Una mujer en
el Escambray: Se busca una solución (IV)
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Emilio Carretero asumiría la
jefatura de las fuerzas insurgentes a la muerte de Tomás San Gil, como se
ha señalado, en 1962. Su mandato duraría unos meses. El macizo
montañoso central ya no constituía un escenario de lucha adecuada
para los guerrilleros. La correlación de fuerzas era sumamente adversa
para ellos, al punto que la región se transformó en una enorme
trampa.
"Carretero comprendió -señala Florencio Becquer- que la
situación militar había empeorado para los grupos irregulares a
partir de agosto de 1962. Esta opinión no la compartían otros
jefes de grupos y regiones, cuyo optimismo se negaba a reconocer esa realidad.
Carretero estaba obligado a buscar un camino que le permitiera salvar, si no a
toda, al menos a una parte de la tropa. Evacuarlos de la cordillera y
posteriormente sacarlos del país por vías clandestinas, pero
seguras, era uno de sus objetivos. El otro sería mantener el foco de la
lucha armada. Definido lo que se iba a hacer, ahora restaba lo más
importante: cómo lograrlo".
Fue en estas condiciones que Emilio Carretero conoció personalmente a
Alberto Delgado.
"Este hombre, Alberto Delgado - refiere Mayra- trabajaba como
colaborador de la guerrilla, y era conocido en la zona que va desde Trinidad
hasta Topes de Collantes. Delgado, como se supo posteriormente, era un agente de
la policía política del gobierno infiltrado en las filas de los
combatientes anticastristas. Se convirtió en la punta de lanza de un
meticuloso plan organizado por la inteligencia para atrapar vivos a los jefes y
miembros de la guerrilla. Además, se pudo conocer que ese cuerpo
especializado poseía la información de que muchos combatientes habían
abandonado el país por varios puntos geográficos con éxito.
Esta última realidad fortalecía la operación de engaño,
hacía más creíble la posibilidad de que en el Escambray
también se pudiera sacar a los combatientes que allí operaban. La
G-2 aprovechó el aislamiento en que se encontraban los grupos de combate
para hacerles su jugada.
"Alberto Delgado le propone a Carretero la posibilidad de sacarlo de
allí en unión de algunos de sus hombres con destino a los Estados
Unidos. Emilio aceptó la sugerencia en principio, pero receloso como era,
le exige más información. Alberto se recrea en algunos detalles,
por ejemplo, que la salida se realizaría en un barco norteamericano que
los esperaría a unas millas de las costas. Para llegar al barco se
desplazarían en un bote que Delgado buscaría. La salida sería
por la costa sur de la provincia y contaba con la aprobación de las
organizaciones opositoras urbanas radicadas en Cuba y en el exilio. Yo no sé
si Cheíto León estuvo presente en estas conversaciones, pero
cuando Emilio le contó el plan, León dudó de su realización
y le dijo a Carretero que él no confiaba en Alberto Delgado, quien tenía
fama de trabajar para la Seguridad del Estado. Cuando Emilio le contó a
mi esposo, éste le dijo: ten cuidado con Delgado, te va a embarcar".
Florencio explica:
"Carretero no confió en Delgado, pero asumió los riesgos
personalmente. Sería él quien primero probaría la
efectividad de la operación. Si era una trampa se convertiría en
la primera víctima. No tenía otra opción. Y en consecuencia
concibió un plan secreto con León para que éste confirmara
si el llegaba o no a su destino. El plan consistía en una contraseña
que sólo ambos conocían y que debería llegar transcurridos
ocho días después de su partida. Si esta señal no llegaba a
Cheíto, ya no habría dudas: Alberto Delgado era un agente de la
inteligencia cubana".
Daysi interrumpe bruscamente el relato de su marido y concluye:
"La G-2 se empleó a fondo en este plan. No escatimó
recursos técnicos ni humanos para lograrlo. Sabían que de
triunfar su operación otros jefes y sus grupos seguirían confiados
el camino de Carretero. Cumplida la primera etapa, cuyos detalles desconozco, es
decir, la supuesta exfiltración de Carretero, Cheíto León
nunca recibió la contraseña acordada. Pasaban los días, y
nada. No dudó más y ordenó la captura de Alberto Delgado,
quien había ocasionado la muerte, la captura y el fusilamiento de varios
hermanos de lucha. Tuvo que enfrentar un juicio en campaña y fue
ajusticiado. El resto es historia conocida. Emilio y sus hombres fueron
apresados, incomunicados, juzgados y condenados a fusilamiento".
Asumido el mando de la guerrilla en el Escambray por Cheíto León,
el nuevo jefe se reunió con los hombres que mantenían el grito de
rebeldía. Según testimonios de algunos familiares de los
insurrectos, León expresó: "Caballeros, no podemos esperar
ayuda de ninguna parte ni salir jamás de las lomas. Yo no abandono el
Escambray. Esto aquí es a morirse".
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