectado.
Alexander Aguilera Hidalgo-Gato sufrió el primer impacto 15 días
antes, cuando al llegar tuvo que enfrentar un decomiso de 66 libras de su
equipaje, a la vez que pagó un impuesto de 200.00 dólares por "sobrepeso".
El Sr. Hidalgo-Gato expresó no tener intención de volver, y
dijo comprender a muchos exiliados cubanos que mantienen su negativa a viajar a
la isla mientras esté Castro en el poder, a sabiendas de las necesidades
que agobian a sus propios familiares.
"No es fácil que te quiten lo tuyo y no poder hacer nada, mejor
no vuelvo", dijo al despedirse.
Muchos culpan a los aduaneros de forma individual, pero no cabe dudas que
detrás de esa actuación se esconde una política de
consentimiento, al margen de cualquier ley establecida al respecto.
Queda la disyuntiva para algunos de viajar o no a Cuba, o sólo traer
el "peso autorizado" y los bolsillos bien llenos para vaciarlos en las
tiendas recaudadoras de divisas, y así aumentar el presupuesto para
financiar más policías, "segurosos" y ayudar a reforzar
el control de la ya controlada sociedad cubana.
Por el momento miro, oigo y no callo, pues no sé cuándo le
tocará el turno a algún familiar o amigo cercano.
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