Hostigar
Ramón Díaz-Marzo
HABANA VIEJA, julio (www.cubanet.org) - En estos momentos estoy siendo
hostigado por algunos vecinos del edificio donde vivo. Cuando escribí "Cartas
a Leandro", a pesar de la intención estética que implica la
exageración de algunas escenas para divertimento del lector,
desgraciadamente no estaba exagerando. En mi actual realidad estoy siendo
agredido por los vecinos que me rodean de muy diversas maneras; maneras que, por
supuesto, son tan sutiles que apenas dejan una huella que pudiera servir de
prueba ante una Comisión Internacional de Derechos Humanos; pero no por
ello dejan de ser métodos criminales de tortura psicológica.
El hostigamiento psicológico contra los periodistas independientes y
los defensores de los derechos civiles es agredir, en mi caso, la zona más
vulnerable de un escritor: la mente.
Que a mí me conste en Cuba no existen periodistas desaparecidos,
porque ésta es una dictadura con guantes de seda. No te golpean, no te
asesinan y arrojan tu cadáver en algún camino remoto fuera de la
ciudad, pero te desestabilizan el instrumento más importante de tu vida y
de tu trabajo: la mente.
En este caso, el escritor o periodista el único modo que tiene de
defenderse es escribir esto mismo que escribo o usar las propias armas del
gobierno: las leyes.
Pero para echar a andar un operativo de hostigamiento se necesitan personas
que actúen por diversos motivos: ignorancia, miedo, compromisos laborales
y políticos, que son una misma cosa. Por tanto poseen todo el miedo del
mundo que los ayuda a ejecutar la indigna tarea.
Los complotados, aparte de no disponer de ninguna moral, tienen el techo de
cristal ante la Ley de sus propios amos. Están sucios hasta el cuello
precisamente porque todo cuanto hacen para sobrevivir, en una sociedad como la
nuestra, está fuera de la Ley.
Posiblemente éste sea el primer artículo que escriba sobre los
"desconocidos" vecinos y también la prueba de que me adelanté
al futuro.
Hay una historia sobre la cual aún no quiero adelantar informaciones
definitivas porque aún tengo la esperanza de que los autores
intelectuales de este hostigamiento contra mi persona comprendan que están
cometiendo un error que, si desembocara en una tragedia, tendrán que
pagarlo algún día cuando todo se sepa. Ahora sólo diré
que en el edificio donde vivo ya han traído al matador. Es decir, hay una
mujer rodeada por otras mujeres que están creando las condiciones para un
encuentro cercano de primer grado con un individuo más alto y más
corpulento que yo.
Si en los próximos días, semanas, o meses, soy agredido físicamente,
con este artículo me habré adelantado al futuro. Sólo
denuncio una cosa: algunas de las personas que están confabuladas para
hacer de mi vida en el edificio un infierno pertenecen al Partido Comunista de
Cuba y otras organizaciones de masas.
Soy un vecino ejemplar en este edificio desde hace más de 29 años.
Estas personas no están actuando gratuitamente. Detrás podría
encontrarse la mano de la Dirección General de Inteligencia de Cuba;
específicamente (según me dijeron), el Departamento 21 dirigido
por un oficial que ante algunos periodistas independientes se ha identificado
con el nombre de Nelson.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
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