La mujer y la
delincuencia en Cuba
Anna Rosa Veitía, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Bastaron unos minutos para que la vida
de Clara Cecilia cambiara. La diversión y la alegría de una tarde
de fiesta se convirtieron en la zona más oscura de su vida cuando regresó
a casa y encontró que su madre era golpeada y amenazada por el marido.
En un momento de desesperación en el que la relación
hija-madre la cegaron totalmente buscó entre las herramientas del
padrastro un punzón que enterró con violencia en su espalda.
Desangrado, el hombre murió, y a Clara no le creyeron nada de lo que
declaró en el Tribunal Provincial. Fue sancionada bajo el cargo de delito
de homicidio simple. Ingresó a los 18 años a la prisión "Manto
Negro" para cumplir una condena de siete años. Han pasado tres. Me
confesó: "Sí, me arrepiento de lo que hice porque comprendo
que no soy nadie para quitarle la vida a un ser humano. Pero se trataba de mi
madre o él".
Clara Cecilia recuerda lo que define como un error en su vida, las lágrimas
nublan sus ojos y se lamenta del tiempo que lleva privada de libertad, aunque
disfruta de pases ocasionales otorgados por la llamada "reeducación"
de la cárcel de mujeres, mientras espera que le sea otorgada la libertad
por buen comportamiento.
"Es triste todo esto -comenta la muchacha. No sabes lo duro que es
adaptarse a sobrevivir dentro de un régimen carcelario impregnado de
reglas donde por cualquier falta puedes ser penalizada con distintos castigos,
que van desde la pérdida de la visita familiar hasta pasar días
enteros en los calabozos de castigo, recibiendo maltratos físicos y
psicológicos. He pensado muchas veces que las leyes son muy injustas.
Creo que estos tres años han sido suficientes para pagar por mi culpa".
A lo largo y ancho de la Isla 3,071 mujeres, cuya edad promedio no excede
los 30 años, se encuentran prisioneras cumpliendo diferentes tipos de
condena.
María Elena Ortiz, socióloga y experta en Criminología
de la Universidad de La Habana, señala que de acuerdo a un estudio
realizado la mujer participó del 3.9 de delitos cometidos en el año
1995. En 2001 el porcentaje subió a 6.8, es decir, el doble.
No obstante este crecimiento sostenido, la delincuencia femenina es un tema
que se mantiene en las sombras. Según María Elena Ortiz esto se
debe a que los diversos enfoques criminológicos tienden a restar
importancia a las mujeres como autoras de delitos, basándose en el escaso
número de mujeres que delinquen en comparación con los hombres y
en la clasificación de los delitos femeninos como delitos de género,
entre ellos los crímenes pasionales.
Pero las cubanas que han incurrido en delitos ya no cometen los típicos
de encubridores o cómplices. Ahora, o roban en las tiendas dolarizadas o
ejercen la prostitución. Según el estudio las mujeres "han
ampliado su espectro delictivo, adquiriendo una participación
predominante en el tráfico de estupefacientes y divisas".
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