CUBANET... INTERNACIONAL

Julio 5, 2002



¿Por qué los cubanos no se rebelan?

Soren Triff / El Nuevo Herald, julio 5, 2002.

La opinión pública ha rechazado la propaganda del régimen cubano. El gobierno pierde legitimidad en el exterior y la sociedad cuestiona su legitimidad desde el interior. Sin embargo, es conmovedor el espectáculo de ver a miles de seres humanos utilizados como ''armas biológicas'' en marchas agotadoras. Aun sabiendo que es una farsa muchos se preguntan: ¿por qué los cubanos obedecen a políticos que no los representan? ¿Por qué los isleños apoyan posturas en contra de su bienestar?

En este espacio he ofrecido una respuesta posible. La coacción, la propaganda y el adoctrinamiento son suficientes para obtener ese comportamiento. Pero existe una explicación más profunda del fenómeno de la obediencia, sobre todo después de ver a exiliados que se comportan de manera parecida aunque viven en libertad y no fueron adoctrinados por el régimen. ¿Qué provoca una conducta similar en un pueblo aun cuando vive en ambientes tan diferentes? La cultura autoritaria.

Hace unos días Hermanos al Rescate encontró a unos cubanos perdidos en el Estrecho de la Florida con la ayuda de un radioaficionado que portaba un equipo casero. El Servicio Guardacostas, con recursos millonarios, fue incapaz de encontrarlos. Luego los isleños fueron devueltos a Cuba. También en estos días murió asesinado Jorge Villaverde, descrito como un anticastrista. Dos bombas Molotov explotaron en las oficinas de sendas organizaciones exiliadas. Voy un poco más lejos. Un panel en Washington explicaba cómo el gobierno norteamericano había fracasado en enviar la señal de TV Martí a Cuba. Según Brian T. Conniff, fue imposible persuadir a países tan pequeños como Belice para que cooperaran. Otro hecho más. Un funcionario de USAID se presentó ante organizaciones privadas norteamericanas para pedirles ayuda y cooperación con la sociedad civil cubana. El Senado de Estados Unidos aprobó una resolución en apoyo al Proyecto Varela, pero aún no hay una igual en la Cámara aunque tenemos tres representantes cubanoamericanos.

Los burócratas y gobernantes muestran un desinterés por estas cuestiones que preocupan a gran parte de los norteamericanos de origen cubano. En ninguno de estos casos he escuchado a líderes de los ciudadanos de origen cubano cuestionar al gobierno estatal y federal. Pero tampoco he visto a muchos contribuyentes exigir que se utilice mejor su dinero ni a electores exigir que los políticos representen sus intereses, ni a los oyentes de los respetados Armando Pérez, Ninoska Pérez (sin relación de parentesco) y Francisco González exigir que hablen sobre estos temas en sus programas radiales. ¿Por qué? El examen de las sociedades autoritarias --en especial las fundadas en la esclavitud como Cuba-- puede explicar este fenómeno.

¿Por qué los cubanos no se unen? La vida en servidumbre bajo condiciones extremas hace creer al individuo que es imposible el éxito de la acción colectiva para mejorar su nivel de vida y que el único remedio es la salvación personal (obedecer o escapar). El esclavo, el sirviente, el campesino, el empleado --llámelo como quiera-- prefiere una relación desigual con el poderoso en busca de privilegios personales, en vez de una asociación de igualdad con sus conciudadanos para exigir derechos para todos. El compatriota de igual nivel es competencia en vez de aliado.

El súbdito de una sociedad autoritaria tiene dificultad en crear asociaciones de estructura democrática para buscar el bien común. Muchos cubanos tienden a acercarse a alguien con influencia en busca de algún beneficio personal. En vez de crear sociedades para defender el bien de la mayoría, predominan organizaciones de corte político para colocar a un grupo pequeño en el poder. En vez de ser una agrupación de ciudadanos es muy posible que terminen reuniendo a una cuadrilla de ignorantes o camajanes, en Cuba o en Miami.

¿Por qué los cubanos no cuestionan a los poderosos? Las personas que provienen de culturas autoritarias no creen que nadie igual a ellos es capaz de representarlo. Sin embargo, cuando uno logra el respaldo de agentes influyentes externos a la comunidad y es elegido al cargo entonces la relación con el político es de adulación, dependencia y fuente de identidad. Muchos votantes sienten que es una ''traición'' elegir a otro político, una ''ofensa'' cuestionar sus acciones, una ''falta de respeto'' exigir que cumpla sus promesas de campaña.

Es triste ver gente en marchas forzadas, es cierto, pero es peor ver a electores en Miami regalar su voto a políticos que no defienden nuestros intereses, a cubanos que siguen a líderes ineficaces y a exiliados que escuchan a aburridos comentaristas radiales que terminan repitiendo la propaganda castrista. Quizás las cosas no cambien, pero al menos ya sabemos por dónde le entra la obediencia a los cubanos.

© El Nuevo Herald

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