Padura sin
policía
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - El libro me costó veinticinco
pesos. Un precio que el común de los cubanos ya no puede pagar. Parece
que aquello de que la cultura es cara se está restaurando en la nación.
Nación que alardea de masificación de la cultura.
El libro se me deshizo en las manos. A medida que avanzaba en la lectura las
páginas se desprendían como azotadas por un ciclón. Había
en su desmembramiento como un aire premonitorio de transitoriedad, una señal
de historia sin trascendencia. Era como si los folios leídos pudieran
botarse ya.
Nada más lejos de la verdad. "La novela de mi vida", la más
reciente novela de Leonardo Padura es un texto que merece más de una
lectura y más de una reflexión. Lástima que la editora de
la Unión de Escritores haya hecho una edición tan mala.
Sé que muchos acusan a Padura de escribir literatura comercial. La
impronta que ha dejado su dedicación a la novela policíaca gravita
sobre la opinión general y genera una suerte de subestimación.
Error. Las novelas policíacas de Padura van más allá de la
simple pericia de urdir con maestría una trama que resulta atractiva. Es
el telón de fondo, el entorno donde se desenvuelven las historias lo
valioso en ellas. Mientras Mario Conde descubre y revela criminales de poca
monta, Padura muestra otros crímenes de mayor envergadura. Y esta
estrategia de develar por colateralidad es otra vez la clave para una lectura
acertada de "La novela de mi vida". La capacidad asociativa del lector
juega el papel fundamental para la comprensión cabal de la novela. El carácter
parabólico de muchas subtramas, caracterizaciones de personajes, diálogos
y descripciones, van encaminadas a una polisemia mucho más sustanciosa
que la supuesta simplicidad e ingenuidad de las anécdotas de que se vale
el autor para narrar la cotidianidad de una época sin implicaciones
peligrosas en la actualidad. Ello, por supuesto, puede crear la falsa imagen de
un intento evasivo. Pero no. Es la manera hábil de proporcionarle al
lector más elementos para un análisis profundo de circunstancias
históricas que engendran, propician y estimulan procesos sociopolíticos
determinados.
"La novela de mi vida" no es en modo alguno la elemental biografía
del poeta romántico cubano José María Heredia. Es más
bien la radiografía del absolutismo español en Cuba a través
de su Gobernador General; esto en cuanto a la primera línea argumental.
Es el retrato de la dictadura, esta vez encarnada en la figura de Gerardo
Machado, y reflejada por medio de los avatares del hijo del poeta. En esta
segunda línea argumental se definen con mayor contemporaneidad los rasgos
fundamentales de una sociedad regida por la ausencia de factores legislativos
que frenen la ferocidad y acumulación de poderes en las manos del
gobernante. Machado se presenta como el heredero directo de Tacón. La
trayectoria entre absolutista y absolutista no parece haber tenido
interrupciones a pesar de treinta años de guerra por la independencia.
Los métodos de espionaje, allanamiento, autoritarismo parecen ser los
mismos.
En la tercera línea argumental hay no sólo un poeta
inmiscuido, sino varios, y la historia se torna más compleja, más
rica, más contemporánea. No es, como puede parecer, la
concurrencia de azares que hacen de la vida de un joven, en medio de una
sociedad convulsa y contradictoria, una tragedia. Es el calco fiel de la
hostilidad de toda dictadura contra la libertad de pensamiento. El mismo cerco
policiaco que padece José María Heredia bajo Tacón lo
padece Fernando bajo Fidel Castro. Ambos son torturados por la realidad de un país
que les duele en la conciencia y que ambos se ven obligados a arrostrar en el
exilio. Pareciera que el tiempo no hubiera transcurrido y que Fidel Castro fuera
el último Gobernador General de la Isla, con todo lo de facultades omnímodas
que conllevaba el cargo.
Si algo me molestó de la novela es su concepción estructural.
La progresión dramática está demasiado marcada por la
pesquisa policíaca. Esta vez no es Mario Conde quien persigue, intuye y
ata cabos tras un criminal. Es Fernando y la tertulia de los "socarrones"
quienes van tras pistas de una novela, supuestamente escrita por Heredia, y así
se va entramando una historia general. No es que sea fallida. Los recursos de la
novela negra pueden ser perfectamente usados en novelas con otras aspiraciones,
pero me resulta agrio que Padura, quien ha demostrado suficiente talento, no se
haya desprendido de esa rémora que, si por un lado es un magnífico
"gancho" para lectores poco exigentes, puede resultar ofensivo para
lectores más entrenados.
Por lo demás, aplaudo y convoco a la lectura de "La novela de mi
vida", que es, hasta el momento, la novela más abarcadora que se ha
propuesto Leonardo Padura. Lamento el desliz lingüístico de que José
María Heredia, narrando en primera persona, hable descontextuadamente y
parezca un narrador contemporáneo. Pero escribir como un romántico
desde el lejano siglo XXI pudiera parecer una exquisitez, cuando no una pedantería.
Y total, los personajes más populares de Paradiso hablan como Lezama.
Pero hubiera sido un ejercicio de magisterio pleno intentar el lenguaje de época
en la voz de un poeta representativo. Lástima que la verticalidad que le
impone al escritor este tiempo que habitamos no dé espacio para
consagración tan exultante.
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