Bla bla bla y
otras sustancias
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - "Dime de qué alardeas y
sabré de qué careces". Era la frase predilecta de mi abuelo
paterno cuando se percataba de que existían contradicciones entre la
realidad que lo rodeaba y las promesas de algún político venal.
Esta frase se apoderó de mí cuando releía las
declaraciones formuladas hace meses por altos funcionarios del gobierno cubano
sobre las posibilidades de la industria turística. Se pretende que
visiten el país dos millones de turistas al concluir el presente año.
Las declaraciones fueron formuladas el 7 de marzo pasado por el ministro del
ramo Ibrahím Ferradaz, en la inauguración de la Convención
22 de Turismo 2002, en el balneario de Varadero, ante dos mil delegados
nacionales y extranjeros. El funcionario aseguró que "aunque el
turismo no se ha repuesto del colapso luego del 11 de septiembre, el primer
trimestre del actual año reporta 500 mil visitantes a la Isla".
Tres días más tarde, y ante el mismo auditorio, el doctor
Carlos Lage Dávila, secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de
Ministros, volvería a la carga al afirmar que "cada año
arriban a la Isla casi dos millones de turistas".
Hoy, a cuatro meses de expresadas esas ideas por ambos dirigentes, vale la
pena reflexionar un poco sobre el tema y su aproximación o no a la
realidad turística del país.
Lo cierto es que debido a la contracción económica sufrida por
la disminución del flujo de turistas en todo el mundo, el número
de visitantes que llegan a Cuba no superan el 35 por ciento de lo previsto. Que
las cifras oficiales no nos nublen la visión. Basta caminar un poco por
las ciudades y centros turísticos que existen en el país para
comprender la merma en la cantidad de visitantes recibidos en relación
con los años anteriores. Tan es así que un número
importante de instalaciones se mantienen cerradas o parcialmente en
reparaciones. Las que aún continúan prestando servicios se
encuentran ocupadas por debajo del 25 por ciento de su capacidad, como promedio
en el año.
Un trabajador del sector afirmó: "La modalidad de turismo a coto
cerrado (zonas geográficas del país a las que les está
prohibido el acceso al cubano) que se realiza en los Jardines del Rey, costa
norte de las provincias centrales, así como Cayo Largo del Sur y en buena
medida Varadero, no sólo afecta el ingreso de divisas por turista, sino
la cifra de éstos que eligen como destino a Cuba, ya que no tienen la
posibilidad de satisfacer sus dos mayores curiosidades: conocer el país y
a su gente, como lo hacen los turistas en el resto del mundo".
A esto podemos añadir la insuficiente variedad y calidad en las
opciones recreativas presentadas al viajero. Esto origina que el turista gaste
menos por día de estancia, se aburra y, lo peor, generalmente decide no
volver jamás a la Isla.
Consideremos ahora el arribo de cruceros a puertos cubanos. Por esta
modalidad se pensó recibir desde mediados de 2001 no menos de 100 mil
excursionistas por año, como resultado de unas 300 escalas en Cuba, opción
ventajosa no sólo para los dueños de los buques y turoperadores,
sino para los países incluidos en sus itinerarios, los cuales reciben
buenos ingresos por los servicios prestados. Se calcula que un turista gasta
150 dólares por cada día de estancia. Sobre el particular otro
trabajador del ramo precisa:
"Durante los primeros seis meses del año las escalas no llegaron
a 50 (17 por ciento de lo propuesto), y el número de extranjeros que
tocaron territorio nacional no superó los treinta mil (menos del 30 por
ciento previsto).
Sólo nos resta aclarar que Cuba no ha recibido en los últimos
43 años "casi dos millones de turistas anuales", como afirmara
el doctor Lage ante los delegados asistentes a la reunión de turismo.
Salvo que para el funcionario la diferencia de 225 mil personas constituya una
cifra irrelevante. De modo que al concluir el año 2001, el total de
turistas que nos visitó, según fuentes oficiales, fue de un millón
775 mil, cifra muy similar a los que arribaron a fines de 2000, y muy distante
de los dos millones.
Debemos tener en cuenta que, hasta el momento y desde 1959, esos dos años
registraron el mayor número de turistas que visitaron el país.
Las cifras podrán ser manipuladas hasta el infinito. Sobre todo si
tenemos en cuenta que no existen los medios adecuados para verificar si son
ciertas o infladas. Pero... ¿habrán pensando los altos funcionarios
cubanos que no es posible esconder en apenas un año a dos millones de
personas debajo de la tierra en un país pequeño como el nuestro?
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