¿Moros
en la costa? Más circo
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, julio (www.cubanet.org) - Por fin concluyó el cuadragésimo
primer campeonato de béisbol en Cuba. El equipo que ganó la serie,
el de la provincia Holguín, no estaba entre los favoritos. El sub campeón,
Sancti Spíritus, tampoco.
Muy atrás quedaron los que habían gozado de mejores augurios.
Los equipos de Pinar del Río, Isla de la Juventud, Industriales, Villa
Clara y Santiago de Cuba, favoritos de la contienda, carecieron de garra para
alcanzar la cima a pesar de que sus nóminas estaban integradas por las más
rutilantes estrellas del béisbol cubano.
Ya en las postrimerías del campeonato se hizo evidente el cansancio
de muchos peloteros. Este año la serie se prolongó por seis meses
incluyendo el principio de la temporada lluviosa (mayo-junio), lo que provocó
la postergación de varios juegos.
Y ahora, cuando ya todo el mundo creía que los peloteros se irían
a vacacionar junto a sus familiares, las autoridades deportivas del gobierno se
aparecen con el anuncio de una próxima superliga, consistente en 30
juegos que se efectuarán entre el 6 de julio y el 18 de agosto, en la
cual participarán cuatro equipos en representación de sus
respectivas regiones: Occidentales, Habaneros, Centrales y Orientales.
¿Qué razones justifican la celebración de esta superliga
en medio del infernal verano cubano, cuando incluso una buena parte de la dócil
prensa deportiva criolla había expuesto claros argumentos en contra de
tal idea? Aparentemente por sobre las consideraciones del clima y de la salud de
los deportistas, que están física y emocionalmente exhaustos, han
prevalecido otras preocupaciones concernientes al interés político
del régimen.
En primer lugar, para el gobierno es vital que el equipo de béisbol
(o cualquier otro representante del deporte nacional, que consideran su deporte)
le gane a cualquier rival del universo terrícola. Y para conseguirlo, según
el dictamen de los técnicos, es necesario incrementar la preparación
física de los peloteros.
Últimamente, tras la inclusión de atletas profesionales en las
nóminas de otros países, al equipo nacional le ha resultado más
difícil ganar. Y ya no se puede aceptar ni un descalabro más. Huérfano
de triunfos en otros campos (derrotas en la economía y derrotas en
Ginebra), el régimen necesita a toda costa exhibir al mundo y a los
propios cubanos que el sistema impuesto puede producir buenos resultados.
Sin embargo, más allá del fatuo oficio de las apariencias,
para el régimen podría haber prioridades todavía más
urgentes. El verano de este año, con millones de cubanos pasando calor y
sin tener qué comer ni en qué entretenerse, podría ser tan
caliente como el de 1994.
En aquella oportunidad, por excepción en 43 años y medio de régimen
castrista, varios miles de cubanos arrinconados por la dura crisis económica
salieron a las calles a manifestar su descontento gritando consignas contra el
gobierno y apedreando varios hoteles de Ciudad La Habana.
Para evitar que se repita aquel "maleconazo" (ahora como en 1994
miles de cubanos se excitan mirando al Estrecho de la Florida), ¿qué
mejor que organizar otro campeonato de béisbol aunque los gladiadores,
digo, los peloteros tengan que sudar la gota gorda y correr con la lengua
afuera?
Compañeritos, hay moros en la costa. Para el bien del imperio, es
menester estar alertas y dar entretenimiento. Entonces tendremos circo, digo, béisbol.
Así lo ha dispuesto el emperador... y lo tendremos.
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