Memorias de
la Plaza (XLVIII)
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - "Tristes, sombríos,
lastimeros recuerdos son éstos que al calor de mi idea constante me
presta la memoria". Es mi pueblo un desfile de sombras que deambulan sin
rumbo, sin punto de llegada. Durante casi medio siglo le han prometido el paraíso
para obligarlos a vivir en el infierno. Una promesa tras otra, ¡y todas
incumplidas!, ha sido el discurso oficial. Hemos envejecido esperando un
porvenir que nunca llega.
Ante tal noria indetenible, absurda, los cubanos se han decidido por el
camino del pueblo hebreo. El exilio se ha presentado como único recurso
para escapar de la esclavitud. Más de dos millones de personas de mi país
son peregrinos de inviernos ajenos, de primaveras prestadas. Sufren el
desarraigo y la nostalgia. Esperan sólo la muerte del tirano para tener
patria nuevamente.
Nunca conoció Cuba afán tan desmedido por la partida. Nunca
tan largo había sido el naufragio interior que todo exilio impone. Se
desborda el mar de transeúntes cada vez que la caldera del infierno
recalienta su aceite: rebeliones parecen las estampidas, plebiscitos semejan las
evasiones masivas: son votos en contra de quien no les permite siquiera elegir.
Cuatro décadas de incuria y abandono han vuelto ruinas las ciudades.
Cuatro décadas de caprichos e imposiciones han vuelto nuestros campos
feraces desiertos improductivos. Cuatro décadas de satrapía y
edictos han esterilizado nuestro pensamiento político: es nuestra política
voz de un montero extraviado que conduce su manada hacia ningún sitio, sólo
los gritos del montero restallando en el aire, y los ladridos de sus perros haciéndoles
eco.
Quienes se atreven a bramar con la virilidad del toro bravo corren el riesgo
del matadero. El dueño del ganado no admite que en su rebaño haya
mugidos que convoquen contra el yugo. No es un héroe ni un libertador el
montero, ama únicamente su hacienda y su ganado.
En estrecho redil se ha visto obligado a sobrevivir el pueblo cubano. Le han
negado la prosperidad económica y la palabra disidente. Lo han privado de
la iniciativa individual y la mínima propiedad. Poseedor de nada y
silencioso ente, nada tiene el cubano que amar en esta tierra. Es su país
entero un barrio marginal. No lucha por cambiar su entorno sino por escapar de él.
Y entonces el camino del exilio se abre como única alternativa. No sabe
rebelarse el que siempre ha sido esclavo: cuarenta y tres años es casi un
siempre para una mente obligada a no pensar, aplastada cuando piensa. Sólo
acude a la fuga quien se siente encerrado sin razón, quien pide
explicaciones por su encierro y se las niegan. La libertad, aunque nunca se haya
gozado, se lleva dentro como un derecho irrevocable, y se busca, y se lucha por
ella, y se paga el alto precio que requiere obtenerla.
No ha de verse la emigración cubana como un fenómeno puramente
económico o de "sálvese quien pueda". La emigración
cubana es una modalidad de la rebelión, una modalidad del sufragio que
niegan en las urnas. Un pueblo impedido de rebelarse, un pueblo impedido de
modificar su realidad por la vía de la oposición pacífica,
busca el modo de hacerle saber al mundo de su inconformidad. La emigración
cubana es hoy la pancarta más grande, más elocuente que se ha
alzado contra el castrismo.
Si se quiere saber cuánto de inoperante es un gobernante y el
gobierno que organiza, tómese como unidad de medida la cifra de
ciudadanos que huye de su mandato. No es buen gobernante, ni digno de gobierno,
quien provoca un flujo indetenible de emigrados y, en ocasiones, este flujo se
convierte en torrente que invade otras naciones. El individuo que es feliz, y
goza de libertades, no abandona el paisaje que vio al nacer. Sólo busca
otras tierras quien se siente habitante de tierra baldía donde no germina
la semilla ni la idea. No se conforma el ser humano con labrar en una tierra roñosa
que no le brinde de comer bien para poder pensar bien. Si el grano obtenido
alimenta el cuerpo, el grano con que se sueña alimenta el pensamiento.
Pero si criminal es obligar a un pueblo a emigrar, mayor crimen es impedir
que emigre quien ha descubierto la enfermedad que padece su tierra y quiere
ponerse a salvo de tal plaga. Verse obligado a pedir permiso al gobernante de
quien se quiere escapar, es como tornarse delator de uno mismo. ¿Quién
ha visto que alguien tenga que pedir permiso para entrar o salir de su casa? Eso
ocurre sólo cuando nos dicen que la casa es nuestra pero en verdad no
somos los dueños. En realidad mi país es una celda que sólo
su carcelero abre o cierra cuando se le antoja.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|