La verdadera
historia de un cubano balsero
Ernesto Roque, Grupo Decoro
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - El 28 de mayo el periódico
Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó el
artículo "Historias balseras para meditar", cuyo autor, Alexis
Schlachter, manifiesta que entrevistó a un grupo de 25 compatriotas,
cuatro de ellos menores de edad, que el 24 de mayo fueron devueltos a Cuba por
el servicio de guardacostas de los Estados Unidos de América.
En la crónica de Schlachter sólo se cita a una de las
presuntas fuentes: Abigail García Izquierdo, a quien este periodista
independiente localizó y entrevistó 18 días después
del trabajo de Granma.
A continuación la historia que el periodista oficioso Schlachter
omitió.
Los antecedentes
Abigail García Izquierdo, de 32 años, reside desde su
nacimiento en el central Pablo de la Torriente Brau, en Bahía Honda,
provincia Pinar del Río, aunque actualmente radica en la finca La Curva.
Fue técnico medio en maquinarias agrícolas, pero ahora labora por
cuenta propia llevando mandados a los domicilios de sus clientes.
"Mi odisea -declara García- comenzó cuando me gradué
en 1989 y comencé a trabajar en el central Pablo de la Torriente Brau,
donde los dirigentes administrativos y los militantes del Partido Comunista me
veían como alguien que no podía estar entre ellos por mi condición
de creyente como Testigo de Jehová, problema que se acrecentó
cuando me negué a pasar el servicio militar obligatorio".
García explica cómo fue tratado por no acatar el entrenamiento
militar debido a sus creencias religiosas: "Fui enjuiciado y multado por el
Tribunal Municipal Popular de Bahía Honda, hecho que me marcó para
toda la vida. Además, fui expulsado de mi puesto de trabajo. A partir de
ese momento el jefe del sector policial, de apellido Villar, comenzó a
acosarme constantemente llegando a provocarme en la vía pública.
Por esa época nació mi primer hijo".
La golpiza
"Mi interés por emigrar comenzó en 1997. Ya estaba
hastiado de las necesidades económicas y de la persecución ideológica
y política. Por las noches, luego de acostar a mis dos hijos, conversaba
con mi esposa sobre cómo resolver nuestros problemas. Decidí
marcharme del país a costa de mi propia vida. En dos ocasiones me
capturaron los guardafronteras cubanos al tratar de irme de Cuba en un catamarán
(lancha rústica). Esto sucedió en 1997 y 2000" -recuerda García..
Y después añade: "El 18 de enero de 2001 yo me encontraba
en la costa, en la Playa San Pedro, con el objetivo de emigrar a Estados Unidos
de América, pero me sorprenden cuatro guardafronteras. Uno de ellos, un
mulato con grados de sargento, me puso esposas plásticas y me las apretó
al máximo. Este sargento, luego de inmovilizarme, comenzó a
golpearme con una manguera, me tiraron boca abajo en el suelo y en medio del
dolor sentí que él decía: 'Por culpa de este cabrón
me he ensuciado todo el uniforme'. Después me golpeó con más
saña. Me sacaron a un camino pedregoso donde me obligaron a caminar sin
zapatos como un kilómetro".
"Al llegar a un camión GAS 66 me amarraron con una soga. Fue
cuando le dije al sargento: Esto lo hacían los batistianos. Él
comenzó a reírse. Un capitán que se encontraba en el carro
observaba los hechos en silencio. Al rato se acercó a mí y me
dijo: 'Yo no comparto los métodos de esta gente, pero soy nuevo aquí,
he sido trasladado a esta unidad y no me gustan las cosas así".
"Al llegar a la unidad de Bahía Honda, adonde fui trasladado, se
personó el jefe de ésta y me hizo varias preguntas. Como no le
contesté se me acercó y me dijo en tono amenazante: 'Así
que tú no vas a hablar'. Aquello me olió a más golpes, a más
vejámenes, pero gracias a Dios los oficiales de Villa Maristas llamaron
diciendo que irían a recogerme para encargarse de mi caso".
Villa Marista
García expone qué sucedió en Villa Marista, la sede
central de la policía política cubana: "Cuando fui conducido
a la Seguridad del Estado, en la capital del país, declaré la
golpiza que me habían propinado. Un coronel me contestó que yo era
un mentiroso. En ese lugar fui entrevistado también por un periodista de
los servicios informativos de la televisión cubana, al que le relaté
los sucesos, golpes y vejaciones incluidos. El 3 de mayo, en el programa Mesa
Redonda, pusieron escenas de otras personas que habían sido detenidas en
el intento de salir ilegalmente del país, pero mis declaraciones fueron
cercenadas, no transmitieron las acusaciones que yo le hice a los
guardafronteras".
Granma y la mentira
Respecto a lo publicado en Granma, García revela: "En ningún
momento fui entrevistado por el periodista Schlachter. Sí me entrevistó
una mujer, pero jamás declaré lo que se publicó. La
realidad es que cuando vi personas extrañas en Bahía Honda me
arrimé a ellos porque me imaginé que podía existir la
posibilidad de una salida ilegal en lancha".
"Cuando subí a la embarcación, los lancheros no me
hablaron en ningún momento de que yo tenía que pagar ni un centavo
como se afirma en el artículo de Granma, pues no tengo familiares en
Estados Unidos de América. Aquí en Cuba los pintan (a los
lancheros) como asesinos, mercenarios y delincuentes. Pudieran existir, pero con
quienes realicé mi última travesía demostraron todo lo
contrario, tan es así que luego que la embarcación zozobró,
al quedarse sin combustible a las 10 de la noche del 19 de mayo, y al ver a
cuatro niños a bordo, los lancheros decidieron llamar al guardacostas
estadounidense a sabiendas de que tendrían que enfrentar la ley".
Acuerdos migratorios
"En mi caso -dice García- se violaron los acuerdos migratorios.
Fui conducido a mi lugar de residencia, me entregaron a la presidenta del Comité
de Defensa de la Revolución (CDR). Minutos antes el oficial de la policía
política que me condujo me preguntó dónde vivía la
presidenta del CDR y yo le respondí que no sabía quién era
porque jamás había pertenecido a esa organización. Luego de
la presentación el oficial me informó que me podía ir para
mi casa. Impotente le contesté: ¡Patria o Muerte, Venceremos!"
García añade: "Ocho días después me citan
verbalmente para que me presente en la estación de policía. No
fui. Cuando vinieron a buscarme les dije que no mediaba ninguna citación
oficial. Me condujeron y en la estación me manifestaron: 'Te hemos
llamado para ver algunas cosas contigo. La primera es decirte que tú eres
la principal conexión con los lancheros. Eres un contrarrevolucionario y
lo sabemos por agentes que trabajan para nosotros. Ellos nos informaron todo y a
partir de este momento no te vamos a perder ni pie ni pisada. Ya nos tienes
cansados. En el primer fallo que tengas te vamos a coger'. Me multaron con 60
pesos, sin explicarme el motivo. El capitán Eddy de la Seguridad del
Estado me planteó: 'Mira, si quieres resolver tu problema por qué
mejor no te ahorcas y así se resuelve todo'".
García concluyó la entrevista con la siguiente advertencia: "Se
que quizás todo esto me traerá más problemas. Pero quiero
confirmar todo lo que he denunciado aquí para que en el mundo se sepa que
en Cuba se violan los derechos humanos, los acuerdos migratorios, que las
autoridades denigran al ser humano por el simple hecho de ser creyente y no
estar de acuerdo con la ideología del gobierno. Historias como ésta
se suceden en Cuba a diario".
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