Perfil de un
activista perseguido
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, junio (www.cubanet.org) - Eduardo Díaz Fleitas tiene ahora
50 años. Desde muy joven fue empleado del Estado y hasta hace unos diez años
fue un ciudadano más dentro de la masa acrítica de la Cuba
comunista.
Pero a principio de la década de 1990 Eduardo perdió su
anonimato cuando integró las filas de la oposición al régimen
de Fidel Castro. De entonces para acá se ha convertido en uno de los más
activos y reconocidos líderes civilistas de la provincia Pinar del Río,
en el Entronque de Herradura, donde vive. Eduardo goza de un apoyo popular muy
por encima de cualquier personajillo oficialista.
El 10 de noviembre de 1999 Eduardo adquirió notoriedad internacional.
Ese día su nombre y su fotografía con el rostro ensangrentado llegó
a las redacciones de los principales periódicos de occidente.
Cumpliendo un acuerdo previo con el doctor Oscar Elías Biscet,
aquella mañana Eduardo intentó hacer una manifestación pública
mostrando un cartel en el cual se exigía respeto para los derechos
humanos.
Ni siquiera la presencia en las calles de La Habana de un elevado número
de extranjeros que asistirían a la IX Cumbre Iberoamericana pudo evitar
que una turba organizada por la policía política golpeara a
Eduardo y lo encerrara en una estación policial. Luego cumplió un
año de encarcelamiento.
Sin embargo, ha sido su terruño, el Entronque de Herradura, el
escenario favorito de su activismo civilista. Valiéndose de cualquier
medio a su alcance, Eduardo reiteradamente ha denunciado las carestías y
arbitrariedades que sufren sus conciudadanos. Y esto ha sido y es muy mal visto
por la policía política, por lo que la represión en su
contra es de alto calibre. Su historial de encontronazos con los agentes
policiacos es vasto.
Citas, interrogatorios, amenazas y detenciones constituyen el mundillo
infernal-represivo bajo el cual transcurre la vida de Eduardo y su familia. Su
vivienda permanece bajo vigilancia constante. El cerco en su contra es brutal.
El agente local de la policía política ha llegado incluso a
interpelar a las personas por conversar con Eduardo en la calle sobre cualquier
asunto mundano.
La semana no sólo puede tener siete días para Eduardo, sino
también un incontable y agobiante número de problemas con la policía
política. Veamos cómo fue su agenda semanal. Por razones de
espacio me limitaré al breve período del 18 al 25 de mayo.
Día 18. Eduardo fue citado verbalmente para la estación de la
policía del Entronque de Herradura, donde fue advertido por el oficial de
la Seguridad del Estado de que no se atreviera a organizar ningún acto en
su casa para celebrar el 20 de mayo, centenario de la proclamación de la
República de Cuba.
Día 20. Un operativo impidió la salida de Eduardo del pueblo
rumbo a Consolación del Sur, adonde debía asistir a una reunión
del Movimiento Pacifista 5 de Agosto, al cual pertenece. Tras otra citación
policiaca, fue encerrado en un calabozo de la estación local desde las 6
y 30 de la tarde hasta las 9 y 25 de la noche. Sin tener en cuenta que Eduardo
padece de hipertensión arterial e hipoglicemia, no le suministraron ningún
alimento durante el tiempo que estuvo detenido, ni permitieron que su esposa le
entregara los que ella llevó.
Día 24. La policía le ocupó a Eduardo las 21 libras de
carne de cerdo que él había guardado en la casa de un vecino.
Día 25. Desde el amanecer se desplegó un operativo en torno a
la vivienda de Eduardo y por todo el Entronque de Herradura, el cual incluyó
la presencia de un auto patrullero, un equipo de la motorizada e innumerables
agentes encubiertos y uniformados.
La ocupación de la carne de res y el operativo posterior se
efectuaron con el propósito de impedirle a Eduardo que hiciera una cena
en su casa, a la cual estaban invitados algunos integrantes del Movimiento
Pacifista 5 de Agosto, lo que la policía política logró a
base de arrestos y amenazas.
La represión y la vigilancia (los ojos de un vecino eternamente
pendientes de todos los actos de Eduardo) son el pan suyo de cada día,
pero no un mendrugo envenenado ni una tijera amputadora de la fe, sino la
evidencia rotunda de la debilidad del régimen castrista.
Eduardo está convencido de que "la jornada del cambio está
a la vista". En su espíritu libertario ya amaneció y empieza
el día.
"Nadie podrá impedirlo" -afirma el activista.
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