Cartas a Rosa
(Segunda)
Manuel Vázquez Portal, Grupo decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Se está celebrando acá,
por estos días, el centenario del nacimiento de Nicolás Guillén.
Como recuerdas, nació el 10 de julio de 1902. Hacía un mes y pico
también había nacido la república. Pero el nacimiento de la
república, a pesar de la algazara que se armó a propósito
de los discursos del presidente de los Estados Unidos recordando la efemérides,
no fue celebrado con tanta gorja. Me alegro por el poeta. En el poeta, aunque me
desagrade esa zona populista y excesivamente comprometida con su ideario político,
hallo la grandeza de la poesía. Sé que otros pueden opinar
distinto. Están en su derecho. Para lectores, se han hecho poetas. Y al
elegir un poeta se evidencia el gusto propio. En mi criterio, una gran parte de
su lírica lo trasciende ideológicamente. Parece ser que el arte se
burla de afiliaciones políticas, cuando quien lo acomete es un artista
verdadero. Su espíritu, profundamente caribeño, transculturado,
mestizo, lo universaliza como "ideal de una raza" (la idea
entrecomillada pertenece al Diario de la Marina donde Guillén publicó
sus primeros versos negros, parece que no era tan férrea la discriminación,
hoy algunos poetas no pueden publicar en Granma). Su hondo conocimiento de la
lengua y la literatura hispana le dan un lugar dentro de la historia de nuestra
manipulada cultura. No me gustaría verlo olvidado después, cuando
haya cesado la intolerancia que padecemos hoy. Ya sabes cuán proclive es
el cubano, creo que el ser humano en general, a hacer tábula rasa con
todo aquello que no le acomoda, lo contradice, o una vez le fue antagónico.
Me complacería no cometer la misma atrocidad de quienes negaron a Gastón
Baquero, Eugenio Florit, Agustín Acosta, Severo Sarduy, Guillermo Cabrera
Infante; de quienes asediaron y obligaron al exilio a Heberto Padilla, Reynaldo
Arenas, Belkis Cuza Malé; de quienes pretenden descalificar a quienes se
les oponen, cuando la poesía, el arte no sea un culto a la política.
Esos actos pertenecen a los gobiernos tiránicos. La democracia ha de
caracterizarse, también, por su alto sentido humanista, su capacidad de
tolerancia ante la diversidad, su respeto por lo elevado y grandioso. El triunfo
de la democracia no ha de ser nunca un ajuste de cuentas sino una reposición
de la justicia y la razón.
Yo conocí personalmente a Nicolás Guillén. Alguna que
otra vez nos cruzamos bromas. Sé que se burlaba de su rimbombante título
de "poeta nacional". Conocía las ventajas que le proporcionaba
aceptarlo, pero no creía en eso. Era, esencialmente, un poeta y sabía
que lo inefable no tiene fronteras. Se me ocurre imaginar que José María
Heredia, si hubiera estado vivo para cuando lo proclamaron también "poeta
nacional" hubiera, del mismo modo, reaccionado con alguna chanza. El yelmo
de "poeta nacional" parece tener una talla indeterminada en la lírica
cubana. Desde que tengo noticias se lo han encasquetado a Heredia, Agustín
Acosta, Nicolás Guillén. ¿Será posible que semejante
provincianismo vuelva luego a asfixiar a otro poeta? ¿Acaso Cervantes,
Shakespeare, Ghoete, Víctor Hugo no se escapan de España,
Inglaterra, Alemania, Francia y su poesía se expande por la inmortalidad
que es la verdadera nación de la poesía?
El título de "poeta nacional de Cuba" se me emparenta un
poco con la Constitución Cubana. Nada más hay que echarle una
ojeada a nuestra magra historia: en menos de un siglo tres constituciones, y
tres poetas nacionales: ¿cuál Constitución es la válida,
cuál poeta, poeta nacional? ¡Qué despilfarro de cándida
prepotencia! Es como si los gobernantes de turno se creyeran en la facultad de
aquilatar, con edictos políticos, lo que sólo el tiempo decanta,
sedimenta y vuelve eterno. La poesía no es asunto de la política.
Se equivoca tanto el mandamás que pretende imponer una modalidad, como el
poeta ingenuo que se cree trascendente porque un caudillo lo ampare y convierta
en bufón de la corte. La poesía es tan transgresora que no admite
brida alguna. Ella es quien gobierna en su mundo, su nación, que, por
supuesto, no aparece en la carta de navegación de quienes pretenden
institucionalizarla como una federación más al servicio de
intereses espúreos. Si no, por qué escribió José
Martí: "Muy fiera y caprichosa es la poesía. / A decírselo
vengo al pueblo honrado ... / La denuncio por fiera. Yo la sirvo ...". Y si
de algo estoy muy convencido es de que Martí sí fue, para no
parecerte tan almidonado como hasta aquí, "ambia culiñan"
de la poesía.
Eso de "poeta nacional" me impele a una reflexión de
Perogrullo. Pero que por obvia parece olvidarse. ¿Qué poeta puede
ser tan múltiple, tan abarcador, tan intemporal como para llevar en sí
la confluencia de todos los factores que intervienen en la nacionalidad de un país
tan convulso, mezclado, contradictorio como el nuestro? ¿Fue Cuba solamente
independentista en la época de Heredia? ¿Fue Cuba solamente burguesa
en la época de Agustín Acosta? ¿Fue Cuba solamente proletaria
en la época de Nicolás Guillén? Vaya maniqueísmo
pueril. ¿Dónde estaban y qué hacían los otros poetas
que también, mal que nos pese, conforman nuestra nacionalidad? ¿O es
que la nacionalidad viene dada por los caprichos de la tendencia política
en el poder? Habrá, en el futuro, que cuidarse de esas esquematizaciones
que empobrecen la necesaria pluralidad de toda nación. Una nación
no es el partido que la gobierna; no es un poeta aupado o preterido por el
poder; una nación es un sistema de leyes que protejan a la nación
toda y a cada individuo en particular, donde no haya dictadores políticos
ni dómines culturales. Añoro el día que, por fin, la
consigamos y seamos capaces de cuidarla.
Un abrazo.
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