CUBANET .INDEPENDIENTE

16 de julio, 2002


Azúcar de Cuba: la amarga moraleja

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Noticia confirmada, cuya primicia correspondió a la Agencia Camagüeyana de Prensa , asociada a www.cubanet.org, es la decisión del gobierno de Fidel Castro de reestructurar la agroindustria azucarera, lo que incluye el cierre definitivo de alrededor de 70 de las 156 fábricas de ese ramo existentes en la isla.

La crisis de la agroindustria azucarera de Cuba no es nueva, sus orígenes se remontan a tiempos anteriores a 1959 cuando distintos problemas observables en producción y mercados ya avisaban de lo que ahora deviene realidad, independientemente de los resultados de entonces que, en cuanto a eficiencia, fueron superiores a los alcanzados durante el período de alianza entre la isla y la extinta Unión Soviética, o después. Según datos del economista Ismael Zuásnabar, citando al Banco Nacional de Cuba, el rendimiento industrial azucarero promediado en el decenio de los 50 fue de 12.8 por ciento, índice jamás logrado en décadas posteriores, y es uno de los tantos ejemplos.

Analistas diversos, a lo largo del tiempo, alertaron por distintos medios de la necesidad de afrontar esa crisis (de esencia estructural) a partir de estrategias bien pensadas, públicamente discutidas y concensualmente aplicadas, principalmente porque del azúcar de Cuba viven directa o indirectamente alrededor de dos millones de personas involucradas en el proceso productivo. Quien escribe apuntó en las conclusiones de la serie Luces y Sombras de la Agricultura Cubana, publicada en www.cubanet.org meses antes de la anunciada decisión gubernamental, que se hace imprescindible un "ajuste de la agroindustria azucarera a las realidades de su entorno nacional e internacional, presente y futuro. Paños tibios teñidos de populismo no ofrecerán soluciones; se precisan medidas radicales, entre las cuales destaca el abordamiento del desempleo que aflorará a consecuencia de una reforma profunda".

Prueba al canto de que el gobierno de Fidel Castro se hizo el sordo ante muy viejas advertencias lo es que, aún al filo de 1997, la Resolución Económica del V Congreso del Partido Comunista orientó a la agroindustria azucarera objetivos y metas demostrados por la práctica como inalcanzables, al menos bajo las coordenadas del modelo económico estatista imperante en la isla. Nunca se logró siquiera acercarse a los propuestos "siete millones de toneladas de azúcar como mínimo, con ingresos netos muy superiores a los actuales", aunque justo es consignar avances parciales en la producción de derivados y en la generación de electricidad, de seguirse a los informes de prensa.

De este modo se ha manifestado otra vez una de las más criticables y costosas tendencias de la política económica isleña: aquella según la cual la racionalidad en economía sólo se impone cuando la terquedad de los hechos derriba las puertas a patadas, tal y como ocurrió con la despenalización de la tenencia de divisas o la creación de los mercados agropecuarios.

Por ello puede afirmarse que la anunciada reestructuración azucarera (cuya urgencia nadie medianamente informado niega) equivale a la amputación de un pie gangrenado hasta el tuétano de los huesos, tras haber invertido no menos de 980 millones 600 mil pesos entre 1995 y el 2000, según cifras oficiales, sin beneficio de una verdadera respuesta productiva. O sea, el dinero de los contribuyentes tuvo a la postre un triste destino.

La amarga moraleja presente en la anunciada reestructuración azucarera es esa plena demostración de hasta cuándo los canales económicos isleños son obstaculizados por la sordera gubernamental hacia proposiciones dictadas por una realidad cambiante que, por cierto, no son privativas de economistas considerados "enemigos" por el gobierno de Fidel Castro.

No es un secreto: destacados especialistas oficiales se han pronunciado sobre la necesidad de percibir a ciencia como la economía en carácter de protagonista de los debates políticos, y no como esclava de tal o más cual "batalla de ideas".

Por lo pronto, las incógnitas. Por lo pronto, aunque aquí y allá se escuchan frases conciliatorias sobre el futuro de los inminentes desempleados, flotan en el aire las consecuencias, inevitablemente muy dolorosas, de lo que en realidad es la reestructuración azucarera: una amputación.


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