¡La gran
locura! ¿Hasta cuándo?
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, julio (www.cubanet.org) - En poco más de 40 días
los cubanos habrán disfrutado de 7 feriados. Estos fueron oficialmente
decretados para efectuar una marcha "popular" antimperialista (junio
12), para que el pueblo escuchara por radio y televisión las sesiones de
la Asamblea Nacional (junio 24, 25 y 26) y para conmemorar el asalto al cuartel
Moncada hace 49 años (25, 26 y 27 de julio).
En la Isla prevalece el criterio de que esta "feriomanía"
del gobierno no es más que otro de sus disparates. ¿Qué lógica
tiene -se pregunta la gente- que en medio de una aguda crisis económica
el país sea paralizado por más de una semana sin ningún
objetivo práctico?
Otros ven tan depauperada la situación económica que opinan
que el gobierno decreta tantos feriados porque le es más ventajoso
pagarle a los trabajadores en sus casas que en los centros de trabajo. La falta
de materias primas y transporte, el ausentismo y los bajos rendimientos
laborales, la corrupción y todo género de despelote administrativo
son realidades presentes en la economía nacional. Según las
propias predicciones oficialistas este año no habrá crecimiento
económico. Por el contrario se espera una merma en el producto interno
bruto.
Exactamente 43 años y medio de voluntarismos en los cuales todo en la
Isla ha sido decidido por la "mandarria" de una sola persona no podían
celebrarse en mejor situación.
Ha transcurrido demasiado tiempo de divorcio entre la conducción del
estado y la más sana práctica económica. Mientras en el
mundo se aceptó al individuo como el más eficaz generador de
riqueza, en Cuba se optó por el socialismo que predica que para que la
gente haga turismo y coma mantequilla es necesario que el Estado se erija en
propietario de todo. Desde los cruceros trasatlánticos hasta las tetas de
las vacas.
Encima de este desastre estructural que ya de por sí ha resultado
bastante calamitoso, se ha impuesto el de la politiquería en exceso. Sin
importar sus costos y repercusiones sociales el gobierno interrumpe la
actividad económica del país cada vez que le da la gana. Toda la
vida de la nación deberá estar en función de garantizar a
perpetuidad la permanencia en el poder de la élite que lo detenta. La
producción y el crecimiento de bienes y servicios no son prioridad para
el régimen.
En Cuba la mantequilla es un lujo al alcance sólo de los
privilegiados, entre los cuales se encuentran los miembros de la nomenclatura.
Por si fuera poco, los cubanos deberán abstenerse de la posibilidad
de expresar sus angustias libremente, pues en la Isla el gobierno es también
propietario de los medios de comunicación, y los agentes de la policía
política están siempre alerta para tramitar unos años tras
las rejas a cualquier fanático de la libertad de opinión.
Una gran locura de la cual el pueblo cubano se alejará -con todas las
ficciones constitucionales echadas a una lado- en cuanto tenga la oportunidad. Y
ésta, pese a la represión y a la voluntad continuista del régimen,
se gesta ya en el claustro de la Patria.
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