Los enigmáticos
fondos de Cuba
Armando Soler
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Si le preguntáramos a cualquier
cubano residente en la isla si él conoce el presupuesto nacional, de
seguro que recibiremos una mirada de ignorancia mezclada con sorna. "¿Y
eso qué es?" -podría ser su respuesta.
Las cuentas públicas en la Cuba socialista son un verdadero misterio,
constituyen la práctica de una especie de culto hermético
conformado por un pequeño grupo de entendidos. Ellos determinan toda
cuantía en esta árida nación. Las llamadas "rendiciones
de cuenta" de la Asamblea Nacional del Poder Popular no pasan de ser espectáculos
de la televisión, que se transmiten de modo diferido y que a la población
les resultan más extraños que los culebrones uzbecos.
Nadie sabe cuánto dinero público se dedica realmente a qué
asunto, o se utiliza en este o aquel proyecto. Ni siquiera se sabe si en verdad
el proyecto hacía falta.
Hay conceptos de contabilidad que escapan a cualquier intento de
controlarlos. Por ejemplo, la esperpéntica figura contable de "reserva
del comandante en jefe" suena a invocación sesámica que
parece surgir como un leviatán poderoso en los casos de apuro que tanto
abundan en la turbia economía cubana posterior a 1959.
¿Qué es esa reserva del comandante en jefe?
¿De dónde se nutre?
¿Quién la contabiliza?
¿Por qué no se conocen sus límites?
Tendríamos razón para preocuparnos. A fin de cuentas todo lo
que se pierde en nuestro magro nivel de vida puede estar surtiendo esas arcas
que alimentan la idolatría como púnica entidad salvadora en los
momentos de apuro. No sabemos. Sólo podemos sospechar. El gobierno cubano
gobierna en secreto dejando conocer los resultados de sus decisiones, por lo
general desastrosas para la población y excelentes para la imagen pública
internacional del régimen.
En América Latina, nuestro entorno, donde existen medios de difusión
con cierta independencia y estructuras de ordenamiento jurídico con
legitimidad aceptable para un comienzo democrático, constantemente se
develan escándalos de corrupción: presidentes ladrones en fuga,
ministros todopoderosos manejando la hacienda pública como flujo
corruptivo... en fin, el desastre. Sin embargo, el hecho mismo de que decrezca
la impunidad cada vez más, de que sean descubiertos, denunciados y hasta
encarcelados, demuestra que es posible ir haciendo las cuentas más claras
para las naciones (que son las que producen el dinero), profundizar el Estado de
Derecho y dar mayor participación a la sociedad civil en el control de
los países.
No veo por qué no puede ocurrir lo mismo en Cuba. A fin de cuentas
hemos tenido escándalos de corrupción notorios. Nombres como Luis
Domínguez o Carlos Aldana, ávidos caciques de gran poder, fueron
sacrificados en el altar del culto a la personalidad.
Sabremos de muchos otros porque vamos a cambiar a la democracia y habrá
transparencia informativa. Somos seres humanos corrientes, aunque algunos se
consideren excepcionales y sólo se reconozcan a sí mismos como
interlocutores, o a entidades intangibles como la Historia con mayúscula.
Si nos dejan hacer lo que queremos, sin controles públicos, hacemos mal
las cosas o, peor, robamos el bienestar de nuestra nación.
La ausencia de información detallada, precisa, constante, de todos
los bienes comunes no se justifica con ningún argumento de politiquería.
En términos populares, ¿qué pasa con "el baro"?
La nación sufre mucho por escaceses sin fin para que el dinero se esté
perdiendo. La clase gobernante tiene la sensación del cambio en su dura
piel. Quizás los funcionarios de hoy piensen que serán los
magnates de la Cuba futura, que especularán en la bolsa y residirán
lejos de su pasado caribeño. El tiempo dirá la última
palabra. Hace mucho que dejé de sorprenderme.
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