¿Al
derecho o al revés?
Ramón Díaz-Marzo
HABANA VIEJA, julio (www.cubanet.org) - Hay quienes piensan que el destino
está escrito. Otros defienden la idea de que el destino se construye con
nuestras acciones. De cualquier manera, a la mitad o al final de la vida dudamos
y nos preguntamos: ¿Ha sido mi destino un suceso independiente a mi
voluntad? ¿He sido yo el autor de los acontecimientos que han conformado mi
existencia? Ciertamente, ni la ciencia ni las religiones pueden explicar,
verdaderamente, al misterioso futuro.
Hoy quiero escribir basándome en lo ya acontecido, sobre el raro
comportamiento de las circunstancias en mi país, tomando como ejemplo a
dos personas: un viejo amigo dedicado al oficio de la poesía, y quien
suscribe estas líneas.
Mi amigo el poeta tiene una larga trayectoria revolucionaria. Parte de esa
trayectoria yo la compartí con él cuando me dispuse a participar
en una guerra en Angola y cuando fui llamado por el Comité Militar a
participar en una guerra en Etiopía. Ahora no podría entrar en
detalles, y aún menos revelar la identidad de mi viejo amigo; pero les
hablaré de una hipótesis que me he formulado para explicar la
diferencia entre mi amigo y yo.
Por estos días encontré a mi amigo en una calle de la Habana
Vieja. Le pregunté (preguntándome a mí mismo) si las
acciones que han conformado nuestras vidas, para que redundaran en provecho
nuestro, hubiera habido que hacerlas al revés o al derecho.
- Depende de tu interpretación personal -respondió mi amigo.
Lo que para ti resulte derecho, para otro puede resultar al revés.
- Sin embargo -insistí- tiene que haber un momento de madurez, un
vislumbre de lo derecho y lo que debe ser al revés.
- ¿A qué te refieres?
- A nuestras vidas. Hubo un momento en el Camino, cuando preferí
renunciar a toda participación oficial en nuestra sociedad, en que comencé
a hacerlo todo al revés. Tú, en cambio, continuaste haciendo las
cosas al derecho.
- ¿A dónde quieres llegar?
- Al presente.
- El presente es complejo -replicó mi amigo.
- Sin embargo -dije- hay esencias fácilmente identificables. Uno no
puede ser un niño toda la vida en el peor sentido de la palabra.
- ¿Quién sería el niño? -preguntó mi amigo
frunciendo el entrecejo.
- Tú.
- ¡Claro que soy un niño! ¿Acaso no soy poeta?
- Aparte de poeta, toda tu vida la has pasado haciendo las cosas al derecho,
y ¿qué has recibido? Patadas en el trasero.
- Los que me han maltratado son individuos, en ningún caso ha sido la
Revolución.
- Pero esas personas pertenecen al gobierno. Cuando los sucesos del Mariel
te invitaron, con un acto de repudio, a que abandonaras el país. Nunca
han publicado tus libros de poemas. En la década de 1970, cuando de algún
modo valía la pena pertenecer a la UNEAC (Unión Nacional de
Escritores y Artistas Cubanos), nunca te honraron con esa posibilidad. Y en los
90, cuando muchos intelectuales y artistas abandonaban el país, y a casi
nadie le interesaba ser miembro de la UNEAC, tú hablabas de tu "batalla"
por pertenecer a la institución, hasta que finalmente (por cansancio de
las autoridades) te admitieron.
- Siempre merecí ser miembro de la UNEAC. ¿Por qué habría
de renunciar a mi derecho?
- ¿Derecho? ¿Le llamas derecho a convertirte en un peón
intelectual de la dictadura cubana? ?Aún no has comprendido que aquí
no te quieren? ¿Que en ti se cumple la sentencia de Salomón: 'Nadie
es Rey en su tierra'?
- ¿Me estás invitando a que haga las cosas al revés?
- Estoy tratando de que comprendas que si lo que tú haces al derecho
te sale al revés, tendrías que probar si haciendo las cosas al revés
te salen al derecho.
Ramón Díaz-Marzo es el autor de la novela "Cartas a
Leandro", publicada por CubaNet.
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