Alfredo Coronil-Hartmann.
El Nuevo Herald,
julio 2, 2002.
Del que conocimos como ''mundo comunista'', quedan apenas como excrecencias
persistentes Corea del Norte y el tiranosaurio cubano; la China continental ya
es otra cosa: un régimen capitalista de partido único.
No obstante, en nuestra querida América Latina Fidel Castro había
tenido el cuidado de sembrar, junto a Lula da Silva, la perniciosa semilla del
Foro de Sao Paulo, al cual adherirían posteriormente: el Frente
Sandinista de Liberación Nacional, los narcoguerrilleros y terroristas de
las FARC y el ELN de Colombia y el trasnochado comandante venezolano Hugo Chávez.
La dinámica de los hechos, el despertar creciente de la conciencia pública,
se han encargado de ir desbrozando el camino y reduciendo electoralmente a estos
epígonos rezagados del marxismo decimonónico, es el caso de
Nicaragua y Colombia.
En Venezuela la desastrosa administración de Chávez, la más
inepta, corrupta y repudiada de la historia de mi país, ha creado un
clima de ingobernabilidad que ya ni los más ''ingenuos'' observadores
internacionales se atreven a negar; el régimen vive su tránsito al
más allá, sobre el cual sólo se discuten las formas y se
busca el menor costo posible en vidas y en recuperable institucionalidad.
Sobre esta ya iniciada transición, planea como una sombra amenazante
el próximo proceso electoral del Brasil, es decir, la candidatura
presidencial de Luiz Inácio 'Lula' da Silva, que aunque en franca caída
en los sondeos de opinión, sigue siendo la fórmula favorita
''especialmente después de su alianza con un candidato vicepresidencial
de derecha'' y quien no ha ocultado nunca sus vínculos con Chávez.
Aunque el respetado colega Arturo Valenzuela establece diferencias y
pareciera desestimar la peligrosidad de Lula --que no la de Chávez-- para
los intereses de la democracia y los de los Estados Unidos en el hemisferio,
considero que una nada deseable victoria de Lula potenciaría a los
movimientos subversivos colombianos, creándole dificultades adicionales
al presidente Alvaro Uribe Vélez, y oxigenaría al moribundo régimen
chavista, creando una amenaza de enormes proporciones en el subcontinente. Ya
octubre está a la vuelta de la esquina.
En este contexto, es urgente que la comunidad democrática regional a
través de los respectivos gobiernos y de los órganos panamericanos
como la OEA, la CIDH, la ORIT, las ONGs con peso y solvencia democrática,
los partidos políticos de las Américas, los medios de comunicación
social le den apoyo a la sociedad democrática venezolana para que ésta
encuentre en un plazo perentorio una salida lo más pacífica y
democrática posible, lo más institucional y constitucional que
podamos, al experimento más costoso, peligroso y deletéreo que
haya vivido el continente en las últimas décadas, un experimento
con una capacidad de disolución social inigualada, que cada día
que permanezca hace retroceder las posibilidades del desarrollo y de la paz para
el sufrido pueblo de Venezuela, a la par que se yergue como un factor de
perturbación en la región.
La suerte está echada y es ahora, no después.
Abogado, internacionalista, catedrático y ex parlamentario
venezolano.
corbertomel@cantv.net
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