Evaluando el
alcoholismo (II)
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Como en el caso de los homicidios, los
suicidios y las lesiones autoinfligidas, el alcoholismo en la Cuba de hoy se
presenta con una diversidad territorial relacionada con los grados de
subdesarrollo y tensión social de cada región del país, en
razón inversamente proporcional. Más oportunidades individuales
derivadas de una mejor situación económica y de más cercanía
al dólar representan menos consumo de bebidas alcohólicas, a
juzgar por las estadísticas a mano.
Si el índice acordado para este análisis es el de la
participación de las bebidas alcohólicas en las ventas totales
realizadas en la alimentación pública, la relación apuntada
salta a la vista al instante. Así, la región occidental (Pinar del
Río, La Habana, Ciudad La Habana, Matanzas e Isla de la Juventud) aparece
como la de menor consumo relativo, al decrecer esa participación de 23.5
por ciento en 1999 a 22.1 en el 2000. En esta región las ventas totales
entre ambos años se incrementaron en 12 por ciento, pero las de alcoholes
sólo lo hicieron en 6 por ciento. Con excepción de Pinar del Río,
los territorios occidentales tienen una participación cercana al patrón
histórico de 26 por ciento (La Habana) o ya por debajo de éste.
Ciudad La Habana es la provincia de Cuba con menor consumo, al tener una
participación de 18.2 por ciento.
La región central (Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus,
Ciego de Avila y Camagüey) presenta un cuadro distinto. La participación
del alcohol en las ventas de la alimentación pública ascendió
de 31.8 por ciento en 1999 a 32.4 en el 2000, y es la zona de Cuba donde la
comercialización de bebidas espirituosas creció a un ritmo mayor
al de las ventas totales mencionadas: 7 por ciento para la primera y 5 para las
segundas. Caso preocupante es Villa Clara, donde la participación del
alcohol se elevó a 35.4 por ciento de las ventas y su ritmo de
comercialización fue el doble del alcanzado por las ventas totales entre
1999 y el 2000. Alcohol 12 por ciento, ventas totales 6 por ciento.
El imaginario colectivo califica a la región oriental como la beoda
por excelencia. Y aunque las estadísticas otorgan parte de razón a
quienes piensan así, también revelan procesos dignos de destacar.
La participación del alcohol en las ventas totales de la alimentación
pública descendió de 32.8 por ciento en 1999 a 31.4 en el 2000 y,
si éstas se incrementaron en 5 por ciento entre ambos años, el
ritmo de venta de las bebidas alcohólicas decreció ligeramente.
De las cinco provincias orientales, Las Tunas y Holguín están
cercanas al patrón histórico de 26 por ciento (25.5 y 27.9,
respectivamente), en tanto Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo
representan los mayores índices con 33.2, 34.4 y 37.2.
La relación inversamente proporcional entre grado de desarrollo y
alcoholismo se presenta con particular agudeza al comparar los extremos: Ciudad
La Habana 18.2 por ciento, Guantánamo 37.2. Sin dudas, una prueba de cuánto
en condiciones cubanas la existencia de mayor apertura económica estimula
en las personas una actitud diferente hacia el alcohol. Fuentes diversas no sólo
señalan para provincias como Guantánamo un conjunto de causas
objetivas provocantes de un menor grado de desarrollo, sino que además
insisten en que la actitud negativa de las autoridades locales hacia formas más
libres de ejercicio económico están contribuyendo de hecho a una
mayor incidencia de alcoholismo.
Por su parte, el ejemplo de Ciudad La Habana aparece como bien ilustrativo.
Si en algún lugar del país existe oportunidad de embriagarse a
todo tren es en la capital de Cuba. Aparentemente la presencia de un turismo
deseoso de pasarla bien, de gustar del jineterismo y hacer lo que no se haría
en el país de origen, pudiera ser una razón estimuladora del
alcoholismo. Sin embargo, es todo lo contrario.
FUENTES: Anuarios Estadísticos de Cuba 1999 y 2000. Cálculos
del autor.
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