Regazo para
los cubanos
Claudia Vázquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Para nadie es un secreto que a un gran
número de cubanos les gustaría irse a vivir a Miami. Ahí
están las estadísticas: cientos de miles lo han intentado. Muchos
han encontrado la muerte en el estrecho de Florida.
Aunque lo único en Miami semejante a la Isla es el clima, muchas
cosas de las que se encuentran en la capital del Sol pudieran encontrarse en la
Isla si existiera una palabra: libertad. Los cubanos que viven en Miami gozan de
libertad económica, de palabra, viajan sin pedir permiso. Miles de
cubanos han emigrado sabiendo que cuando lleguen a Miami y empiecen a trabajan
podrán transportarse en automóvil de la casa a la fábrica o
la oficina, porque un auto no es un lujo, sino una necesidad, en Miami y en La
Habana. Aunque en la Isla es imposible aspirar a un transporte propio. Lo mismo
acontece con el teléfono, que no es un lujo para nadie en Miami. En Cuba
sí. Tampoco alimentarse bien es un sueño.
Sólo cuando ocurran los cambios hacia la democracia, Cuba se
convertirá en una nación próspera. Entonces nadie se irá
y sí regresarán muchos a invertir capitales en la nación,
aunque la recuperación no va a producirse de un día para otro.
Cuarenta y tres años de consignas y desfiles han acabado material y
espiritualmente con el país. La crítica situación por la
que atraviesa la Isla es una muestra de que no sólo la ideología
sobrevive.
Los habitantes de la Isla no creen que Miami es perfecta. Pero allí
los cubanos pueden palpar el fruto de su trabajo y no andan trepados en "camellos"
inventados por el ministro de Transporte, quien monta en auto diariamente y no
tiene que detenerse en una cola interminable para comprar un pedazo de pollo que
le vende el estado defensor de los humildes.
En Miami hay que trabajar, y duro. El único lugar donde no es negocio
trabajar es en Cuba, pues para ganar 10 dólares al mes es mejor ingresar
al creciente ejército de los desempleados.
Por ahora tenemos que esperar tiempos mejores. La libertad se ha esfumado de
Cuba, y sin ella no puede existir prosperidad. No por gusto, cuando Margot,
vecina de la Habana Vieja observa las fotos de su hija Aida Mercedes, que vive
en Naples, ciudad cercana a Miami, exclama:
- ¡Ñoooo, lo bueno es lo bueno!
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