Proyecto
Varela
El Proyecto
Varela y los cambios
Armando Soler
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - La visita del ex presidente
estadounidense James Carter lanzó al Proyecto Varela a los primeros
titulares del mundo. En los círculos más importantes se conoce y
comenta esta iniciativa civil. Al gobierno cubano le será difícil
ignorarla, sobre todo porque se dimensiona dentro del orden legal instituido en
Cuba y porque sus promotores se proponen aumentar el volumen de suscriptores a
la propuesta y, por tanto, aumentar su legitimidad.
El Proyecto Varela es la primera propuesta popular efectiva, masiva,
nacional que se sale de una acción puramente partidaria de oposición
fuera y dentro de Cuba. Presenta una plataforma de intereses que, aunque
imperfecta, es lo suficientemente amplia como para interesar a numerosos
sectores de la población, incluso aquellos que se identifican con la línea
gubernamental, ya que propone cambios que permitirían el desarrollo del
bienestar personal más allá del estrecho horizonte prefigurado por
el Estado.
Este proyecto no cuenta con el apoyo de toda la oposición, ya sea en
el país como en el territorio de Estados Unidos. Aquí el proyecto
ha sufrido objeciones críticas y propuestas legalistas que parecen ir más
allá de un propósito constructivo de modificación.
Haciendo de abogados del Diablo han abundado en legalismos puntillosos, como
el de tener que registrar a cada uno de los once mil firmantes con un notario, o
han presentado otros proyectos de movilización de la sociedad civil
sospechosamente emergentes, lo cual da que pensar.
Los celos y la sed de protagonismo nos hace olvidar el interés público.
El proyecto Varela, sin darle muchas vueltas, es popular.
También se han escuchado voces cubanas opositoras del otro lado del
Estrecho que, con el devenir del Proyecto Varela, han reconocido públicamente
que el centro de los cambios de nuestra nación se encuentra en el pueblo
que está en la isla, en la sociedad civil incipiente y por movilizar.
En cambio, otras fuerzas políticas asumen que la decisión de
cambios futuros en Cuba se encuentran en la influencia que se pueda lograr en
tal sentido dentro del gobierno de Estados Unidos. Estas fuerzas, en un propósito
sincero o con intereses que utilizan el asunto de Cuba como un medio de
influenciar en la toma de decisiones de la primera potencia mundial, cometen el
error de estancar el diferendo Cuba-Estados Unidos en la misma posición
de hace más de cuarenta años.
El gobierno de los Estados Unidos debe hacer una política hacia Cuba
de acuerdo a sus intereses y ética, sin influencias deformantes de esta
proyección, al igual que ha hecho con China y con Vietnam. Debe utilizar,
sin estorbos de grupos políticos que no busquen este propósito,
todo su arsenal político en influenciar sobre los cambios en Cuba, desde
la perspectiva de los Estados Unidos y en el marco de las transformaciones que
ocurren en el mundo hoy en día.
Debe abandonarse la concepción prefigurada y estática de
cuatro lustros, por una acción inteligente, moderna, que ayude a liberar
al pueblo cubano del aislamiento que sufre por parte de su gobierno.
Apoyar o difundir el Proyecto Varela, aceptándolo como iniciativa
popular válida, capaz de promover los cambios pacíficos y
graduales que Cuba necesita, sería sabio y oportuno.
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