Evaluando el
alcoholismo (I)
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Distintos reportes de la prensa
oficiosa, de la opositora y declaraciones de entidades como la Iglesia Católica
han estado llamando la atención sobre la existencia en Cuba de elevados índices
de alcoholismo, que de acuerdo con esas fuentes se han convertido en una de las
principales causas de accidentes de tráfico, violencia general, contra la
mujer y los niños, y en el ámbito doméstico. Por supuesto,
cada quien arrimando brasas a sardinas a favor de tales o más cuales
intereses políticos.
No cabe dudas de la existencia del problema. Su reconocimiento abunda. Pero
al mismo tiempo, y en primer lugar por responsabilidad del gobierno de Fidel
Castro, se carece de una evaluación de conjunto que dé a la opinión
pública un real conocimiento sobre la extensión y profundidad
alcanzada por el alcoholismo, razón por la cual parece aconsejable el
ejercicio de la duda metódica, respecto de cómo se está
presentando el estado actual de dicha enfermedad.
Beben los hombres desde la noche de los tiempos en mayor o menor medida, según
sus patrones culturales. El caso de los cubanos puede afirmarse que ha sido el
del bebedor social típico. Federica Bremer, notable cronista de la vida
de Cuba anterior al siglo XX, escribió sobre el orgullo de los criollos
de entonces por su hábito de ingerir alcohol sin llegar a emborracharse,
al tiempo que expresaban desprecio ante las manifestaciones de embriaguez.
Esa manera de consumir alcohol parece la distintiva de los cubanos aún
hoy, por lo cual debería ser el punto de partida para intentar una
evaluación del alcoholismo en sus presuntos excesos, sobre los que vale
preguntarse si no fueron inducidos por culturas ajenas a la de Cuba, como son
las eslavas, muy particularmente la de la extinta URSS.
Alguno que otro, con triste ironía, ha llegado a decir que los rusos
se llevaron la base de Lourdes, pero dejaron una huella alcohólica aún
perdurable, aunque muy parciales datos indican un retorno del cubano a su patrón
histórico de consumo de alcohol, lo cual ya iría avisando que
alrededor de los enfoques sobre ingestión excesiva se percibe un tufo a
manipulación.
Cifras oficiales informan que el período de mayor cercanía política
y económica a la extinta URSS parece haber sido el de mayor consumo de
alcohol en Cuba. Si entre 1962 y 1975 las ventas de bebidas alcohólicas,
cervezas incluidas, representaron muy establemente el 26 por ciento de todas las
realizadas en los establecimientos de la llamada alimentación pública
(restaurantes, cafeterías, bares, clubes nocturnos...) ya a partir de ese
año anterior a la proclamación de un texto constitucional
subrayador de la "eterna amistad con la Unión Soviética"
se produjo una constante elevación del peso del alcohol en la estructura
de esas ventas, hasta ser el 36.7 por ciento del total en 1990, y el 36.8 por
ciento aún en 1995.
Los escenarios económicos y sociales isleños posteriores a
1995, signados por un retorno a valores de identidad nacional en condiciones de
mayor pero insuficiente apertura, se acompañaron por una reducción
general de ese consumo. Al filo de 2000 la participación de las bebidas
alcohólicas en las ventas totales de la alimentación pública
fue de 27 por ciento, ya muy cercano al 26 presuntamente aceptable como patrón
histórico.
CUADRO 1: Ventas en la Alimentación Pública (millones de
pesos)
Año
|
Ventas
totales |
Bebidas
Alcohólicas |
Por
ciento del Total |
1962
|
99.2
|
25.8
|
26.0
|
1975
|
1501.7
|
390.7
|
26.0
|
1990
|
2995.1
|
1099.2
|
36.7
|
1995
|
3838.4
|
1414.7
|
36.8
|
1999
|
6817.0
|
1912.6
|
28.0
|
2000
|
7368.8
|
1992.2
|
27.0
|
FUENTES: Anuario Estadístico de Cuba 1986, 1999 y 2000
Aunque lo parcial de los datos no invita a conclusiones definitivas, por lo
menos ofrecen un interesante indicio del estado actual del alcoholismo, y una
evidencia de en cuál medida "aquellos polvos trajeron estos lodos".
Este periodista no ha podido encontrar en fuentes oficiales públicas
un análisis sobre la "huella soviética" demostrativa de
que, a lo largo del gobierno de Fidel Castro, hubo momentos de mayor alcoholismo
que los de hoy. ¡Y qué momentos! Por otro lado, no debe obviarse que
si a partir de 1995 Cuba tomó conciencia del mal y comenzó a
combatirlo, ése es también un motivo para la reducción del
consumo de bebidas alcohólicas.
Sin embargo, ojo alerta: a nivel nacional se presenta una disminución
que permite estimar el problema como de magnitud inferior a la mostrada por
percepciones más subjetivas, o incluso manipuladas a favor de intereses
políticos, pero una mirada más cuidadosa sí observa la
diversidad de la borrachera. El vínculo entre alcoholismo y cercanía
política y económica a la extinta URSS apareció como
primera sorpresa. Habrá otras.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|