Empleos para
jóvenes ociosos
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - La tasa oficial que registra a los
desempleados en Cuba no considera a las decenas de miles de jóvenes
desocupados, los cuales no sólo constituyen una carga y una constante
preocupación para sus familiares, sino un grave problema social.
La mayoría de esos adolescentes no están controlados por las
dependencias municipales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. No les
interesan las ofertas laborales que las oficinas estatales proponen:
agricultura, servicios comunales o faenas no calificadas en la construcción,
donde se pagan salarios muy bajos.
Este reportero interpeló a un joven vecino que no estudia ni trabaja
desde hace años y emplea su tiempo en reunirse en el barrio con jóvenes
de su misma condición.
"A mí no me explota nadie -señala. Lo mío es hacer
negocios, ganar dinero fácil y por las noches gastármelo con las
muchachas que me agraden y deseen pasar momentos de placer junto a mí. Yo
espero que un día me toque la suerte y me empate con una extranjera, yuma
o de donde sea y me saque de esta m... Aunque sea para Haití o África.".
Es cierto que al gobernante cubano le inquieta el elevado número de jóvenes
que no estudia ni trabaja, pero -y esto es lo que más le preocupa-
tampoco tiene manera de supervisar los movimientos de esa juventud. Esta es una
de las razones por las que el gobernante ideó cursos para la superación
integral para los jóvenes que no estudian ni trabajan. En todos los casos
el gobierno asigna a los educandos una ayuda económica que oscila entre
los 80 y 120 pesos, y al mismo tiempo los controla y reporta como población
laboral empleada.
Para indagar al respecto me dirigí a la escuela "Bartolomé
Masó", ubicada en Avenida Belascoaín entre Concepción
de la Valla y Figuras, municipio Centro Habana, en Ciudad de La Habana. Aquí
funciona desde marzo un curso de superación integral para jóvenes
que no estudian ni trabajan. Un joven me comentó:
"Yo no quiero señalarme con la policía. Tenía al
jefe del sector que no me quitaba los ojos de encima. Desde que comencé a
estudiar me dejaron tranquilo. Mis padres están contentos y no me
presionan como antes para que haga algo útil. Además, el estado me
da 120 pesos mensuales como estipendio. Yo terminé hace dos años
el onceno grado. Es posible que siga los estudios aunque en realidad no espero
nada del futuro. En Cuba no se puede hacer planes".
No obstante los esfuerzos gubernamentales para ponerle freno a la práctica
generalizada de la nueva generación de marginarse de la sociedad al
concluir la enseñanza obligatoria, son cientos de miles los jóvenes
que se mantienen en el país sin estudiar ni trabajar.
Las razones debemos buscarlas en la falta de motivación, la aspiración
a una carrera universitaria a la cual no tienen derecho, y los bajos salarios
que después les abonarán si encuentran trabajo. Por otro lado, los
efectos económicos que producen en la sociedad los jóvenes que se
incorporan a estos cursos son irrelevantes.
El régimen cubano, como el avestruz, esconde la cabeza. Y piensa que
así sus acciones envolventes pasarán inadvertidas.
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