Otro preso
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, julio (www.cubanet.org ) - Aunque los cubanos suelen
autoconferirse más brillos y virtudes que los que probablemente tengan,
no hay dudas sobre el carácter jacarandoso de la gente de la Isla. En el
pasado esta cualidad, subida al estrado público, llegó a ser una
saludable válvula de desintoxicación social.
De tan buena salud gozaba el humor en Cuba hace medio siglo que un programa
cómico radial, "La tremenda corte", escrito por Cástor
Vispo, adquirió categoría de recurso nacional. El programa fue
importado por varios países latinoamericanos y ha hecho reír a
millones de personas.
Pero no por gusto (a inicios de la revolución) Leopoldo Fernández,
el inolvidable "Tres Patines", protagonista de "La tremenda corte",
se fue de Cuba y vivió hasta el día de su muerte fuera del país.
Desde la misma llegada del régimen castrista al poder, los humoristas
criollos debieron abandonar el ejercicio de la sátira política,
uno de los más ricos recursos de la crítica explotados por todos
los bromistas del planeta.
A la nueva clase dirigente sólo le parecía bueno el humor que
criticaba a los demás. En cuanto a ellos mismos, la sociedad bajo su
batuta y el sistema que impusieron (como eran perfectos) no podían ser
criticados ni con la broma más humilde. Para cumplir su voluntad de pésimo
humor acrítico fue creada una millonaria policía política.
Así, extrañado de su raíz e impedido de una libre
expresión pública, el humor criollo languideció hasta un
punto calamitoso que poco tenía de gracioso y que nada aportaba al
mejoramiento de la contemporaneidad. San Nicolás del Peladero,
considerado el mejor programa humorístico surgido bajo el período
revolucionario, no era más que una sátira a la Cuba republicana.
La lúgubre situación persiste hasta hoy. Urgida por toda la
sociedad la televisión ha iniciado la transmisión de un nuevo
programa: "¿Jura decir la verdad?", que se ubica nuevamente en un
tiempo pasado.
En realidad, este programa no es otra cosa que un franco remedo de "La
tremenda corte" radiada en los años 50 del siglo pasado. Muy
probablemente, los humoristas actuales confían en que los televidentes
puedan extrapolar las situaciones que plantean. Las circunstancias (los vicios
morales) de antaño tienen demasiados paralelismos con la Cuba actual.
Sólo falta que al equipo de realización de "La tremenda
corte" le alcance el tacto para impedir que el nivel de coincidencias no
llegue a ser demasiado alto. Si los censores del gobierno descubren el juego de
sutilezas y sugerencias, los guionistas y actores de "¿Jura decir la
verdad?" podrían terminar donde terminó "Tres patines":
en el exilio o tras las rejas.
Porque en Cuba al humor también lo tienen preso. Por lo menos en los
medios de comunicación.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|