José M. Juara Silverio /
El Nuevo Herald,
julio 1, 2002.
De un concepto tiránico y dictatorial, desde la Edad Media, el
concepto de soberanía se ha actualizado a formas modernas y democráticas.
Antes, la creencia era de que toda persona estaba sujeta a las órdenes
del rey, o sea, el soberano, que controlaba la vida y propiedad de todos. El
nuevo y revolucionario concepto nació con la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos, cuando Thomas Jefferson proclamó que
no es el estado, sino el individuo, quien es soberano y supremo. La suma de esas
soberanías individuales constituye la soberanía nacional. Y
Jefferson hizo hincapié en la idea de que el ser humano ha recibido
varios derechos inherentes, fundamentales y anteriores al estado, como el
derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la búsqueda de la
felicidad. El pueblo solamente organiza el estado para proteger esos derechos
contra los elementos criminales que existen en toda sociedad, y aclara que los
funcionarios públicos no son superiores, sino servidores, del pueblo.
Este concepto libertario y democrático es falsamente utilizado por
los regímenes totalitarios. La constitución cubana no le reconoce
ningún derecho al individuo, pero demagógicamente,
malinterpretando el concepto jeffersoniano, sostiene en el artículo 3 que
''la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del
estado'', y seguidamente le arrebata esa ''soberanía'' con el artículo
5 al expresar que ''el Partido Comunista de Cuba, martiano y marxistaleninista,
es la fuerza dirigente superior de la sociedad y el estado''. O sea, es Fidel
Castro, como dirigente máximo de ambas entidades, quien se apodera de la
soberanía. El es el rey, el soberano, al igual que en la Edad Media,
quien utilizando la represión, el control estatal de la prensa y de los
medios de producción y trabajo, la educación adoctrinada a los niños
y la tarjeta de racionamiento controla la vida y propiedad del pueblo.
En el caso del comunismo cubano, la falacia de ''la defensa de la soberanía
nacional'' es utilizada para mantener la tiranía personal de Castro y de
quienes se benefician de la misma, los miembros del Partido Comunista, y la usan
para justificar, además, sus abusos de poder y los crímenes
cometidos por ese gobierno, uno de los más notorios el del asesinato, en
aguas internacionales, de cuatro de los pilotos de Hermanos al Rescate, acusados
falsamente de violar la soberanía nacional. Esta acusación
castrista sería una acusacion de ''violación del espacio aéreo''
en cualquier país donde se respetan las derechos humanos y las leyes
internacionales. Este caso explica claramente, la diferencia entre soberanía
nacional y lo que se llama el ejercicio de la soberanía territorial.
Y en el caso cubano observamos un ejemplo muy claro. La base naval
norteamericana en Guantánamo está instalada en territorio cubano,
pero el gobierno comunista de Cuba no puede ejercer soberanía sobre ese
territorio. El ejemplo es claro, pero además tampoco puede ejercer ningún
tipo de soberanía sobre los cubanos que viven fuera del país, pues
ellos ejercen su soberanía individual, la que según el concepto
moderno posee solamente el individuo, no el estado.
Contraria a las ideas de Jefferson, innovadoras en su época y aún
vigentes en nuestros días, la constitución castrocomunista no le
reconoce ningún derecho fundamental al ciudadano cubano. En realidad,
dicha constitución sólo enumera una lista de los deberes que el
estado socialista debe proveer al individuo, a los que llama ''libertades'', y
los cuales son suprimidos arbitrariamente según el artículo 62,
que reza: ''Ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser
ejercida contra lo establecido en la constitución y las leyes, ni contra
la existencia y fines del estado socialista, ni contra la decisión del
pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo. La infracción de
este principio es punible''. Aquí se fabrica el mito de la ''decisión
del pueblo''. ¡Y a la cárcel aquéllos del pueblo que no estén
de acuerdo con quien dictó la constitución!
Es de público conocimiento que los castrocomunistas alegan que el
plebiscito en favor del gobierno actual se hizo en 1959 cuando, al inicio de la
revolución, ''el pueblo votó a su favor''. Pero según las
estadísticas del gobierno, más del setenta por ciento de la
población del país es menor de cincuenta años, lo que
demuestra que la inmensa mayoría de los cubanos no fue partícipe
en aquella decisión y, lo que es peor, que nunca han podido ejercer el
voto en elecciones libres, derecho que tampoco podrán ejercer mientras
dure el gobierno tiránico que implantó dicha constitución.
Para los comunistas el individuo no tiene derechos, no tiene valor alguno; por
ello el gobierno asesina, encarcela y destierra a su antojo.
Por eso, cuando vea usted a Castro con una banderita cubana en sus manos,
marchando por el malecón habanero, o cuando escuche por la radio de Miami
a los compañeros de viaje o a los tontos útiles castristas que
dicen luchar por la soberanía de Cuba, no les haga caso pues, mientras el
tirano y los miembros del Partido Comunista estén en el poder, lo que harán
no es defender, sino mancillar la verdadera soberanía nacional, la
soberanía del pueblo que esclavizan.
Ingeniero cubano exiliado, fue paracaidista de la Brigada 2506 en Playa Girón.
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