Sueño
dorado
Tania Díaz Castro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - La otra noche tuve un sueño. Uno
de esos sueños que permanecen con el paso de los días. Soñé
que los trabajadores cubanos que gruñen a solas o entre personas de
confianza contra el régimen, se lanzaban a las calles exigiendo
incrementos salariales, respeto a sus derechos humanos y el mejoramiento
sustancial de la calidad de sus vidas. Los vi en mi sueño pese a la
represión que ejercen sobre ellos Fidel Castro y su policía desde
hace más de cuarenta años.
Eran cientos de miles lo que se iban a la huelga: trabajadores sociales,
arquitectos, médicos, periodistas, escritores, recolectores de basura. Se
cerraban escuelas, centros de esparcimiento, fábricas, universidades,
tiendas, restaurantes.
Soñé, además, que los dirigentes sindicales, siempre
del lado del régimen, apoyaban a los huelguistas, que desfilaban todos
sin miedo por las avenidas de Belascoaín, Carlos III, Zanja, Infanta,
hasta llegar a la Plaza donde el Apóstol los esperaba complacido.
En el sueño pude ver cómo los trabajadores portaban grandes
afiches que representaban el centavo cubano, sólo que habían
sustituido la palabra muerte por la palabra libertad. Fueron escenas, imágenes,
sucesos de gran coherencia. Por eso pienso que no se trata de un sueño
fantástico, propio de una mente romántica, porque en cualquier
momento esto puede ocurrir en Cuba. No importa que las manifestaciones no
programadas por el régimen estén prohibidas.
El mismo ministro de Relaciones Exteriores cubano dejó saber en días
pasados que meses antes de la caída de la Unión Soviética,
el 70 por ciento de la población había votado a favor de la
libertad en las clásicas "elecciones" del totalitarismo.
Entonces mi sueño no carece de fundamento, y no es una esperanza sin
probabilidad de realizarse. No importa que recientemente se haya firmado la
eternidad del fidelismo socialista, tan eterno como Dios.
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