Eudel Eduardo Cepero /
El Nuevo Herald,
julio 23, 2002.
Cuentan que a principios de los años cincuenta un joven de origen
libanés estudiaba en la Universidad de Princeton y luego de encontrar pájaros
muertos en los jardines inició una campaña para evitar que se
continuara fumigando con DDT los árboles del recinto universitario.
El inquieto joven posteriormente fue a estudiar leyes en la Universidad de
Harvard donde por poco infarta a su profesor al preguntarle cómo podría
tomar un curso en legislación de la comida.
En Harvard, el futuro abogado realizó una investigación sobre
un desconocido tema legal: el diseño de automóviles, que terminó
con la publicación de un explosivo artículo en 1959 donde
denunciaba la inseguridad de los autos y la responsabilidad que tenía la
poderosa industria automotriz norteamericana por dedicarse a producir diseños
que obviaban la seguridad de chóferes y pasajeros.
Más tarde el joven convierte su artículo en un bestseller y
alcanza la fama como escritor, defensor de los consumidores y víctima de
detectives pagados por la General Motors Company para desacreditarlo.
A los 32 años nuestro personaje es aclamado por todos como el
valiente David enfrentado al gigante Goliat, y se lanza a una intensa carrera de
ciudadano público, promoviendo, entre otras muchas cosas, que el gobierno
fuese abierto, defendiendo el derecho a que los ciudadanos supieran sobre el
peligro que pueden tener los productos químicos; exigiendo que los
archivos presidenciales fueran de acceso público; defendiendo el derecho
a la privacidad; obligando a las compañías de automóviles a
diseñar autos seguros; enfrentándose a los peligros de las plantas
atomoeléctricas; denunciando la bazofia que contienen los perros
calientes y los peligros de la comida rápida; fundando organizaciones no
gubernamentales y un largo etc. que llega hasta la candidatura a la presidencia
de los Estados Unidos en el año 2000.
El pasado 7 de julio, a los 68 años de edad, Ralph Nader llegó
a La Habana, un año después que 11 personas perdieran la vida y 64
sufrieran lesiones durante tres días de trágicos accidentes del tránsito
por el vuelco de un ómnibus, el choque de un auto contra un camión
y por la colisión de dos trenes. Nader estrechó la mano de Castro
dos años después que en La Habana una persona muriera y 79 fueran
hospitalizadas, entre estas últimas 10 niños, al comer alimentos
contaminados en la pizzería del gobierno nombrada Global, y tres años
después que 15 personas murieran en el poblado de Manguito en la
provincia de Matanzas por comer frituras contaminadas.
El ex candidato a la presidencia de los Estados Unidos dictó una
conferencia en el aula magna de la Universidad de La Habana una década
después que el gobierno introdujera en la dieta diaria el picadillo de
soya, la masa de croquetas, el arroz saborizado, el café mezclado con chícharos,
el cerelact (especie de leche de soya), el bistec de toronja, el yogurt de soya,
el picadillo de cáscara de plátano, el pan de boniato y otros
bodrios incomibles que el pueblo consume con resignación.
El ecologista Nader se reunió con dos disidentes cubanos en la ciudad
que posee la bahía más contaminada del continente luego de que por
casi cinco décadas el pueblo cubano perdiera el derecho a un gobierno
abierto, a la privacidad, a fundar organizaciones gubernamentales, a recibir
servicios de calidad, a pagar precios justos, a consumir productos sanos, a
recibir indemnizaciones, a establecer reclamaciones, a vivir en un medio
ambiente saludable, a disfrutar todos los derechos humanos y a ser libres.
El hombre que salvó de morir en sus automóviles a miles de
norteamericanos llegó a la loza del aeropuerto internacional José
Martí en un confortable, seguro y refrigerado auto, y se despidió
de su anfitrión en el preciso instante que cientos de cubanos arriesgaban
su vida viajando apilados e inseguros en los llamados camellos (antidiluvianos
trailers movidos por camiones) por la destartalada avenida de Rancho Boyeros.
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